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CINE

«Monster»

Soya Kurokawa y Hiiragi Hinata son dos amigos involucrados en un incidente dramático, en “Monster”.

El cine japonés no deja de darnos buenas sorpresas, aunque ya no lo sean tanto. Japón tiene estandartes del calibre de Ryûsuke Hamaguchi (“Drive My Car”) o Makoto Shinkai (“Your Name”) compitiendo en los principales festivales del mundo, sin embargo, nadie como Hirokazu Koreeda ha aunado a público y crítica con tanta frecuencia. Koreeda, quien fuera ganador de la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2019 por “Un asunto de familia”, volvía a la Costa Azul hace unos meses para presentar nueva película, filmada en secreto y con un título desconcertante…

“Monster” se estructura como una suerte de “Rashomon” en el que tres personajes tratarán de sobreponerse a la disfuncionalidad y a la violencia a las que los someten las consecuencias de las acciones de los otros. Cuando su hijo Minato (Soya Kurokawa) empieza a comportarse de forma extraña, Saori (Sakura Ando) siente que algo va mal. Al descubrir que el responsable de todo ello es un profesor (Eita Nagayama), irrumpe en la escuela exigiendo saber qué ha sucedido. Pero el profesor nunca vivió el incidente del que se le acusa y se siente atacado por ella. Desde el bullying a las campañas de acoso en redes, “Monster” mira a los demonios que despiertan -casi como si no los esperásemos- cuando nos movemos en sociedad.

Así, Hirokazu Koreeda continúa en la línea que ha dado sus mejores películas: las problemáticas relaciones familiares, a pesar de las buenas intenciones (“De tal padre, tal hijo”), la callada violencia sobre la infancia (“Nadie sabe”)... Y aunque el cineasta sabe escribir en términos optimistas (“Nuestra hermana pequeña”, “Broker”), “Monster” corre bien por los raíles oscuros que ya tomaron películas como “El tercer asesinato”. Brilla por su sencillez, igual de discreta y penetrante como su banda sonora, la última de Ryûichi Sakamoto en vida. Abismal, apela a nuestros miedos infantiles, aquellos pequeños traumas que nos moverán cuando, de mayores, ya ni les demos importancia. Son motivos más que suficientes para justificar la Palma Queer y la Palma de Oro al Mejor Guion, para Yuji Sakamoto.

Sakamoto es un veterano poco conocido fuera de Japón, referente para una industria realmente poco conocida fuera del circuito festivalero mainstream. Asimismo, la mayoría de su reparto adulto abre la puerta a universos muy diferentes dentro del cine japonés: Sakura Ando ha trabajado con Sion Sono (“Love Exposure”), con Takashi Miike (“For Love’s Sake”) y con Kiyoshi Kurosawa (“Penance”), Eita Nagayama es uno de los reyes del fantástico nipón (“Azumi”, “Hara-kiri”, “Conociendo a Matsuko”) y a Shido Nakamura, el más exportado de los tres, lo descubrimos en la saga “Acantilado rojo” de John Woo. Justamente gracias a la película de Koreeda, se nos revela la magnitud de un cine que va mucho más allá del maestro.