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Los acusados de Askapena abogan por el diálogo y piden su absolución

Diálogo para resolver los conflictos e internacionalismo como un valor clave. Este es el mensaje que lanzaron ayer los cinco imputados en la causa contra Askapena, que quedó vista para sentencia. Sus abogados rechazaron que ETA instrumentalizase el colectivo, situando a los activistas como víctimas de la «voraz política de ilegalización».


«Se nos ha tratado como títeres de una organización con la que no tenemos contacto alguno. Y ser títere es ofensivo». Con estas palabras, Walter Wendelin, uno de los cinco imputados a los que el fiscal pide seis años de cárcel por su actividad dentro de Askapena, rechazaba ayer que la organización internacionalista hubiese sido instrumentalizada por ETA. El proceso contra Wendelin, Gabi Basañez, Unai Vázquez, David Soto y Aritz Ganboa que se sigue en la Audiencia Nacional española quedó ayer visto para sentencia con la exposición de las conclusiones de la defensa y la última palabra de los acusados. Estos la emplearon para reivindicar el diálogo como método para resolver los conflictos, defender el trabajo internacionalista y denunciar la persecución a la que han sido sometidos. Ahora la decisión la adoptarán los jueces.

«Los derechos de los cinco imputados fueron arrollados, fruto de la voraz política de ilegalización. Solo podrán ser restituidos con la libre absolución y que se permita seguir a Askapena con su actividad». Amaia Izko, abogada defensora, resumía así la posición de los abogados, quienes insistieron en que la Fiscalía se aferra a «fuegos artificiales» y «ruido» sin poder presentar ningún tipo de prueba que sustente sus tesis.

Por una parte, los letrados rechazan que Askapena haya formado parte de Xaki, que ya fue ilegalizada en el caso 18/98, y únicamente apuntan a la posibilidad de que existiese un intento de «instrumentalización» por parte de ETA durante los años 1998 y 1999 que quedó abortado en 2000. Según remarcó la letrada, el juicio ha demostrado que el colectivo internacionalista sí que mantenía relaciones con otros grupos de la izquierda abertzale, pero nunca de subordinación, sino enmarcadas en su labor política. En este sentido, rechazó que el Grupo de Trabajo Internacional fuese una «órgano amancomunado» bajo la supervisión de ETA. Una falta de base de la acusación que queda demostrada tanto por el análisis de los documentos (única prueba a la que se aferran tanto fiscal como AVT y Dignidad y Justicia) como por los seguimientos practicados por la Policía española.

Izko recordó que existe jurisprudencia del Tribunal Supremo español que descarta que la falta de condena a ETA implique ser miembro de la organización. Una puntualización que se vio obligada a realizar después de que la sala haya hecho especial énfasis en preguntar si los imputados condenaban a ETA. En la misma línea, Eukene Jauregi, otra de las letradas, recurrió también a otras sentencias para recordar que el fallo en que se absolvió a los 20 procesados en la causa contra Udalbiltza remarcaba que todo aquel colectivo que es nombrado por la organización armada no tiene por qué estar fagocitado por esta ni ser parte integrante.

Finalmente, Jauregi recordó que las bases para acusarles son «charlas y brigadas». Es decir, «actividad política».

Euskal Herria y Catalunya

Tras las explicaciones de los abogados llegó el turno a los imputados. Uno a uno, los cinco se dirigieron al tribunal presidido por el juez Javier Martínez Lázaro y reivindicaron tanto su labor como su absolución. El primero fue Gabi Basañez, quien realizó un alegato en euskara a favor del diálogo como vía para resolver los conflictos. «La negociación política desatasca muchos dramas, aminora el sufrimiento y es un instrumento de primer orden para cerrar los enfrentamientos, ya sea en Colombia, en Irlanda, en Cataluña o en Euskal Herria», enumeró. No obstante, también quiso dejar claro que ETA nunca les había instado a llevar el mensaje partidario de la negociación a otros lugares.

Unai Vázquez, por su parte, reivindicó los procesos de cambio desarrollados en América Latina e incluso trató de entregar a la sala un libro recientemente editado que firman él y el colaborador de GARA Luismi Uharte, titulado «La década ganada en América Latina».

Wendelin, que fue el tercero en tomar la palabra, insistió en que «nunca» habían tenido contacto con ETA y denunció que «los argumentos de la Fiscalía, de las acusaciones particulares y de los peritos nos crea una situación de indefensión y son de un desprecio ofensivo».

«Espero que algún día nuestros dos pueblos, España y Euskal Herria, trabajen en la comprensión, en la colaboración y en la no injerencia», remarcó David Soto, quien defendió el internacionalismo como un valor de solidaridad que «derriba muros de injusticia, de incomprensión y que pretende unir». Y Aritz Ganboa se mostró «orgulloso» de abogar por una resolución dialogada del conflicto vasco y abogar por el derecho de autodeterminación. Ahora la última palabra la tendrán los tres jueces de la sala.