7K - zazpika astekaria
LITERATURA

Infierno en Lesbos


El 28 de octubre de 2015, un barco de madera, con más de trescientas personas a bordo, se hundió a unos tres kilómetros de Lesbos. Se contabilizaron al menos tres fallecidos y un número indeterminado de desaparecidos. En el barco viajaba Rezwana con sus padres y sus tres hermanos. Solo ella sobrevivió. Diez días después, la periodista Mariangela Paone publicó un reportaje que contaba, a través de esa niña del naufragio, la historia de los miles de menores no acompañados que había en la ruta hacia Europa. Pero no conseguía quitarse esa historia de la cabeza. Y siete años después se reunió con Rezwana en Atenas: «Tengo delante de mis ojos a una joven a punto de cumplir los veinte años y, sin embargo, solo consigo ver a la niña de trece que llegó muerta de frío y de miedo a la orilla de Europa, sin saber que nunca volvería a ver a su familia». Nació entonces una relación de amistad y una promesa: juntas contarían la historia de Rezwana y juntas intentarían averiguar dónde reposaban los restos de su familia. El resultado es este libro, doloroso, luminoso, necesario; un libro que pone cara a la trágica realidad de los refugiados que llegan a Europa.

«¿Por qué? ¿Por qué yo estoy viva y ellos no? ¿Qué podría haber hecho para salvar al menos a uno de ellos? ¿Por qué tenían que morir así? ¿Por qué tuvieron que morir aquí?». Rezwana habla del naufragio, de su rescate, de su llegada a la orilla, de la primera voluntaria que la atendió, Charly -«fue la primera que me dio un abrazo cuando estaba toda mojada y acababa de perder a mi familia...»-, de su paso por un campo de refugiados en Lesbos y por tres familias; de su viaje a Suecia y de su devolución a Grecia cuando cumplió 18 años -«pura burocracia. Rezwana era un expediente más»-…. Habla también de su vida en Kabul, de su familia, de la casa que compraron y tuvieron que vender para costearse el viaje; de la odisea de nueve días desde Kabul hasta Esmirna...

Y junto a la voz de Rezwana, completan la historia los voluntarios que la asistieron en los primeros momentos; fotoperiodistas como Santi Palacios, que tomó miles de fotografías el día de la tragedia; supervivientes del naufragio, como Amel, una cineasta siria que grabó toda la catástrofe con una cámara sumergible que llevaba atada a la muñeca; Katia, la tercera madre de acogida; Natassa, abogada, fundadora de RSA; familiares, amigos, compañeras de clase de Rezwana en Kabul... Toda una red de personas solidarias que, juntas, hacen del mundo un lugar menos oscuro. Esta es su historia también.