7K - zazpika astekaria
PSICOLOGÍA

Brevedad


Hay cosas que llevan su tiempo. No deja de ser fascinante cómo la imaginación es tan potente que, al desplegarse para recorrer los futuros posibles, nos evoca un ritmo interno que después nos esforzamos en imponerle a la realidad. Con poco éxito habitualmente. Nos empeñamos quizá por la experiencia previa; otras, la propia necesidad de llevar a cabo las acciones acelera en la mente la sucesión de acontecimientos. En cualquier caso, cuando después nos acercamos a la realidad con nuestros actos, esperamos que esta reaccione de la misma manera en que la hemos imaginado, sin espacio para contratiempos, sorpresas o improvisaciones. Somos tan esclavos de nuestra percepción y elaboración de las cosas que nos extraña que el mundo entero -por no hablar de las demás personas- no actúe como habíamos anticipado.

También es pasmosa la habilidad para introducir toda la enorme diversidad de puntos de vista, sentires y experiencias de las personas alrededor en la coctelera de nuestra mente, al punto de la incomprensión cuando los demás no viven nuestros valores como tales, nuestras prioridades como tales o nuestros límites como tales. Y es que, la comprensión del otro realmente lleva su tiempo. Partimos de la base de que el otro, por definición, es incognoscible, nunca llegamos a conocerle por completo, a entenderle por completo, precisamente por lo florido y único de ese mundo imaginario que nos constituye a cada uno como individuos únicos.

Pero, si deseamos ir de viaje a esos mundos para, al menos comprender su visión, como en cualquier otro viaje, el tiempo va a contar. No necesariamente se trata de un tiempo que deseemos otorgar si estamos acostumbrados a retorcer la realidad en nuestra cabeza y pensamos que seremos capaces de retorcerla también fuera de ella. No, en esos casos no habrá nada a lo que acercarse, tan solo esperar a que se revele como la teníamos prevista y nada más. Pero si nos relajamos y miramos, preguntamos, dudamos y sostenemos la curiosidad por esos que no podemos conocer del todo, la niebla de la expectativa se irá disipando, mostrando tras de sí un camino que recorrer.

El camino nunca aparece si corremos a perdernos en la niebla de lo que esperamos, deseamos o exigimos de las cosas y las personas, si nos perdemos en ella. Pero si esperamos a que el día se levante, en otras palabras, si miramos a nuestras expectativas solo como una opción posible pero no como la única, empezará a aparecer ante nosotros el camino al interior del mundo del otro, donde podremos pasar también, solo un tiempo. La velocidad de la sociedad actual, de la información actual sobre lo público, también invade lo privado de las relaciones y las mentes, y está bien… Solo como una de las opciones. Solo como uno de los viajes.