2021 MAI. 16 En el rodaje de tres películas para adultos Animación 2D vasca para público planetario ‘Unicorn Wars’ o ‘El sueño de la Sultana’ son dos proyectos de animación 2D para adultos, obra de la productora Uniko de Bilbo, con una voluntad clara: la de trascender lo local y llegar a públicos más amplios. Fotograma de «Unicord Wars» cedidas por Uniko Amaia Ereñaga Por fuera, Auzo Faktory del barrio bilbaino de Matiko tiene un aire a esos edificios recuperados para darle una utilidad acorde con los nuevos tiempos: oficinas para startups, empresas de contenidos digitales... iniciativas que esperan sirvan también para revitalizar al barrio. Al entrar en el recién estrenado estudio de la productora Uniko, la primera impresión es la de juventud –la media es de 26-27 años– y la de una aplastante mayoría femenina. «De doce, creo que solo dos son chicos», explica Iván Miñambres. Este productor anda por los 37 años, doce de los últimos embarcado en Uniko, empresa especializada en animación, publicidad y videomarketing que dio la campanada con su primer corto, “Birdboy” (2011), de Pedro Rivero y Alberto Vázquez. Estaba basado en el cómic de este último, un dibujante e ilustrador gallego neófito en el cine. Luego vendría la versión en largometraje con “Psiconautas” (2015), que convertiría al gallego en un referente estatal del cine de animación y en una especie de autor fetiche para Uniko. Con el chico-pájaro se llevaron los Goya de su categoría, fueron seleccionados en 240 festivales y recibieron del orden de 43 premios. A partir de ahí, han ido encadenando proyectos, prestigio y ambición, hasta dar un salto cualitativo. Y en ese punto, nada pandémico, están ahora: con tres largometrajes de animación 2D entre manos, un estudio estable abierto a finales de abril e ideas. Muchas ideas. Nuestro primer contacto con Iván Miñambres fue en la presentación, este año, de los cortos vascos nominados en los Goya. Competía con “Homeles Home”, también de Vázquez, una reflexión sobre el vaciamiento del campo... solo que en forma de fábula y con monstruos y criaturas fantásticas como protagonistas. Humor muy negro, crítica social y raíces en el mundo del cómic. Un cóctel con firma de la casa, rodado mientras Vázquez prepara su próximo largometraje, “Unicorn Wars”, con fecha de estreno en la primavera del 2022, posiblemente en un festival de clase A, como el de Cannes. El corto no se llevó el Goya, pero ¿para qué? si había sido elegido Premio del Jurado en el Festival de Annecy, el más prestigioso del sector. Y, tirando del hilo de Iván Miñambres, fueron emergiendo más sorpresas; el dato de que, durante la pandemia, con las plataformas privadas y los festivales online, la animación ha ganado adeptos y va camino de convertirse en un género «para inmensas minorías», que diría el productor; la constatación de que la industria de la animación en Euskal Herria, siempre tan importante, en euskara y centrada en el público infantil, tiene que dar el salto al público adulto... y de ahí, pasamos a las conexiones entre Auzo Factory, la casa alemana de Isabel Herguera, el Estado francés y Galicia, donde están los ilustradores. El equipo de Clean-up. Fotografía: Marisol Ramirez / Foku Tablets gigantes para escribientes modernos. Una bolsa de chucherías, tablets de gran tamaño para dibujar, cascos para escuchar un podcast o lo que sea, trabajo en remoto con las otras partes del equipo y, aquí, ambiente de equipo. Dana, una valenciana de 28 años, está “limpiando” la silueta de unas ardillas que los animadores han mandado desde Galicia. Está trabajando en “Unicorn Wars”, el proyecto más ambicioso de Uniko y también el más caro: 3 millones de euros. Realizada en coproducción –Abano Producións, Autor du Minuit, Productions Sarl y Shmuby Producción Sas (Estado francés)–, es una fábula fantástica, regada de humor negro, que narra la batalla entre los ositos de peluche y los unicornios por el Bosque Mágico. Dana forma parte del equipo de Clean-up –hay que hacerse un master para aprender la terminología del sector– que coordina la leonesa Estefanía Romón Villalobos. «El animador es el que da vida al movimiento de los personajes. Él lo hace de una manera más ‘sucia’, y aquí lo que hacemos es pasarlo a limpio», explica Estefanía. Recuerdan a los escribientes de la Edad Media, porque exige precisión y atención al detalle, aunque ellas lleven mascarilla y sean de lo más contemporáneas. Le pedimos a Dana que nos dé su versión de “Unicorn Wars”: «Son unos ositos amorosos, super cuquis que, en realidad, tienen unas ambiciones muy oscuras, porque se supone que creen en una leyenda según la cual, para mantenerse como ositos amorosos, tienen que matar. Y que un osito mate a un unicornio es muy heavy. Tienen una estética adorable, que te puede engañar, pero luego son psicópatas». Dana estudió un Máster de Animación en la Universidad Politécnica de Valencia, donde coincidió con Raquel, la otra valenciana del grupo. Ha trabajado, entre otras, en “Klaus” (2019), la multipremiada película de Sergio Ramos. Estefanía viene de Bellas Artes y en su currículum está otra grande: “Buñuel en el laberinto de tortugas” (2019), de Salvador Simón, versión del cómic publicado por la bilbaina Astiberri. «Mi madre siempre me decía: ‘¿Cuándo vas a dejar de ver dibujos?’ Antes solía acompañar al cine a mi prima pequeña, pero ahora incluso está bien visto», explica Estefanía. Arkaitz del Río con su equipo. Fotografía: Marisol Ramirez / Foku Arkaitz del Río es bilbaino y supervisor de color: «Nosotros nos encargamos de rellenar por capas todos los personajes y luego de borrar la línea donde incide la luz. Después se lo enviaremos al departamento de iluminación, que seguirá con las luces y las sombras», explica. Arkaitz, que es ilustrador, motion designer y diseñador creativo, tiene una larga trayectoria en el sector: diseños de portadas de discos y libros, animación 2D... «La gente a la que nos ha gustado la animación de chavales hemos sido más o menos frikies –explica–, pero el auge de la animación vino cuando llegó la película ‘Akira’ a Europa [la famosa adaptación del cómic de Katsuhiro Totomo, 1988]. La animación era algo natural en Japón, pero en Europa se ha visto siempre como algo para niños, aunque, eso sí, acompañabas a tu hijo al cine y pasabas también un buen rato. Por eso posiblemente Pixar ha conseguido ese éxito, porque ha hecho un cine de animación familiar». Junto a Arkaitz, otra muestra de las nuevas profesionales: Uxua Artetxe y Maider Sancho, salidas de DigiPen, instituto de animación y videojuegos de Bilbo. Escena de «Unicorn War», el largometraje de animación que preparan en coproducción. Un sector con cero de paro. Cuando en 2009 Iván Miñambres, entonces montador de cine –entre sus trabajos, “Querida Bamako” (2007) y “Ander” (2009)–, le contó a su antiguo jefe su proyecto de montar una empresa dedicada a crear contenidos audiovisuales, este le dijo: «Que no nos íbamos a comer nada, porque ¿quién va a ver vídeos en internet?». Evidentemente, no era un visionario. «Nacimos en plena crisis. Me acuerdo que firmamos las escrituras el 13 de mayo, el día en el que el Athletic jugaba la final de la Copa con el Barça. Y al día siguiente, los titulares de los periódicos decían: ‘El Athletic pierde la final y España se hunde por la crisis’». Con la publicidad y la creación de contenidos para empresas como motor económico –«es lo que nos da la posibilidad de generar flujo de caja»–, en esta década se han ido abriendo camino. ¿Pero por qué, si aquí siempre se ha hecho animación y de calidad, no se ha llegado al público internacional? «Sí que ha habido una industria que ha hecho mucho contenido de animación y ha apostado por ideas que han funcionado muy bien a nivel local, pero a la hora de salir fuera son historias muy locales y en el ámbito internacional resultan muy limitadas a la hora de transmitirlas. Yo creo que lo que ha funcionado de nuestras historias es que pueden funcionar bien aquí, en EEUU, en Asia o donde sea. Nuestra idea es hablar de problemáticas actuales a través de cosas que pueda entender todo el mundo. De cara a fuera hemos tenido mucha proyección, pero dedicarte a hacer animación para adultos no ha sido fácil ni lo sigue siendo». Tampoco es barato, por ello solapan la preproducción de los largometrajes con la producción de cortos –les sirve también para ir conociendo a nuevos creadores– y, para hacernos una idea, explica: «La preproducción en el cine de ficción, supone hacer un casting y localizaciones; en una película de animación dura ocho meses. Imagínate, si aparecen 1.400 planos, tienes que hacer 1.400 fondos; si son 80 minutos, serían 160.000 dibujos... Una cantidad de trabajo importante y por eso los proyectos de animación son tan caros y dilatados en el tiempo». Iván Miñambres posa con los premios obtenidos. Fotografía: Monika del Valle / Foku Lo cierto es que el sector de la animación 2D en el Estado español está en pleno auge. No paran de surgir nuevos proyectos, como ‘Robot Dreams’, el salto al mundo de la animación del cineasta bilbaino Pablo Berger (‘Blancanieves’). Es un filme en 2D, basado en la novela gráfica de la norteamericana Sara Varon, y no tiene diálogos pero sí una banda sonora que incluirá grandes éxitos de los 80. Para agosto de 2022 quiere estrenar, a su vez, ‘El sueño de la Sultana’ (‘Sultana’s Dream’) Isabel Herguera. «Al concatenar tres proyectos, decidimos que era el momento de tener un estudio de animación estable. Por cierto, una de las cosas que más me ha costado ha sido crear equipo: en animación no conozco a nadie que esté en paro». Al día recibe del orden de dos o tres propuestas de proyectos, entre ellos, uno reciente de Disney. Escenas de la preciosista «Sultana Dream» de Isabel Herguera. La imagen del medio está hecha con henna. Una distopía feminista. Desde Colonia, donde está dando clases, hablamos por videollamada con Isabel Herguera. Esta donostiarra está metida de lleno en “El sueño de la Sultana”, su primer largometraje. Hasta ahora había rodado cortos, premiados la mayoría (“Amore d’inverno”, “Ámár”, “La gallina ciega”) y su curriculum incluye la dirección de la Mostra Internacional de Cine d’Animació de Catalunya (Animac) entre 2003 y 2011. Como curiosidad, Jazzaldia de Donostia ha elegido un cartel suyo para su edición de este año. “El sueño de la Sultana” parece una de esas películas preciosistas que enganchan tanto por su factura como por su mensaje. «Empecé con el proyecto en 2013, porque me había encontrado por casualidad en la India con un libro que contaba la historia de una utopía feminista llamada Ladyland. Estaba escrito por una mujer de Bangladesh, de 1905, llamada Rokeya Hossein, que no tenía acceso a la educación. Y me dije: esto tiene una historia». Tras conseguir financiación para arrancar en crowdfunding, “El sueño de la Sultana” se ha convertido en un filme tan embriagador en lo sonoro como el país –se ha rodado en cinco idiomas, hindi, euskara, italiano, inglés y castellano– y diferenciado en tres partes, con tres historias y tres estilos de ilustración diferentes: la primera parte nos cuenta, a través de recortables y teatro de sombras, quién era la Begum Rokeya Hussein (1880-1932), una mujer de la nobleza bengalí y una pionera de la liberación de la mujer. La segunda, ilustrada con tatuajes temporales de henna, nos hace viajar a Ladyland, el mundo de las mujeres. Y la tercera, con acuarelas, conocemos el viaje de una donostiarra a la India tras el rastro de Rokeya. Isabel Herguera, trabajando en la Tabakalera donostiarra hace unos días. Enamorada de la India desde que, siendo una niña, su hermano le regaló una postal –«me quedé tan fascinada que, después, para mí todo lo relativo a la India era un puro cuento de hadas»–, enganchada a una mujer tan adelantada a su tiempo como Rokeya –«me llamó la atención su obsesión por la tecnología, porque describe un sistema de recolección de agua de las nubes y también paneles solares»–, Isabel Herguera sigue dibujando, mientras no puede evitar evidenciar su preocupación por la situación de la India.