2022 URR. 02 Los orígenes de la pelota vasca Laxoa, ¿un deporte en extinción? El laxoa es una de las modalidades más antiguas de la pelota vasca, una disciplina cuya existencia está seriamente amenazada. Algunos entusiastas, en lugares como el Valle de Baztan, y una experta en la materia como la fotógrafa Séverine Dabadie se empeñan en mantenerla viva, algo imprescindible para su continuidad. Jone Buruzko El laxoa es casi el mismo deporte que antes se practicaba a mano con el nombre de bote luzea, pero con la particularidad de jugarse con un guante de cuero y en espacios grandes. Será por el poder del intocable fútbol o la competencia de numerosas competiciones deportivas que terminan por desplazar a los deportes “pequeños”, pero hay que reconocer que el laxoa es una de las disciplinas menos frecuentadas y más desconocidas de una pelota vasca que, en general, no atraviesa su mejor momento. Salvo la mano –especialmente en las finales de sus torneos que es cuando acredita buenas entradas, animada concurrencia y positivos datos de audiencia televisiva–, otras disciplinas, como por ejemplo la cesta punta o el remonte, han vivido mejores tiempos. Afortunadamente, hay quien se niega a dejar morir nuestro patrimonio y se empeña en conservarlo. Distintas fotografías relacionadas con el laxoa realizadas por Séverine Dabadie Una exposición itinerante –organizada por el Centro Departamental de Educación Patrimonial Ospitalea en Irisarri, que desde el pasado 15 de setiembre y hasta el 9 de octubre se puede ver en Donibane Lohizune– permite conocer la historia, las reglas y el material que rodean al laxoa también a través de 55 fotografías de Séverine Dabadie. La fotoperiodista está detrás de “Laxoa, los orígenes de la pelota vasca”, título de esta muestra que ya ha pasado por otros lugares. La fotógrafa Séverine Dabadie. La fotógrafa de Biarritz ha publicado siete libros de fotografía y ha protagonizado diversas exposiciones. Dabadie, que es también una apasionada de la India y una incansable viajera “obligada” por su cámara, vive y trabaja en Euskal Herria. Aquí también pone su particular mirada y un enfoque etnog ráfico y sociológico a lo que hace, en muchos casos dentro del mundo cultural vasco y sobre temas que le parecen «debilitados o puestos en pe ligro por el embate de la modernidad». Diversión y tradición. Dabadie recuerda en una de sus contribuciones a la exposición que «desde los tiempos más remotos, desde la Antigüedad griega hasta la romana, los juegos de pelota han llevado a los jóvenes de los pueblos a competir y desafiarse mientras se divierten. Deportivos y divertidos al mismo tiempo, estos juegos se han extendido por toda Europa. Pero en Euskal Herria ocupan un lugar muy especial en la tradición y en el corazón de sus habitantes. Las primeras formas conocidas de juegos enfrentaban a dos equipos cara a cara. Son los llamados “juegos directos”, como el tenis». Quizás por eso, al laxoa se le considera un antepasado del deporte de la raqueta, aunque su descendiente le haya superado ampliamente en número de practicantes, seguidores y condiciones económicas. Aun así, comparte con el tenis unas cuantas características: se juega cara a cara y en grandes espacios abiertos pero también coinciden en su peculiar sistema de puntuación: los tantos se cuentan en 15, 30, 40 y juego. En ambos, como en todos los deportes relacionados con raquetas, palas y demás herramientas al uso, la concentración es imprescindible porque en cuanto te despistas un segundo la pelota se escapa. Según apunta Dabadie, primero se practicaba al aire libre y con las manos desnudas: «Los jugadores se desafiaban lanzando un ovillo de lana y algodón, revestido de cuero, de un campo a otro en un espacio de aproximadamente 50 metros de ancho». La aparición del guante de cuero permitió a la pelota llegar más lejos y ser devuelta. «Es entonces cuando nace el laxoa. El uso de caucho en la fabricación de las pelotas transformó radicalmente el juego, los rebotes de la pelota son más vivos y requieren la construcción de un muro. Descendiente directo del laxoa, aparece el rebote. A este le seguirán todas las formas de juegos indirectos que darán lugar a la construcción de frontones tan emblemáticos en los paisajes vascos». En la web de Laxoa Elkartea también recogen la historia de esta disciplina que comenzó cuando «antiguamente los pastores lo practicaban en sus ratos de ocio en unos terrenos llamados pilotasoro o soropil. Luego, cuando bajaron al pueblo, se popularizó y llegó a ser el deporte rey en Euskal Herria hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX». En toda Ipar Euskal Herria, pero también en Nafarroa, sobre todo en Iruñea aprovechando las celebraciones de sanfermines, Gipuzkoa, Bizkaia y otras zonas «el Laxoa pujaba con carácter casi exclusivista». No obstante, Dabadie expone: «Reglas complejas, pelota dura y competencia de otras formas de pelota, todas estas desventajas casi hicieron que este antepasado desapareciera. Es la pasión del juego de unos amantes de las tradiciones las que han evitado el naufragio. Hizo falta el coraje y la audacia de algunos para que los laxoa sobrevivieran. Unos cuantos entusiastas siguen perpetuando este juego que se remonta a los albores de los tiempos y que nos une a nuestro pasado y a nuestras tradiciones. Ciertamente no es hoy en día la forma más popular de juego de pelota pero resuena en estos juegos no solo el eco de estas pelotas que constantemente enviamos de regreso sino también el eco de nuestro pasado y estos desafíos ancestrales». En Nafarroa, en el Valle de Baztan, hay campeonatos y hasta escuela y en Ziburu también hay partidos. Quien resiste, gana. La exposición se puede visitar en Villa Ducontenia hasta el 9 de octubre. Entrada libre de miércoles a domingo de 14:30 a 19:00 y el sábado de 10:00 a 12:30 y de 14:30 a 19:00.