2016 OTS. 29 KOLABORAZIOA Adaptarse al cambio constante de la asistencia sanitaria Aitor Montes Lasarte Médico de familia. Suscriben este artículo 766 estudiantes y 200 profesionales de diferentes ámbitos de la sanidad El mundo está cambiando. Hoy es posible, gracias a la tecnología, proponer sin grandes esfuerzos el cambio, protestar desde la comodidad del hogar. Con motivo de la OPE de Osakidetza, hemos podido saber que a través de change.org, una compañera ha empezado a recoger firmas en contra de los perfiles lingüísticos, en contra del euskera, pues no se oponen a la exclusión de aquellos que no acrediten el conocimiento del castellano. Personas que anhelan un puesto de trabajo fijo en un ente público, para los cuales el idioma (solo el euskera) puede ser un motivo de discriminación en el acceso al empleo. Excusatio non petita, dejan bien claro que no pretenden, en ninguno de sus planteamientos, vulnerar los derechos de los euskaldunes, ni plantear exigencias radicales. Simplemente, dicen, defienden el derecho al trabajo, como bien jurídico protegible por las instituciones. Los opositores que consideran el euskera discriminatorio carecen de los requisitos exigibles para trabajar en el Servicio Vasco de Salud. En primer lugar, no conocen siquiera el concepto de salud recogido en la constitución de la OMS. No saben, o quieren ocultar, que trabajamos en un modelo de asistencia integrada y centrada en el paciente. Todo ello implica adaptarse a las necesidades de los usuarios, incluidas sus preferencias culturales y lingüísticas. No atendemos a perfiles lingüísticos: somos personas que trabajan con personas, y debemos ser aptos para trabajar en euskera con todas aquellas que así lo exijan en cualquier punto de nuestra geografía. No ofrecer a un paciente el servicio en su idioma vulnera la ley, el código deontológico de los médicos y enfermeros, el código ético de nuestra organización, así como los criterios de calidad y seguridad clínica de cualquier sistema sanitario competente. No es aceptable imponer otro idioma a un paciente terminal, o negar el derecho a ser escuchado en su idioma materno a aquellos que están en situación de desamparo, fundamentalmente ancianos, niños, enfermos mentales o afectados por ictus. La reivindicación pone de manifiesto su ignorancia y falta de argumentos. Osakidetza está estructurada en OSIs que trabajan de forma coordinada e interrelacionada, no en compartimientos estancos. No se puede trocear en función de supuestas realidades sociolingüísticas. En Bilbao viven 80.000 euskaldunes, y el HUA (Hospital Universitario de Araba) ofrece atención especializada a usuarios del Alto Deba, un entorno predominantemente euskaldun. La atención sanitaria se centra en el paciente, que no se puede dividir en partes ni en territorios. Un euskaldun debe recibir el servicio en euskera desde su nacimiento hasta su muerte, de forma integrada, lo que incluye la pediatría, la atención primaria y la especializada, también en Gasteiz. Trabajar en Osakidetza exige cumplir unas mínimas competencias. Para ser médico de familia o pediatra no basta el título de licenciado, es obligatorio hacer la especialidad. Esto no discrimina a ningún compañero ni a otras categorías profesionales. Para atender a personas en un entorno bilingüe es indispensable el conocimiento, el uso y la oferta activa en los dos idiomas. Esto incluye las relaciones escritas, la documentación clínica. En una realidad cambiante, pronto existirá la historia clínica en euskera, y todo profesional del SVS deberá ser capaz de leer y trabajar en los dos idiomas. Impedir a alguien trabajar en euskera sí es discriminatorio, pero además hunde la calidad del sistema sanitario. Muchos compañeros lo tienen en cuenta y están intentando aprender euskera, un esfuerzo que es de agradecer. Solicitan a Osakidetza ayuda para su aprendizaje y formación, y tienen nuestro apoyo. El mundo está cambiando, y ya no tratamos la sífilis con mercurio. La asistencia sanitaria está sometida a un cambio constante, y hay que adaptarse y formarse de forma continuada. Precisamos profesionales capacitados, bilingües y que sepan afrontar las necesidades de nuestra sociedad. Plantear los perfiles lingüísticos como discriminatorios deja en evidencia una ignorancia del estado actual del conocimiento médico, de la medicina basada en la evidencia y de los modelos de implementación. Muestra una férrea voluntad de aferrarse a modelos sanitarios obsoletos y supone un reconocimiento implícito de su incapacidad e ineptitud para las cualidades que su trabajo exige. Podrían exigir a la dirección que les ayude a aprender o a formarse en euskera, pero no lo han hecho. Deberían adaptarse al cambio, y no intentar cambiar la realidad en detrimento de los pacientes, de las personas. Primum non nocere. No ofrecer a un paciente el servicio en su idioma vulnera la ley, el código deontológico de los médicos y enfermeros, el propio código ético de nuestra organización, así como los criterios de calidad y seguridad clínica de cualquier sistema sanitario competente