2024 EKA. 09 LITERATURA La vida como territorio hostil Kepa Arbizu Conocer la biografía de ciertos escritores, más allá de un ejercicio completista, sirve en ocasiones para profundizar en el significado de su obra. Así sucede con el brasileño Victor Heringer (1988-2018), donde ser conscientes de su abrupta desaparición, justo antes de cumplir 30 años, tras padecer repetidos episodios depresivos, otorga una mayor dimensión trágica a una trayectoria que solo tuvo tiempo para concebir dos referencias. Una de ellas, la última, fechada originalmente en 2016, se postula como una extraordinaria y descarnada novela situada en un barrio ficticio -aunque fielmente inspirada en el lugar de nacimiento de su autor- perteneciente al país caribeño que sirve de bullicioso contexto para el pasional y traumático despertar afectivo de su protagonista. Narrado en retrospectiva por un ya maduro y desilusionado personaje, su voz rebusca en un pasado en el que la aparición de un nuevo “hermano” significa una alteración en su entorno, pero también cristaliza como su primerizo, y a la postre último, objeto de deseo. Una inesperada situación que deriva en el tránsito desde una época infantil a la toma de conciencia adulta, una novedosa época que destapa su instinto carnal, al mismo tiempo que le ofrece impactantes revelaciones -por ejemplo- en forma de rostros conocidos amparados por la dictadura. Las páginas de esta novela condensan de tal forma esas sensaciones que brotan con furia entre los jóvenes que van descubriendo la vida en la calle que parecen impregnadas del sudor que arranca la continua presencia del sol o rociadas por el olor de las feromonas invocadas por pulsiones iniciáticas. A veces bajo el paisaje barrial que retratara Vargas Llosa en “Los cachorros” y otras con la erótica lumpen de Pasolini, que en su cenit libidinoso remite a Mishima, sin embargo el tono prioritario de la narración es alimentado por un desencanto, por momentos transformado en un desprecio digno de Henry Miller, que se instala como un lamento desgarrador. “El amor de los hombres solitarios”, en definitiva, es una oda a esos territorios que, pese a su naturaleza hostil e inconsistente, donde las favelas son el único decorado para las postales y la rutina se construye bajo una escurridiza moral, son capaces de hacer germinar hallazgos pasionales irrepetibles. Arrebatados y viscerales pasajes que su fogonazo es de tal magnitud que pueden mantener su llama prendida toda una vida. Una extraordinaria y descarnada novela, situada en un barrio ficticio, que sirve de bullicioso contexto para el pasional y traumático despertar afectivo de su protagonista.