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CINE

«El sueño de la sultana» y «La imatge permanent»

La directora donostiarra Isabel Herguera se dispone a recoger el Premio Irizar al cine vasco por «El sueño de la sultana», su primer largometraje, en la gala de clausura de la última edición de Zinemaldia. (Jagoba Manterola | FOKU)

Locura anticipada: como cada año, la cartelera colapsará con los dieciséis estrenos previstos entre el 16 y el 17 de noviembre. La precuela de “Los juegos del hambre”, las nuevas de Eli Roth (“Black Friday”) y de Marc Recha (“Ruta salvaje”), la última película de la carrera del maestro Ken Loach (“El viejo roble”), perlas de autor como “21 Paraíso” o “Contigo, contigo y sin mí”, el fantaterror de Carlota Pereda en Olite (“La ermita”)... Todos títulos interesantes, empequeñecidos por la falta de espacio para comunicar y ver bien qué hay en el menú. Por ello, abrimos agendas y apuntamos dos estrenos que, por lo excepcional de sus propuestas, bien valen sobresalir entre la marea.

El primero es “El sueño de la sultana”, de Isabel Herguera. La donostiarra lleva cuatro décadas trabajando en cortometrajes animados, siempre en la frontera entre la experimentación, el documental y el diario íntimo, así como desde el collage de materiales, técnicas y formatos (ha trabajado en instalaciones, mappings, realidad aumentada…). De la misma forma, “El sueño de la sultana”, su ópera prima, se siente tan suya como de cualquiera de las personas que la han construído.

Esta suerte de autorretrato, sobre una joven directora que viaja a India y descubre el relato seminal de ciencia-ficción feminista escrito en 1905 por Begum Rokeya Hussein, nace por un lado de la conjunción entre los dibujos realizados en tres talleres por mujeres de India pero, asimismo, invoca a testigos del calibre de Paul B. Preciado, a Mary Beard y a Maurizio Faraoni, que incorporarán sus reflexiones acerca del poder de la fantasía, el legado y el arte como formas de lucha contra una violencia patriarcal tan presente hoy como en tiempos de Rokeya. Un diario personal-colectivo para una película tozudamente única.

Fue la Espiga de Oro a la Mejor Película en la pasada Seminci y tuvo su première en Locarno en tiempos de absoluta indiferencia festivalera, por lo que, a pesar del aval, también se extinguirá si no la prescribimos. Es “La imatge permanent”, debut de Laura Ferrés (“Los desheredados”), que escribe junto a Carlos Vermut (“Mantícora”) y Ulises Porra (“Carajita”), marginados imprescindibles para los horizontes de la cinefilia actual.

Ferrés ilustra los días grises de Carmen (María Luengo), una mujer de raíces charnegas de L’Hospitalet que, ante la frialdad del extrarradio catalán, encuentra cierto cobijo en la marujísima Antonia (Rosario Ortega). La película, difícil, hereda los deslugares urbanos absurdos del “Play-Time” de Jacques Tati, los enharina de una temporalidad slow y los “arremoja” -diría Antonia- en la patria desangelada de Chema García Ibarra (“Espíritu sagrado”). Y por ello resulta única. «Ya no se hace cine así», pensaremos, si nos la perdemos en salas… Que corra la palabra.