2020 ABU. 09 El peinado, toda una declaración de principios Pelo afro: belleza, identidad y lucha Es sugerente, atractivo… Transmite fortaleza y rebeldía. Nos enredamos en cada rizo del pelo afro para romper clichés y aprender más de su historia, de lo que representa más allá de su belleza. Una fascinante expresión de la lucha contra la discriminación racial y por los derechos civiles y políticos. Iraia Oiarzabal, fotografía: AFP Luchar contra la naturaleza, o intentarlo al menos, ha sido y es parte de la vida de muchas personas afrodescendientes, sobre todo en lugares del mundo como Europa o Estados Unidos. En concreto, la lucha contra la naturaleza de sus cabellos. Encrespados, rizados, voluminosos. Cabelleras de una gran belleza que, sin embargo, han permanecido estigmatizadas y a las que durante décadas se les ha negado su razón de ser. Leyendo la novela “Americanah”, de la autora feminista Chimamanda Ngozi Adichie, una se acerca a reflexiones en torno a la identidad, la discriminación racial, el clasismo y el feminismo. Todo ello con la singularidad del pelo afro de fondo. Como su propio subtítulo indica, esta «novela sobre el amor, la raza… y el pelo afro» refleja perfectamente las vivencias de las personas africanas residentes en Estados Unidos. Su protagonista, Ifemelu, decide dejar crecer su pelo al natural y lucirlo así en un entorno en el que este simple gesto es políticamente incorrecto. Esta joven nigeriana se traslada a Estados Unidos a cursar sus estudios y allí descubre otro mundo, otra realidad en la que ser negro tiene connotaciones muy profundas. «No fui consciente de que era negra hasta que me fui a vivir a Estados Unidos», expresa Ifemelu, que vivirá en su propia piel la discriminación racial. Chimamanda Ngozi Adichie relata con ironía los vaivenes de la joven africana, al tiempo que nos muestra las realidades de dos países tan diferentes como Nigeria y Estados Unidos. Llevar el pelo afro puede parecer un ejercicio banal, una opción estética más tras la cual no hay una reflexión expresa. Es posible que actualmente muchos no giremos la cabeza ni nos asombremos al ver pasar por la calle a alguien con un voluminoso cabello afro. Sin embargo, tiene un trasfondo en el que la discriminación racial está muy presente. Durante décadas muchas mujeres afrodescendientes han pasado sus vidas ocultando la naturaleza de su cabello, sometiéndose a agresivos tratamientos químicos y de planchado para mostrar un cabello «occidental» u ocultando su pelo con largas trenzas y extensiones. Por ello, una decisión en principio intrascendente como la que Chimamanda Ngozi Adichie relata en su novela a través de Ifemelu tiene más importancia de la que parece. Pero vayamos por partes, pues adentrarse en el apasionante universo del cabello afro nos enreda a través de cuestiones que pasan por la importancia del cuidado del cabello, la estética, la identidad y la lucha. Símbolo desenterrado. En un breve repaso a la historia, nos remontamos a la década de los 60 del siglo pasado para empezar a entender el hecho de llevar el pelo afro como una declaración o expresión con connotaciones políticas. Mientras en África lucir el cabello natural era algo que no implicaba grandes debates, en lugares como Estados Unidos era una cuestión profundamente estigmatizada. Desde los tiempos de la esclavitud, la comunidad afroamericana asume la necesidad de ocultar su cabello en un intento por integrarse, o ser aceptados, en una sociedad donde la discriminación racial está a la orden del día. Especialmente las mujeres hacían verdaderos esfuerzos para alisar sus cabellos y mostrarse «iguales» a sus vecinos. Es en los años 60 cuando empieza a darse un giro y reivindicarse el pelo afro como seña de identidad y lucha por parte de la comunidad afroamericana. Una forma de expresar el «orgullo negro», al tiempo que se liga con las reivindicaciones de los derechos civiles y el rechazo a las normas sociales. Quizá la imagen de Angela Davis, activista política y líder de las Panteras Negras, sea una de las primeras que nos venga a la cabeza. Con el tiempo, lucir el pelo afro al natural se extendió también entre artistas y celebridades. Además lo hemos visto en torno a referentes políticos como Dante de Blasio, el hijo del alcalde de New York, o Michelle Obama, que hace unos años recuperó su peinado natural, prácticamente abandonado durante su estancia en la Casa Blanca. Con todo, se puede decir que llevar el cabello afro al natural simboliza un acto más profundo de rechazo hacia la creencia de que alisar el cabello y otras formas de aseo que se consideraban «socialmente aceptables» eran los únicos medios para alcanzar el éxito en la sociedad. Los químicos para alisar el pelo se estigmatizaron dentro de la comunidad como símbolos de opresión e imposiciones de belleza blanca. Fue, en cierto modo, el reconocimiento de la belleza negra y la aceptación de sus rasgos naturales. Y el pelo afro constituye el símbolo de ese orgullo. Estamos ante un cambio que va mucho más allá de la estética. Es algo político. De hecho, en torno a ello se constituyen movimientos como el Black Hair o el Black Power. Más allá del exotismo. Existe también cierta tendencia a ligar el cabello afro con el exotismo. Al tiempo que es una forma de reivindicación, de expresar orgullo por la identidad negra que se une intrínsecamente con la lucha antirracista, en los últimos años se ha convertido en una cuestión de moda. Lo vemos en pasarelas o paneles publicitarios y ello denota, de alguna manera, un logro por parte de la comunidad afrodescendiente hacia la «normalización» de uno de sus rasgos. Pero sigue existiendo un profundo desconocimiento de la historia que hay detrás, la connotación política y social del pelo afro. La propia Chimamanda Ngozi Adichie hablaba en una entrevista ofrecida en la revista “Afroféminas” de esta cuestión y partía de su propia relación con su cabello. «El pelo es algo que vemos, pero no entendemos lo que hay detrás con respecto a la raza. Es algo que parece sencillo pero es realmente complicado», expresaba la autora feminista. El cabello afro posee una profunda belleza, es atractivo. Requiere también cuidarlo con mimo y delicadeza, de ahí la importancia de no caer en una idea de exotismo mal entendido. Anna Isabel Bueriberi Silo sabe bien de qué habla cuando nos explica el trasfondo del cabello afro. Esta periodista de “Afroféminas” tiene 23 años y reside en Madrid, aunque sus padres proceden de Guinea Ecuatorial. Desde pequeña lleva el pelo trenzado, en parte para proteger su cabello, aunque también nos reconoce con gracia que es «demasiado perezosa» para dedicarle el cuidado necesario para llevarlo al natural. Habla con naturalidad y, antes de adentrarnos en cuestiones más políticas y sociales, constata que hay un cambio en referencia al pelo afro desde que ha llegado a estar de moda y empieza a conocerse un poco más sobre la técnica que requiere mantenerlo sano. «Todos los pelos son bonitos. Se llevan cada vez más los rizos, el tema curly… Gente que nunca ha sabido tratar su pelo y se lo ha alisado un montón está aprendiendo a cuidar su rizo. Están aprendiendo a aceptarse y verse guapas con su cabello», explica. Abordamos con Anna Isabel una cuestión que también refleja Chimamanda Ngozi Adichie en su novela “Americanah” y que ha sido denunciada en infinidad de ocasiones y en numerosos países por parte de la comunidad afrodescendiente: la discriminación en el ámbito laboral. Por ejemplo, en Estados Unidos la discriminación en materia laboral por llevar el cabello afro natural ha llegado en varias ocasiones a los tribunales. No es una batalla trivial, se trata de un factor más que alimenta el racismo. «Yo he estudiado periodismo y de las pocas negras que he podido ver en televisión, ninguna lleva el pelo afro. Es cierto que si quieres llegar a una meta, sea cual sea la carrera, inconscientemente dices ‘me voy a alisar el pelo’. Porque eso se mira y se juzga». Es decir, que todavía hoy constituye un obstáculo en el ámbito laboral y social: «Cada vez menos y es cierto que a mí por suerte no me ha pasado, pero la gente tiende a prejuzgarte. A pensar: ‘mira qué salvaje’». ¿Es un acto de rebeldía, de reivindicación? La pregunta es inevitable, y la respuesta, clara: «Sí, es un acto de empoderamiento también. Es como decir: voy a ser yo, voy a llevar mi pelo natural porque no tengo por qué estar preocupándome de parecerme al resto. Me acepto yo misma y que el mundo me acepte así. Pero claro, eso implica que tienes que prepararte a que seas juzgado o discriminado por ello». Aquí también, el género marca. Lucir un cabello afro requiere de técnica. Seguramente a muchos no se les pasa por la cabeza, pero adentrarse en la redacción de este reportaje nos lleva a descubrir que existen calificaciones del tipo de rizo según la longitud, la forma, el tamaño, la textura del pelo… Incluso existe una tendencia llamada «texturismo» que fomenta la idea de que ciertos tipos de patrones de cabello natural son más deseables o hermosos que otros. Este principio ha inducido frecuentemente a la mencionada discriminación por la estética de las personas negras en base a su pelo afro. Sin embargo, quien decide llevar el pelo natural debe seguir rutinas diarias de hidratación, desenredo y protección para mantenerlo en condiciones. Nada más lejos del estigma de descuidado. Llegadas a este punto, hay otra pregunta que asoma necesariamente, aunque presuponemos la respuesta. Además de la discriminación racial, ¿existen en la cuestión del cabello diferencias de género? Anna Isabel responde rotundamente que sí. «Para empezar porque es diferente la concepción que se tiene de la mujer negra y del hombre negro», apostilla. La mujer es hipersexualizada en general y respecto a la comunidad negra esto todavía es más agresivo. «La comunidad es muy machista. Los hombres sistemáticamente discriminan a la mujer y cuando llegan a otro país se les hipersexualiza. Se alude a sus rasgos raciales, su pelo, sus labios, sus curvas…», relata. «Me gustaría que todo el mundo se empoderara con su afro. Que lo aceptara y enseñara al resto lo que es. Pero es cierto que llega un momento en el que si te afecta en tu vida social o laboral llegas a medirlo», reflexiona Anna Isabel. La búsqueda de referentes en este camino, a su juicio, puede ser una buena guía e incide en la importancia de que esos referentes no contribuyan a mantener ciertos clichés. «Si vamos al mundo de la moda, por ejemplo, las referentes negras que hay están completamente occidentalizadas, no tienen rasgos africanos», comenta. Esta pequeña aproximación al pelo afro, protagonista de una parte de la discriminación que la comunidad afrodescendiente sufre en todos los ámbitos de su vida, nos invita a reflexionar sobre una lucha de muchos años de historia. Todavía guardamos en la retina la muerte de George Floyd el pasado mes de mayo, cuando fue arrestado por un policía blanco, y la ola de movilizaciones que surgió inmediatamente. Personas con pelo afro y con otro tipo de cabellos se fundieron en la reivindicación de derechos y libertades por igual para todas las personas bajo el lema “Black Lives Matter” que, como el cabello, ya es signo de lucha.