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OSASUNA

Cultura y educación sanitaria mínima

Lavarnos las manos habitualmente, la forma de desinfectar una herida, beber ciertas bebidas para hacer frente a una gastroenteritis o la manera de descongelar alimentos son prácticas habituales, pero hacerlas de forma correcta requiere tener cierta cultura sanitaria.

(Getty)

El otro día una conocida me contaba que había estado dando a su hijo de 5 años puras frutas y verduras durante una gastroenteritis porque no le habían indicado hacer lo contrario. Esto me hizo pensar la escasa educación sanitaria básica que se nos da a la población y que, entre otras cosas, como la de esta conocida, estoy convencida de que también es una de las razones por las que la gente sigue creyendo y perpetuando mitos y malas prácticas relativas a su salud.

Y es que la cultura sanitaria, entendida formalmente como conjunto de ideas sobre la salud, la enfermedad y el funcionamiento del cuerpo humano que tiene un grupo social, se adquiere a través de la educación para la salud, que consiste en conseguir que la población adquiera conocimientos básicos en cuestiones sanitarias, necesarios para la prevención de enfermedades, los tratamientos en caso de urgencias o una nutrición adecuada. En definitiva, está dirigido a promover estilos de vida saludables formando a la población para que pueda contribuir en su salud individual y colectiva de manera responsable.

Por ejemplo, esta educación sanitaria básica nos hubiese ayudado a enfocarnos en otras cuestiones más específicas en vez de tener que insistir en la importancia de lavarse las manos para evitar contagios durante la pandemia del covid-19. O respondería a las eternas dudas de: alcohol o agua oxigenada para desinfectar una herida, ¿sí o no?, ¿Aquarius para la diarrea?, ¿agua con limón para el estreñimiento?, ¿descongelar alimentos al sol supone riesgo leve?... Y así un largo etcétera.

Y es que las manos son la principal vía de transmisión de gérmenes y aún hoy en día miles de personas mueren cada año en todo el mundo por culpa de infecciones que se propagan a través de las manos. Por otro lado, el gesto heredado de generación en generación de desinfectar las heridas con alcohol o agua oxigenada no solo no desinfecta realmente, sino que “hiere” más esas células ya dañadas. Asimismo, cuando hay diarrea, el electrolito que perdemos no es sodio (sal), sino el potasio, y bebidas como Aquarius solo llevan una pequeña cantidad de este mineral que es el que ayuda a retener el agua que bebemos y, por tanto, a rehidratarnos en caso de diarrea. En la misma línea de lo anterior, ¿cómo va a ayudarnos a evacuar el agua con limón si precisamente se recomienda para cortar una diarrea? Y, ya por último, descongelar alimentos al aire libre, y no digamos al calor, es una práctica muy poco segura, puesto que las bacterias pueden proliferar libremente y causar serias enfermedades.

Así pues, una mínima cultura sanitaria resulta, sin duda, la principal medida para garantizar la seguridad de todos nosotros como pacientes.