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«NO ES UNA FALTA DE RESPETO A LA GENTE, ES UNA MUESTRA DE RESPETO A MI GENTE»

El futbolista de Derry, James McClean, vuelve a estar en el ojo del huracán tras dar la espalda al himno británico. Antes se negó a colgarse el emblema de la amapola. Entonces y ahora, siempre de frente y en público, ha dicho que es una muestra de respeto a «su gente».


El futbolista del West Bromwich Albion, James McClean, dio la espalda al himno británico del «God Save The Queen» durante un amistoso celebrado por su equipo en EEUU. Las críticas más furibundas y las amenazas de muerte no se hicieron esperar. Tampoco los mensajes de ánimo y apoyo, particularmente en Irlanda.

Para este jugador natural de Derry, norte de Irlanda, no era la primera vez en la que mostraba sus sentimientos ni en la que explicaba sus razones. Tenía «antecedentes» y la prensa más sensacionalista y patriotera británica ya le tenía «cogida la matrícula». No en vano, cuando militaba en el Wigan de la Premier League inglesa y en el marco de un partido contra el Bolton que coincidía con el «Remembrance Day» –en recuerdo a los soldados caídos en la Primera y Segunda Guerra Mundial– ya se negó a ponerse la amapola en su camiseta. Esta flor es el emblema de esa conmemoración pero como el propio McClean declaró en su momento: «para la gente del norte de Irlanda como yo, y específicamente para los que somos de Derry, escena de la masacre del Bloody Sunday –donde el ejército británico mató a 14 civiles católicos irlandeses–, la amapola tiene un sentido muy diferente». Para añadir que ponerse ese emblema «sería visto como una falta de respeto por esa gente, que es mi gente».

Muy orgulloso de donde vengo

Las redes sociales británicas echaban humo ayer y se cargaron de poco veladas amenazas de muerte contra James McClean. Los «más educados» le instaban «a abandonar de inmediato la Premier si no es capaz de respetar el himno o la amapola» y la prensa más sensacionalista hacía de su gesto una «cuestión de Estado», un acicate para recalentar el debate patriotero. Aunque en menor número pero no menos organizada, la comunidad irlandesa también se activó y generó una ámplia corriente favorable a quien ya es un icono de su causa.

McClean no entró al trapo y prefirió tomar un perfil bajo en mitad de toda esa tormenta. En su página de Twitter no hacía ningún comentario sobre su gesto en el partido amistoso del domingo. Sin embargo, sugería a sus seguidores leer con honradez todos sus comentarios sobre el conflicto del norte de Irlanda y el Bloody Sunday.

Y si uno los lee desapasionadamente, simplemente ve la grandeza de una persona que cree que no puede hacer algo que está mal, «que si uno es hombre, uno debe vivir en coherencia con lo que piensa».

El gesto de McClean, según sus propias palabras, así como ponerse la amapola en la camiseta, «sería una falta de respeto hacia la gente que perdió su vida en el conflicto –y especialmente en el Bloody Sunday–. He sido acusado de muchas cosas, de cosas muy graves, de no honrar la memoria de las víctimas de la I. y II. Guerra Mundial. No soy un terrorista, no soy antibritánico, no soy belicista. Creo que todas las creencias religiosas y políticas deben convivir con respeto y solo pido a la gente que me respete».

McClean nació veinte años después del Bloody Sunday. Sin embargo, siempre ha tenido claro quién es y de dónde viene. Siempre ha defendido con honradez sus ideas y las ha expuesto en público con coraje. Por encima de críticas o amenazas de muerte, siempre ha manifestado su conocimiento de que no toda la gente estaría de acuerdo con sus sentimientos. Pero yendo de frente, dando explicaciones, ha esperado que sus razones fueran entendidas.

Y, sencillamente, para él dar la espalda al himno británico o negarse a llevar la amapola en la camiseta es una muestra de respeto al sufrimiento de su gente, a sus ideales. Su comunidad, la gente de Derry, seguro que estará muy orgullosa de él.