2024 MAI. 26 CINE «Un año difícil» Pio Marmaï y Jonathan Cohen protagonizan «Un año difícil», con Noémie Merlant como su «objetivo» amoroso. Mariona Borrull Podríamos burlarnos de Albert y Bruno, dos compradores compulsivos que se atiborran de cerveza y picoteo gratis en las asambleas de un grupo anticonsumista. Podríamos renegar de sus manos larguísimas cuando recogen muebles donados para la organización (y luego los venden por su parte). Incluso podría ofendernos que, ordeñada la vaca de la beneficencia ajena, decidan quedarse solo porque se han enamorado (ambos) de la joven líder del grupo… Alguien demasiado bondadoso para darse cuenta de sus tretas, o con tanto orgullo que nunca las admitiría. En cualquier caso, ¿quién no agradece el botellín de cortesía tras un coloquio aburrido, interminable? El ecoduelo lo es, aburrido e interminable (no podemos dejar de hablar de ello), y nuestra paciencia, muy limitada. Gestionamos fatal esto de que se nos acabe el mundo. Pero, como augura el tándem de cineastas formado por Olivier Nakache y Éric Toledano, ¿por qué no deberíamos reírnos de ello? Eso sí, quien paga primero son los de arriba: “Un año difícil” arranca montando parlamentos de líderes políticos que han abusado de las penurias económicas como excusa para justificar recortes. Este primer montaje, muy, muy serio, tiene tanto de absurdo (el discurso político es un campo de clichés) como de indignante. Luego conocemos a su pareja de protagonistas, Pio Marmaï y Jonathan Cohen, mientras se apelotonan violentos a las puertas de un centro comercial cual muertos vivientes en una película de George A. Romero. Marmaï y Cohen visten el mismo plante de «tipo normal ligeramente desarreglado, pero con carácter» que les ha vuelto grandes secundarios del comercial francés. De hecho, tienen un aire tan parecido que ambos son versiones de Salvador Dalí en la nueva película de Quentin Dupieux, “Daaaaaalí!”. Quien les bloquea el paso, sabremos después, es el grupo de activistas liderado por Noémie Merlant -futuro interés amoroso de los dos pájaros sin cabeza-, a cuyos manierismos deconstruidos la película también dedica algún chascarrillo sin malicia. Al final, es cine hecho por dos hombres desconcertados y ligeramente divertidos. Por referentes Olivier Nakache y Éric Toledano dicen haber tomado a los maestros de la comedia italiana de los años sesenta, como Ettore Scola o Dino Risi (expertos en historias de perdedores y colaboradores en perlas tales que “La escapada”, de 1962). Asimismo, Nakache y Toledano convivieron un mes con miembros de un grupo activista para documentarse: los cineastas que recaudaron 400 millones de dólares con una buddy-movie en silla de ruedas (“Intocable”, la película que convirtió a Omar Sy en el hombre más carismático del Estado francés) creen que la realidad ya lleva innumerables comedias en su interior, y que su trabajo es rescatarlas. Parece un propósito más que honroso para estos dos amantes del riesgo.