2020 URR. 25 OSASUNA Y EL TERROR FRANQUISTA Rojos de ideas, zamarra... y sangre Justo hace cien años, un 24 de octubre de 1920, saltaba al campo por primera vez un nuevo equipo llamado Osasuna en un nuevo deporte llamado fútbol. El artífice de su denominación euskaldun, Eladio Zilbeti, acabaría fusilado. También su primer gran presidente, Natalio Cayuela. Y el dueño de la imprenta de los carteles, vocales de la directiva, jugadores... La historia inicial de Osasuna se funde con la de Nafarroa bañada en sangre por la represión franquista. Ramón Sola "Rojos”, escrito por Mikel Huarte y publicado por Txalaparta, es la última gran aportación a la memoria histórica de Osasuna. También “Ramon Bengaray, Osasuna y República”, de Esther Aldabe (Katakrak). El centenario del club llega envuelto en una oleada de recuperación y a la vez reivindicación de los pioneros, represaliados con saña –16 años después de aquel primer partido– por sus ideas abertzales, comunistas o republicanas. Bengaray, Zilbeti, Cayuela, Urdiroz, Agirre y tantos otros que acabaron sin vida en las cunetas sonreirán mañana cuando vean viva, y tan sano como su nombre, aquella criatura suya. El centenario ha llegado con el club en Primera, un estadio nuevo, una masa social creciente y un abrazo con su historia auténtica, apoyado en el auge de la memoria pero también en la evolución política de Nafarroa. Un olvido imperdonable, pero no extraño. Cuando hace ya casi casi una decena de años, en una de esas noches gélidas de El Sadar en que las gargantas rasgan la niebla, desde la esquina de Indar Gorri se alzó esa nueva bandera, miles de espectadores se preguntaron quién era aquel joven de gabardina y txapela que mira sonriente de perfil. Se llamaba Eladio Zilbeti Azparren y hoy tiene calle en Iruñea; y no en un barrio cualquiera, sino en la entrada principal al estadio. La recuperación de todas estas historias ha sido fruto del trabajo de periodistas y voluntarios, de diarios y de redes sociales. Sus nombres estaban junto a todos los demás en la lista de los más de 3.000 fusilados grabada en el Parque de la Memoria de Sartaguda, pero ha costado décadas ligarlos con la historia del club y confirmar que Osasuna fue fundado sobre bases abertzales y de izquierdas. Este olvido impuesto no es una excepción en Nafarroa: también ha habido que llegar casi a este siglo para revelar la tétrica historia de Ezkaba, el monte de las mañaneras de domingo. Antes, la ley del silencio, la tiranía del miedo, el callar para protegerse y proteger. Los últimos descubrimientos de fusilados están viniendo del testimonio de niños y niñas que entonces tenían 6, 7, 8 años... y ahora alcanzan casi 90. Nunca lo habían contado, ni con Franco vivo ni muerto. Arriba a la izquierda, inauguración de la calle Eladio Zilbeti, en la entrada principal a El Sadar, en 2017. A la derecha, Zilbeti junto a Arturo Kanpion, en imagen cedida a GARA por la familia. Abajo, varios precursores fusilados (en ‘Rojos’) y aurresku de honor junto al estadio. ¿Por qué Osasuna? Con la trascendencia que hoy tiene el fútbol en todo el planeta, no es descartable que «osasuna» sea el término euskaldun más conocido y pronunciado fuera. La culpa la tiene Zilbeti, un abertzale inquieto, hiperactivo: además de impulsar este deporte naciente del «foot-ball» estaba implicado en la entonces recién nacida (1918) Sociedad de Estudios Vasco-Eusko Ikaskuntza, y era amigo de uno de sus fundadores, Arturo Kanpion. Militaría primero en el PNV y luego, desde 1933, en ANV. En las reuniones del mítico Cafe Kutz de la Plaza del Castillo, aquellos pioneros descartaron dar al equipo uno de aquellos nombres anglófonos en boga (Sporting, Racing, Athletic, la Sportiva que había puesto el embrión en Iruñea...). Antimonárquicos como eran, las referencias a la corona también quedaron fuera. Zilbeti tenía claro que el nombre debía ser euskaldun y requirió para ello la ayuda de su madre –euskaldunzaharra de Aezkoa–, de un futbolista de Elantxobe llamado Txomin Meaurio y de un estudiante euskaldun, Iñaki Perillan. Sobre la mesa hubo cuatro propuestas: Gogorrak, Lagun Artean, Indarra y Osasuna. Las dos últimas fueron las más aclamadas y Osasuna la elegida. Hasta hoy. El feliz 1935, el dramático 1936. El equipo de la zamarra roja se estrenaría un 24 de octubre de 1920 en un partido contra un combinado militar, que acabó con empate a 1. A la Liga aún le faltaban ocho años para nacer y a Osasuna quince para despuntar. ‘Rojos’ recoge sus hitos iniciales: aquel 1-2 a los suplentes de la Real Sociedad en Donostia el Primero de Mayo de 1921, que dio pie a un cántico popular en Iruñea que ensalzaba la victoria a los sones de ‘La Internacional’; aquella construcción del campo de Donibane en 1922, que daba una sede estable al equipo; aquel 3-2 al Real Unión de Irun en uno de los primeros torneos oficiales... Quién iba a decir que al año más feliz le sucedería el más trágico. Antes de que casi un siglo después esta pandemia haya ensuciado el espectacular momento del club, el Alzamiento franquista cercenó de raíz el despegue de Osasuna. En mayo de 1935 había conseguido su primer ascenso a Primera ganando al Murcia con tres goles de su pichichi de Erri Berri, Julián Vergara «Vergarica». La fiesta fue grande en la ciudad, sin barruntarse todavía que nueve meses después llegaría a Iruñea Emilio Mola, el general que dirigiría el golpe y desataría la matanza. Descendientes en un acto de homenaje. Etxauri, Valdecaldera, las Bardenas, Ezkaba... La masacre empezó sin aviso ni dilación, el mismo 18 de julio. Y el mapa físico de las ejecuciones de aquellos osasunistas pioneros coincide con sus escenarios más emblemáticos. A Eladio Zilbeti lo mataron junto a Etxauri, enero de 1937, cuando tenía 38 años. A Natalio Cayuela, que había presidido el club durante una década llevándolo de Tercera División a Primera, en Valcaldera, el paraje ribero en que los fascistas acabaron con 52 personas en una única «saca» en agosto de 1936. A Alberto Lorenzo, periodista de Obanos que había sido vocal en la directiva, en las Bardenas. El libro de Mikel Huarte cuenta que cuando sus allegados fueron a interesarse por él, el párroco de la cárcel les respondió: «Como rojos, os merecéis todo lo que os pase». Txomin Meaurio, el futbolista que le ayudó a bautizar el equipo, tendría algo mejor suerte: cinco años preso en el fuerte de Ezkaba, entre 1937 y 1942, incluido el momento de la mítica fuga que se saldó con 200 muertos, en la que no participó. A Filomeno Urdiroz, «Filo», guardameta de Osasuna, le acribillaron en Izurzu, junto a Zizur. Su hermano Emilio, que había sido el entrenador del ascenso, se fue al exilio. El destino de otros simplemente se pierde en la niebla del terror franquista: es el caso del futbolista Andrés Jaso Garde, del que hablaremos más tarde, o de Ramón Bengaray, otro nombre clave en la directiva y de cuya imprenta salían los carteles anunciadores de los partidos. Bengaray merece un aparte: presidió el Frente Popular en Nafarroa en 1936 y de su mentalidad progresista da fe que se interesara por el fútbol femenino en un momento en que la mujer todavía ni siquiera tenía garantizado el derecho a voto. Se sabe que lo capturaron en Ostiz, probablemente camino a la muga, pero es una incógnita dónde lo mataron. El retrato de Zilbeti, en manos de la hinchada joven de Osasuna, Indar Gorri, en un partido en El Sadar antes de la pandemia. Fusilamientos a las puertas del campo. La masacre anunciada por Mola y Franco también se ejecutó en Iruñea... y fue casi en las puertas del estadio de Osasuna. Entre los fosos de la Ciudadela y el campo apenas había 300 metros de distancia, así que no hay mejor testimonio que el que dejó escrito su histórico conserje, Vicente Cuartero Usabiaga, que cuidaría el verde y a los futbolistas desde 1928 hasta 1964: «No quiero ni acordarme de la impresión que aquello producía. Vivíamos en un continuo sobresalto. No faltaron personas que madrugaban para presenciar el macabro espectáculo, entre las que se contaban algunas vecinas de este barrio y de comunión diaria. Allá ellas con su conciencia». Para el 21 de julio Cuartero ya había sido detenido y encarcelado, recuerda “Rojos”: «Todavía no me explico cómo salvé la vida. Y no porque me hubiera significado en manifestaciones callejeras o perteneciese a algún partido político, pues yo de política no entendía nada, sino porque tampoco se admitía ser neutral». El conserje todoterreno sería detenido también en 1946 y encarcelado durante un mes. De Monzón a Urtubia pasando por Navaz. Es innegable que en el bando franquista también hubo combatientes, e incluso muertos en batalla, relacionados con Osasuna, en un tiempo en que imperaba el chantaje de «o al frente o al fuerte» (por el penal de Ezkaba). Y sobra decir que el Osasuna de posguerra nada tuvo que ver con el de preguerra. El régimen canibalizó el club. La travesía del desierto deportiva (no hubo otro ascenso hasta 1953 ni habría una racha larga en Primera hasta los 80) coincidió con la penuria social. Pero puntualmente aparecieron otras señales de identidad, otros nombres. Así, el anarquista Lucio Urtubia tuvo el apoyo de jugadores de Osasuna como Jesús Salvatierra cuando fue encarcelado en los 50; futbolistas le llevaban comida desde el bar Catachú, extraoficial sede rojilla. También emparenta con Osasuna el líder comunista Jesús Monzón, artífice de la creación de la Federación Navarra de Fútbol antes de participar en la resistencia antifranquista. Es inevitable fijarse también en José María Navaz, otro perfil insólito, icónico del hiperactivismo de la época: futbolista de Osasuna, actor, conferenciante, amigo de Federico García Lorca en la Residencia de Estudiantes de Madrid, luego responsable del Aquarium donostiarra o de la sociedad de ciencias Aranzadi, y autor de una heróica colocación de la ikurriña en la punta de Dos Hermanas, en Irurtzun. Cien años dan para mucho; y en la Nafarroa de 1920 a 2020, para mucho más. Lizarra eredu: Fortunato Agirreren lekukoa Oierren eta Leozen eskuetan Texto: Ramon Sola Osasunaren historiaren gorabeherak eta oro har Nafarroaren garapen politikoa beste inon baino garbiago agertzen dira Lizarran. Fortunato Agirre, frankismoak eraildako alkatea, klubaren ordezkaria izan zen. Gaur kapitain euskalduna du taldeak eta alkate abertzalea hiriak, azken hori ere Osasunarekin zuzenean lotutakoa, gainera.Fortunato Agirrek utzitako hazia Oier Sanjurjorengan eta Koldo Leozengan ernatu da gaur, 84 urte pasata. Osasunak eta Lizarrak lotzen ditu hirurak. Izan ere, Lizarraldeko Arellano herrian jaiotako Fortunato Agirre politika arloan nabarmendu zen bereziki, baina Osasunako aitzindarietako bat ere izan zen, batzar eragileko kide.Osasunak lehen hamarkada bete berria zuenean, EAJko ordezkari zela, 1931n izendatu zuten Lizarrako alkate Fortunato Agirre. Aho batez gertatu zen: eskuineko bozak ere jaso zituen. Bost urteko jardunean, besteak beste, Lizarrako Estatutua izan zenaren bilkura antolatzeko ardura izan zuen. Lizarratik bertatik, estatu kolpea prestatzen ari zela iragartzen zuten seinaleak atzeman zituen alkateak, Irantzuko monasterioan armak gordetzen ari baitziren eta Iratxekoan jarduten baitzuen Mola jeneralak. Santiago Casares Quiroga Gobernuko presidenteari jakinarazi zion Agirrek gertatzen ari zena, baina honek ez omen zion jaramon handirik egin. Larrutik ordainduko zuen hala ere jakinarazpena Fortunato Agirrek. Uztailaren 18an bertan atxilotu zuten eta irailean fusilatu; bere bi alaba bikiak ezagutzeko aukerarik gabe hil zen, oraindik amaren sabelean zirelako. Historiaren bideak bihurri-bihurriak dira sarri; Taxoaren kendu zioten bizitza Agirreri eta herri berbera hartuko zuen Osasunak egoitza nagusi gisa 1982an, gaur arte. Bertako entrenamendu zelaietan kilometro asko eta asko eginak dituzte Lizarrako bi gaztek. Bata Oier Sanjurjo da, Osasunako kapitaina eta arima, eta euskaldun peto-petoa (Iñigo Urizen irudian, Nafarroako ikurrarekin, Gironan Lehen Mailarako igoera lortu eta minutu gutxira, 2016an). Oierren familiaren historiari une batez erreparatzea ere adierazgarria da; bere ama, Ana Mate, jaiotzez Segoviakoa, gaztetan etorri zen Iruñera Irakasle ikasketak egitera, Nafarroan bilakatu zen euskaldun eta Lizarrako Ikastolako idazkaria izatera heldu da. Ikastola hori, nabarmendu beharrekoa da: Fortunato Agirreren ametsa zen. Lizarrako beste gaztea Koldo Leoz dugu, Osasuna Promesas taldeko aurrelari ohia: Lehen Mailan ibilitako Orbaiz, Muñoz edota Palacios izan zituen taldekide duela hogei urte. Baina futbola utzi ostean hartu du sona benetan, 2015. urtean Lizarrako alkatea izatera heldu baitzen Leoz, EH Bilduren zerrendaburu gisa. Egun ere aginte-makila eskuetan darama. Kargua hartu zuen egunean, duela bost urteko ekainaren 13an, Fortunato Agirre oso gogoan izan zuen Koldo Leozek. Lore batzuk utzi zituen omenaldi gisa alkate berriak, bai 84 urte lehenago alkatea izandakoa gogoan, bai eta berarekin batera errepresaliatuak izan ziren gainerako udal langileak gogoan ere.Fortunato Agirre fusilatu egin zuten 1936an, abertzaletasunaren erreferentzia eta bilgune den Lizarra alkate abertzalerik gabe utziz. Koldo Leoz ezin izan dute oraingoz alboratu. Hori bai, bitxi-bitxia eta adierazgarria da legealdiaren lehen parte honetan gertatutakoa, 2019an Navarra Suma koalizio eskuindarrak hartu zuelako alkatetza, baina, aldiz, urtebete baino gutxiago iraun zuelako sortutako udal gobernuak. Martxoan zentsura mozioa aurrera atera eta geroztik Leoz da berriro alkate. 41 urte baino ez dituela, bigarren legegintzaldia du. Agirrek burua altxatuko balu, ez soilik Osasuna, Lizarra ere osasuntsu dagoela ondorioztatuko luke. Campaña para recuperar el cuerpo del futbolista Jaso Texto y fotografía: Natxo Matxin Al igual que en otros muchos episodios de represaliados por el golpe militar del 36, también hay ejemplos en la historia de Osasuna de personas vinculadas a la trayectoria del club rojillo que murieron en dicha confrontación y cuyos restos, casi un siglo después, todavía no han sido ni localizados ni devueltos a sus respectivas familias.Es el caso de Andrés Jaso, originario de Mélida y futbolista profesional en los años 30, quien militó, además de en la escuadra navarra, en el Sabadell, Valencia, Levante y Sporting. Precisamente, durante su estancia en el conjunto rojiblanco fue cuando cayó mortalmente en tierras asturianas, si bien existen diversas versiones sobre dicho suceso, que no ha quedado esclarecido del todo. Su sobrina, Áurea, que en la actualidad tiene 93 años, lleva décadas peleando por recuperar su cuerpo, además del de su padre Aurelio –era secretario local de UGT en su pueblo–, muerto en noviembre de 1936 peleando por el bando republicano en la defensa de la ciudad universitaria de Madrid, y el de otro tío, José, al que los sublevados obligaron a sus 19 años a incorporarse al tercio de Sanjurjo, pero que posteriormente fue fusilado, junto a otros 225 navarros, por considerarles poco convencidos con la causa fascista. «No me quiero morir sin encontrar a mis familiares, es mi objetivo para seguir viviendo», reconocía Áurea en un homenaje que se le brindó a principios de agosto en Berriozar, localidad en la que reside, organizado por Osasunaren Memoria y otros colectivos que luchan por la recuperación de la memoria histórica.Precisamente estas asociaciones ya llevan varias semanas implicadas en una campaña en redes sociales, bajo el hashtag #ElFutbolistaDesaparecido, con el que quieren involucrar en su tarea de búsqueda a aquellos clubes en los que jugó Andrés Jaso, así como a futbolistas en activo. Mikel San José, Rubén García, Aitor Fernández, Aritz Elustondo, Manu García, Oier, Ainhoa Tirapu o Mai Garde son algunos de los futbolistas que han iniciado una cadena, aportando su imagen y apoyo para visibilizar la historia del exjugador rojillo y encontrar alguna nueva pista sobre su paradero. Andrés Jaso nació en Mélida en 1912 y despuntó ya desde muy joven como un prometedor futbolista. De hecho, con solo 18 años, ya hizo las maletas desde su localidad natal en dirección a Iruñea para enrolarse en las filas de Osasuna, coincidiendo con la gestación de los primeros torneos ligueros. Posteriormente, se comprometió con el Zaragoza, si bien decidió regresar en una segunda etapa al cuadro rojillo. Más tarde, ya inició un periplo por diversos equipos, entre ellos el Sabadell, Valencia, Levante y Sporting. El golpe fascista le sorprendió defendiendo los colores de la escuadra asturiana y formando parte del Batallón Galicia republicano. Aunque las causas de su muerte siguen sin esclarecerse del todo, la versión más plausible asegura que fue víctima de un bombardeo por parte de la Legión Cóndor en Cangas de Onís, cuando viajaba en un autobús fletado por el Sporting en octubre de 1937. Sin embargo, nada más se conoce sobre dónde pueden estar sus restos enterrados.El pasado 1 de octubre, con motivo de un acto institucional en el Parlamento de Nafarroa en reconocimiento a las víctimas del franquismo, Áurea en persona transmitió a la vicepresidenta primera del gobierno español, Carmen Calvo, una petición dirigida al presidente, Pedro Sánchez, para que abra las fosas «de una vez».