2024 UZT. 07 LOS HEREDEROS DE LEKUONA El collage renace en Iruñea En plena era del diseño digital, el collage de papel y tijeras cobra fuerza en Iruñea de la mano de un grupo de artistas que se hacen llamar Tacto Sutil. Su nombre reivindica a un pionero vasco en esta técnica que falleció en 1937 durante el bombardeo de Fruiz: Nicolás de Lekuona. Idoia Zabaleta | FOKU Aritz Intxusta Este reportaje será devorado por las tijeras de sus protagonistas más tarde o más temprano, así que hay que leerlo antes de que lo hagan trizas. Se hacen llamar Tacto Sutil Kollage Taldea y surgieron en el año 2020. Plantó la semilla Aitzol de Carlos cuando expuso sus collages en una pequeña y muy cuidada librería de viejo de Iruñea: Re-Read, en la calle Zapatería. De Carlos realizó varias visitas guiadas a su exposición, una muestra que acabó acompañando a los libros. Mientras explicaba un collage y el siguiente que había compuesto durante un encierro que le resultó duro, lanzaba anzuelos a ver si, entre los asistentes, había algún otro artista del collage oculto o en potencia. ¡Y vaya si picaron! «Estaba íntimamente convencido de que no estaba solo. Me decía a mí mismo que tenía que haber más gente en Iruñea a la que le gustara el collage y, entre ellas, personas interesadas en hacerlo juntas», asegura De Carlos. A partir de ahí, los cruces de teléfonos, las primeras citas con revistas bajo el brazo, con carpetas llenas de imágenes encontradas aquí y allá, con las tijeras y el pegamento. Que no hace falta más. Dos collages de Nicolás de Lekuona, figura que reivindica el grupo iruindarra. El primero de ellos combina collage y gouache sobre papel de estraza y data de 1934. El segundo es un collage fotográfico sobre un dibujo a lápiz y se realizó en 1935. Pasan los meses, ya van para cuatro años, y el grupo de artistas del collage cuaja. La Asociación Fotográfica y Cinematográfica de Navarra (AFCN) se convierte en sede oficiosa de encuentros quincenales. En esas citas llegan a aparecer más de veinte personas y, aunque la composición fluctúa con el paso del tiempo, el núcleo de Tacto Sutil acaba formándose en torno a una decena de artistas. Cada uno de ellos llegó por su propio camino hasta el collage: el de la fotografía, el de la pintura, el de los ilustradores o el de los ratones de biblioteca. «El collage me aporta libertad, surrealismo, una salida de la vida real. Esta técnica te da la oportunidad de crear mundos diferentes a este, puedes dejarte llevar por la intuición», explica De Carlos para transmitir el porqué se ha embarcado en esto. Este artista confiesa su afición por merodear por los rastros de viejo en busca de fotografías antiguas con las que construir sus mundos. Encontró, por ejemplo, imágenes de una familia de Dax sin identificar en un puestecito de la Plaza del Castillo. Las fotocopió, las cortó en tiras verticales y las recompuso, aunque ya no son del todo iguales. Repitió algunas tiras, las volteó «cara arriba» y «cara abajo», les añadió más ojos y las resignificó creando otra cosa. «No sé quiénes son, pero ahora me unen lazos invisibles con esta familia. Mientras trabajo con sus imágenes, fabulo con sus vidas. En esos ratos, el reloj y el móvil quedan en otra parte y el tiempo se me va. Me gusta trabajar pausado, a mi ritmo», continúa mientras prepara una próxima exposición con tatuajes como temática para exponerla en Elizondo. Obra de Arantxa Jabato. ORÍGENES CUBISTAS Que en Iruñea haya afición por el collage no es una rareza. El origen de esta disciplina artística se atribuye a los cubistas y fue un éxito desde su inicio. La paternidad la comparten Braque y Picasso. El primero pegó un trozo de papel pintado que simulaba madera en un lienzo en 1912. Su amigo malagueño lo vio y se entusiasmó con la idea consolidando la técnica, profundizando en ella al añadir trozos de partituras a sus trabajos y, sobre todo, popularizándola. Detrás llegaron los surrealistas, los constructivistas rusos y los dadaístas para demostrar su enorme, infinita, versatilidad. A tal punto que hoy es extraño que los artistas plásticos no cultiven el collage, en mayor o menor medida, en algún momento de su carrera. Lo excepcional de Tacto Sutil es que se trate de que trabajan en grupo. Colectivos como este existen los hay contados en Europa. Los hay en Madrid y Barcelona, en Edimburgo, otro en el norte de Italia... En Euskal Herria, solo en Iruñea, por el momento. Y la capacidad de trabajar en grupo, sumada a una serie de virtudes propias del collage y de estos artistas, han hecho que el fenómeno cobre entidad a nivel de ciudad. Obra de Ana Araújo. El collage tiene la capacidad de producir obras de arte bastante rápido -aunque en Tacto Sutil haya autores más “sesudos” y otros más “ligeros”, que disfrutan dejándose llevar-. Los integrantes del grupo artístico, relativamente amplio, añaden a esto el hecho de que recortan, pegan y crean por puro placer, sin buscar una recompensa económica, aunque varios de ellos tengan modos de vida relacionados con el arte. Principalmente, quieren que sus collages se vean. Y eso hace que lo mismo expongan en la AFCN que en pequeños comercios y establecimientos del centro de la ciudad, sea como colectivo o de manera individual. O que se animen a colaborar con otros eventos, como el Salón del Cómic de 2022. Sus obras, por esto, han saltado desde el inicio los rígidos límites de las galerías de arte. Esto les ha dado una presencia en la ciudad que, de inicio, era difícil imaginar. En consecuencia, gran parte de la producción no son collages pensados para un circuito cerrado de expertos que emplean claves inescrutables para los profanos. Muy al contrario, en su mayoría las obras están pensadas para poder dialogar con personas de la calle, como si el fin último del colectivo fuera salpicar con guiños surrealistas el entorno donde viven. Obra de Aitzol De Carlos. Además de una presencia física accesible, están las redes sociales. A pesar de que en Tacto Sutil son de tijeras y no de Photoshop, luego difunden sus trabajos a través de internet, principalmente en Instagram, donde la mayoría de integrantes del grupo ha abierto una cuenta. Esta tónica popular y la ligereza que se presume al collage, sin embargo, puede llevar a equívoco. Las obras que nacen en el grupo no carecen de profundidad y los integrantes de Tacto Sutil tienen una formación teórica sólida en Bellas Artes. Saben qué están haciendo y exploran con rumbo. Marisa Maestre es uno de los referentes actuales del collage estatal. A finales de mayo, vino a Iruñea porque Tacto Sutil le invitó a que les formara con un taller. «Lo que me sorprendió es que fueran tan trabajadores: el entusiasmo que ponían por todo», confiesa. Maestre se sumergió en el collage analógico como «válvula de escape» de las pantallas y los diseños digitales con los que se ganaba la vida. Considera que es una técnica muy satisfactoria, «efectista» y hasta «democrática», pues ni hace falta invertir dinero ni tener talento dibujando. Además, es «inmediata», porque «ni siquiera tienes que esperar a pegar todo para ver qué va a salir». Blas Campos recaló en Tacto Sutil tras una vida dedicada a la fotografía. «Yo vengo de la tradición del fotomontaje. Mi nexo con el collage está ahí», explica. Ya desde joven participó en talleres organizados en Iruñea sobre esta técnica, impartidos por el aragonés Pedro Avellaner o el argentino radicado en Catalunya, América Sánchez, que cultivó el cartelismo. Al fotógrafo le fascina Josep Renau, el cartelista valenciano que destacó por su trabajo militante contra el antifascismo y que falleció en la República Democrática Alemana siete años antes de la caída del muro. Obra de Sole Artola. Campos prefiere trabajar solo y muchas de las veces elude las quedadas quincenales. Sus collages tienden hacia lecturas políticas y son sólidos, racionales, contundentes. «Primero necesito tener una idea muy clara sobre qué es lo que quiero -asegura-. Hay compañeros que, en tres horas, son capaces de completar una obra, que trabajan intuitivamente dialogando con las imágenes. Yo no funciono así. Busco los elementos específicamente. Suelo centrarme en un artista en concreto. Luego tengo que determinar el tamaño de cada elemento, su posición y la proporción… Me lleva meses. En algún caso, he estado un año». Lola Azparren da clases a niños y adultos y sostiene que su actividad como artista del collage le ayuda a entender el mundo en el que vive. «Vivimos ante un bombardeo constante de imágenes. Nos manipulan y no tenemos una cultura de la imagen», señala. Esta licenciada en Bellas Artes confiesa que el collage le permite «desarrollar un proceso creativo interesante que, en mi caso, tiene que ver con el mundo de la infancia, con recuperar la forma de mirar de un niño». Arantxa Jabato, la más joven del grupo, es la primera que ha recibido reconocimiento internacional, concretamente en un certamen sobre collage en Italia, cuya temática era la pobreza. A diferencia de su compañero Campos, se deja arrastrar por las imágenes y disfruta en las quedadas habituales, que a veces incluyen retos o propuestas comunes, como usar a un artista plástico como nexo o el propio taller que impartió Maestre sobre creatividad y libros de autor. El trabajo premiado de Jabato acabará formando parte de un libro editado en Italia y reflexiona sobre el cambio climático, la escasez y la guerra como elementos generadores a esa pobreza en torno a la cual giraba el certamen. «Trabajé la idea de si el hombre no cambia, el futuro de la especie humana es incierto. Por eso debemos recordar y tener presente las consecuencias de nuestras acciones sobre el planeta», explica Jabato. Obra de Ana Castro. EL CONCEPTO DE TACTO SUTIL A pesar de que la denuncia y la vertiente social están muy presentes entre los miembros del colectivo y que, como grupo, han respondido ante debates propios de la ciudad, como el que suscitó el proyecto de un parking en la Plaza de la Cruz, Tacto Sutil no ha elaborado un manifiesto al estilo de las vanguardias que explique qué están haciendo. La principal declaración de intenciones está escondida en su propio nombre. El concepto «tacto sutil» hace referencia a un artista guipuzcoano del collage poco conocido en Euskal Herria, Nicolás de Lekuona, fallecido en 1937 y cuya figura este grupo reivindica. «Tacto sutil es un concepto que, en mi opinión, lo abarca todo. Es la definición de lo que hacemos. Vamos recortando con cuidado, con el tacto. Sacamos las imágenes y las unimos formando una nueva de modo que casi se tocan, pero en el fondo no se tocan. Intentamos hacerlo de forma sutil, para que encajen. Por eso pienso que nos movemos en esa idea que proponía Lekuona», asegura Raúl Oloriz. Oloriz llegó al grupo por el camino del creador de collage puro. Comenzó a recortar imágenes con 18 o 19 años y desarrolló la vertiente reivindicativa. Trabajó siempre solo, en casa, hasta que esa exposición cuasi fundacional de Aitzol en ReRead le hizo salir de casa y sumarse a esas quedadas quincenales. Hoy es un miembro muy activo que, además de realizar collages, también imparte talleres en espacios artísticos de la ciudad. La obra de Lekuona se encuentra hoy dividida entre el Bellas Artes de Bilbo y el Reina Sofía. Este joven talento guipuzcoano fue una estrella fugaz. Desarrolló toda su obra en apenas seis años, hasta que una bomba le segó la vida el 11 de junio de 1937 de forma trágica y carente de sentido, pues era camillero del bando franquista y murió por fuego amigo en el bombardeo de la Legión Cóndor sobre Fruiz. Expertos en la vida y obra de Lekuona, que murió con 23 años, sostienen que su presencia en el bando fascista fue más bien accidental, derivada del lugar en el que se encontraba cuando se dio el golpe. «Por los ambientes que frecuentaba, era más probable una filiación republicana, pero en cualquier caso no nos dejó pistas sobre cuál era su orientación política», sostiene Raúl Martínez, responsable de las pinturas y dibujos realizadas hasta 1939 que se conservan en el Museo Reina Sofía. Varios de los miembros del grupo, retratados por Beatriz Molina: Blas Campos, Raúl Oloriz, Ana Araujo, Lola Azparren, Iñaki Cabodevilla, Carmen Zoraquiain y Aitzol De Carlos. «Lekuona destaca, sobre todo, por el carácter experimental de su obra. Hace de todo: pintura, dibujo, fotografía, collage», precisa Martínez. El experto del Reina Sofía asegura que, de aquellos años, hay muy pocos collages en su colección en su museo, más allá de Benjamín Palencia y la Escuela de Vallecas, cuyo trabajo también influenció en Lekuona. Aunque en 1936 estaba de vuelta en Euskal Herria, gran parte de su obra la realiza en Madrid, adonde llegó para estudiar arquitectura. Martínez subraya que, de la obra del ordiziarra le sorprende la influencia de la vanguardia centroeuropea y de la Bauhaus. El Museo de Bellas Artes de Bilbo ha expuesto, hasta principios de este año, una maleta donada en 2019 por la familia de Nicolás de Lekuona, en la que estaban guardados durante décadas objetos personales, materiales impresos, cuadernos de notas y apuntes de dibujo. Martínez apunta un detalle clave en el que es difícil caer. ¿Cómo pudo conocer Lekuona las vanguardias centroeuropeas o a los expresionistas polacos? La respuesta está en las revistas que leyó. «Tuvo que tener acceso a la ‘Gaceta Literaria’, a la que editaba la propia Bauhaus o a la ‘Revista de Occidente’, que sí daban cuenta del arte que se producía en aquella parte del mundo esos años», asegura el especialista del Reina Sofía. Las revistas y su papel para difundir tendencias artísticas cierran el círculo. Convirtieron a Lekuona en el artista que fue y hoy son material de trabajo sus entusiastas seguidores de Iruñea… y de todo el que quiera. Pues ahora ya sí, es el momento de sacar las tijeras.