2015 ABU. 06 GAURKOA El movimiento cooperativo y el nuevo Estado vasco Antxon Mendizabal Profesor de la UPV En el reciente y magnífico congreso organizado por Mondragon Unibertsitatea sobre los retos de la autogestión en Euskal Herria quedaron cuestiones pendientes. Abordaremos aquí una aproximación analítica sobre dos cuestiones decisivas en su orientación y proyectiva: el potencial contexto sociopolítico en la conformación de un estado vasco y el correspondiente escenario socioeconómico donde pudiera expandirse la función y potencialidad de nuestro movimiento cooperativo en cada caso. Todo hace pensar que la creación de un estado vasco o de la construcción de una estatalidad adecuada a nuestros intereses como comunidad propia no se vislumbra en una perspectiva cercana. La posibilidad y la necesidad parecen caminar aquí por diferentes derroteros. La perspectiva de la necesidad es imperiosa, básica, de vida o muerte para nuestra convivencia y supervivencia cotidianas. La perspectiva de la posibilidad se encuentra con espacios obscuros y se enfrenta a obstáculos significativos. La orientación es sin embargo clara. Las democracias que desde el Estado español y desde el Estado francés se imponen sobre nuestra cotidianidad impiden nuestro desarrollo, destruyen nuestro pueblo y encadenan nuestra libertad. El agua de sus fuentes no sirve para calmar nuestra sed. Solo podemos avanzar, por lo tanto, en el camino de nuestra autoorganización política, de nuestra autogestión y de nuestra autosuficiencia. Estamos en Europa y no es difícil observar que el diseño monetarista, liberal, neoliberal y estatista de la actual construcción europea no es el espacio más adecuado para la recuperación moderna de nuestro estado navarro. Todo parece indicar que la consecución de una estatalidad propia será más posible en un contexto de lucha de los pueblos y clases trabajadoras europeas para la construcción de una Europa democrática, socialista y antimperialista. Una Europa socialista al servicio de sus clases trabajadoras y una Europa de los pueblos donde todas las culturas y naciones tengan las mismas posibilidades de desarrollo. Sin embargo, la historia está llena de sucesos impredecibles, y ello nos lleva a diferenciar algunas hipótesis posibles al respecto. Una primera hipótesis plantea la obtención del estado vasco vía elecciones democráticas y sin la intervención de violencia alguna por parte de los actuales estados de España y Francia. El modelo responde a la actual lógica del movimiento soberanista catalán, de Escocia, Quebec, Flandes, a la reciente conformación de Montenegro, Chequia y Eslovaquia o a la histórica de países como Noruega. La nueva República Democrática Vasca se inserta aquí en el contexto del mercado internacional y del sistema de acumulación capitalista dominante a nivel mundial. El cooperativismo vasco tendría como función actuar como núcleo democratizador y socializador, de desarrollo económico y social, impulsando los elementos más democráticos, socializadores y antiimperialistas del nuevo estado vasco en el contexto citado. La cristalización de este proceso pasa necesariamente, sin embargo, por un combate frontal contra las direcciones e ideologías tecnocráticas que luchan por transformar la experiencia cooperativa vasca en una realidad corporativista, asentada en una nueva clase media de ideología neoliberal y aislada de las problemáticas y compromisos económicos, sociales, políticos y culturales que la nueva realidad de crisis social, energética, económica, ecológica, política, y civilizatoria, exige a la clase trabajadora y al pueblo vasco. Es preciso diseñar también en esta primera hipótesis una mínima reordenación de la estructura socio-económica potencial de Euskal Herria, que nos permita visualizar el movimiento cooperativo vasco en el interior de una estructura de múltiples formas de propiedad, en el que el sector cooperativo actúe como foco socializador y democratizador de la propiedad y de la sociedad. Junto a este, un sector socio-comunitario que vehiculice las empresas e iniciativas nacidas al calor de la propiedad comunitaria, un sector de economía pública o de economía mixta (público-privada) que controle los recursos esenciales, un sector público-estatal, controlado por la comunidad, que asegure la provisión de los servicios básicos y un sector privado que vehiculice la iniciativa privada en la actividad económica y socio-laboral. Una segunda hipótesis nos muestra la consecución del estado vasco en un contexto conflictivo, donde tras muchos obstáculos y conflictos, la comunidad internacional obliga a la no intervención de Francia y sobre todo de España. Nos retrotraemos a la experiencia de Kosovo como muestra aproximada de este nuevo escenario. Aquí, la conflictividad inherente al cumplimiento de esta segunda hipótesis marca el proceso de crecimiento y desarrollo del nuevo estado vasco y parece sugerir la necesidad de una economía más compactada hacia el sector público; que adquiera a su vez un carácter más estratégico. El nuevo contexto exige así el fortalecimiento del proceso socializador, y este pudiera cristalizarse con la construcción de una nueva estructura cooperativa paraestatal, impulsada por el gobierno y que contara con la financiación y decisión del sector público. Dicho de otra manera, esta segunda hipótesis nos permite visualizar la convivencia de dos estructuras cooperativas (una de ellas paraestatal) que cuentan con el apoyo de un sector socio-comunitario, esta vez más integrado en la nueva propiedad estatal. En una tercera hipótesis, el estado vasco se construye en el interior de una Europa que reivindica la República Socialista Europea, en un contexto de aguda crisis social y política, que recogiendo las históricas reivindicaciones de los pueblos que la componen vehiculiza la autodeterminación y autorrepresentación de las comunidades subestatales y nacionales del continente. El proceso de independencia de Finlandia y Polonia, así como la construcción de las 15 repúblicas que habían conformado la unión de las repúblicas soviéticas en la Revolución Rusa de la segunda década del Siglo XX es, tal vez, pese a su distancia en el tiempo, la referencia más clara de este tercer escenario. Las derivaciones de esta tercera hipótesis nos reflejan una realidad diferente, mostrando un escenario dominado por los intereses sociales y la propiedad social, donde el grado de colectivización de la propiedad deriva a su vez de las alianzas de clase que han hecho posible la creación de un estado nabarro en una República Socialista Europea y del grado de conciencia sociopolítica adquirido por la sociedad vasca en este proceso. Este nuevo escenario posibilitaría la consolidación de un sector cooperativo socialista más entroncado hacia lo socio-comunitario, en el que la orientación socioeconómica y las grandes directrices se deciden de manera compartida entre las unidades cooperativas y los órganos correspondientes de planificación. Dos orientaciones básicas cimentarían la sostenibilidad de este proceso. La primera plantea una nueva relación mercado-planificación que a través de la planificación participativa permita seleccionar las necesidades y prioridades sociales fundamentales de la comunidad. La segunda exige la existencia de un sistema de participación obrera y popular, que abarca tanto los procesos socio-productivos como los sistemas de gestión cívico-ciudadana, que tiene por objetivo ubicar a los trabajadores y trabajadoras y sectores populares en el protagonismo del desarrollo económico-social y en la resolución de sus problemas específicos. Las democracias que desde el Estado español y desde el Estado francés se imponen sobre nuestra cotidianidad impiden nuestro desarrollo. Solo podemos avanzar, por lo tanto, en el camino de nuestra autoorganización política, de nuestra autogestión y de nuestra autosuficiencia