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CINE

«Anatomía de una caída»

La actriz alemana Sandra Hüller protagoniza «Anatomía de una caída», película ganadora de la Palma de Oro en la última edición del Festival de Cannes.

Anatomía de una caída” tiene un tráiler tan engañoso como incontestable. Sí, es un thriller judicial donde la sospecha se juega cual pelotas rodando en el aire por entre las manos de un malabarista (pero en cualquier momento una nos estallará en la cara). No, no es un true crime (crimen real) cualquiera.

El whodunit, de entrada, es sencillísimo: un famoso escritor cae por el balcón y muere. En aquel momento, en la casa solo están él y su mujer, Sandra (Sandra Hüller), quien dice no haberse enterado del accidente hasta que su hijo ciego (Milo Machado Graner) regresa a casa y se topa, literal, con el muerto. Si eso os parece un chiste de un gusto cuestionable, esperad al juicio, donde la acusación pondrá sobre la mesa -una y otra vez, con el peso de un maorí- las flaquezas y abusos dentro de un matrimonio que podría haber llevado perfectamente o al suicidio, o al crimen premeditado.

Si el género de la investigación criminal nos ha acostumbrado a los volantazos trepidantes en carrerilla hasta la verdad, aquí Justine Triet, coguionista y directora, apuesta por retratar las interminables recreaciones forenses y el juicio posterior como un péndulo pesado y traumatizante, para el que las palabras (como puños) lo son todo y la inocencia de Sandra es puramente colateral. En su lugar, se dibuja una radiografía precisa sobre los efectos del shock y la sospecha, alimentados con voracidad por la poca lumbre de cariño que queda en la casa. Nada crece debajo de capas y capas de nieve.

El juicio se vivirá como una suerte de purgatorio que machaca a su acusada con ribeteos verbales, en un bucle interminable como la versión instrumental de ‘P.I.M.P’, de 50 Cts, que sonaba en la casa a todo trapo el día de la muerte. A su cadencia, con los días el reparto de secundarios empezará a tener exabruptos inexplicables, fisuras bajo presión. Debió de ser divertido, para el tándem formado por Justine Triet y Arthur Harari, desgranar la violencia de un matrimonio que se fue volviendo vehículo para el rencor. Colaboradores en los guiones de las películas de Triet (“El reflejo de Sibyl”, “La batalla de Solférino”) y pareja en la vida real, la dupla representa hoy la flor y nata del cine francés.

“Anatomía de una caída” ganó la Palma de Oro en Cannes, fue Premio del Público en Bruselas y en Sydney, y ya acumula nominaciones en los premios del cine europeo (EFA) y los Gotham. Todo, a pesar del ninguneo de la Academia francesa en las candidaturas a los Oscars, consecuencia quizás de las palabras que Triet dedicó en Cannes a la progresiva «mercantilización de la cultura» por parte de un gobierno «neoliberal» que «rompe el modelo de excepción cultural francés». Lejos de la calidad innegable del film, que eso se plantee hoy como una posibilidad real debería ser más que preocupante. Para el arte y para la historia.