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CINE

«The Little Mermaid»


ADisney le está funcionando a las mil maravillas la traslación de sus clásicos animados al cine de imagen real, y ya le tocaba el turno a “La Sirenita” (1989). Dentro de esa conversión, los musicales animados tienen todavía más posibilidades si cabe, por lo que, en manos de un consumado especialista del género como Rob Marshall, cabe esperar el mejor de los resultados. En su anterior “El regreso de Mary Poppins” (2018) la asociación con la nueva figura del musical Lin-Manuel Miranda ya funcionó prodigiosamente, así que repite de nuevo. En “The Little Mermaid” (2023), el puertorriqueño se une a Alan Menkel, autor de la partitura original, para crear nuevas canciones.

Disney no es quien ha llevado a Rob Marshall hacia el musical infantil, porque antes de triunfar con la versión del espectáculo de Bob Fosse “Chicago” (2002), con la que ganó seis Óscar y tres Globos de Oro, Marshall había debutado con una adaptación de “Annie” (1999) para la televisión. También hay que recordar que posteriormente dirigiría “Into the Woods” (2014), según el musical de Stephen Sondheim y James Lapine basado en cuentos clásicos de los Hermanos Grimm. Una inspiración muy similar a la que encontramos para “The Little Mermaid” (2023), toda vez que conserva su origen en el cuento de Hans Christian Andersen escrito en 1837.

Pero la vieja historia de Andersen era a su vez una libre variación de los mitos griegos, que representaban a estos seres con sus rostros introducidos en un cuerpo de ave. De su primitiva naturaleza alada se pasó a una dimensión marina más lógica, como figuras con mitad de cuerpo humano y mitad de pez, con la parte superior de mujer y la inferior de cola de pescado. Y su belleza escondía una naturaleza monstruosa, ya que con sus cantos atraían a los marinos y conducían sus embarcaciones hacia el desastre del naufragio, chocando contra las rocas en medio de la oscuridad.

La Sirenita de Andersen pierde cualquier atisbo de entidad destructiva para encajar dentro de los cuentos de hadas, por eso ha de mutar y dejar atrás su condición anfibia para humanizarse con tal de hacer realidad su amor con un príncipe encantado. Las sirenas, tal como hoy se conciben, responden al prototipo Disney, que es el que se ha impuesto a las últimas generaciones de niñas y niños. El éxito de “La Sirenita” (1989), como largometraje de animación realizado por Ron Clemens y John Musker, fue definitivo al respecto. Costó cuarenta millones de dólares, y en su momento recaudó más de 210. Le siguió una serie televisiva emitida entre 1992 y 1994, más la secuela cinematográfica “La Sirenita 2” (2000), y “La Sirenita 3” (2008), que en realidad era una precuela. Y es que en esa época, es decir, hace quince años, se estrenó el montaje escénico con música de Alan Menken y letras de Doug Wright para las canciones.

Se ha querido que la nueva Sirenita sea algo totalmente distinto, que suponga un cambio de imagen con respecto al pasado reciente, a lo que se presta su paso al cine de imagen real con efectos de CGI de última generación, diseñados por las compañía Industrial Light&Magic de George Lucas y Weta Digital de Peter Jackson.

Con eso ya habría suficiente para la renovación, pero había además que revolucionar el concepto, y ya se sabe que Disney se halla en pleno proceso de transformación de sus heroínas, en atención a la diversidad y los actuales roles de la mujer. Por eso, en los estudios californianos de Burbank han decidido que esta sirena sea de raza negra.

La cantante afroamericana Halle Bailey es quien encarna ahora a Ariel, encabezando un lujoso reparto con cabida para actrices y actores más conocidos. Javier Bardem hace del padre de la protagonista, del Rey Tritón. Su hermana, la bruja Ursula, es interpretada por una Melissa McCarthy con peinado a lo Divine de John Waters. Para el papel del Príncipe Eric se ha contado con Jonah Hauer-King, además de las voces de Awkwafina o Jacob Tremblay.