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Conocer para reconocer


El sábado pasado se realizó un acto de homenaje a víctimas del franquismo en Donostia organizado por la Secretaría de Paz y Convivencia. Hemos escuchado críticas tachando el acto de electoralista, extendiéndose a nuestra participación en él. Ciertamente, compartimos la crítica de que el acto era electoralista, estaba inspirado en el cálculo político tanto en la selección de la fecha, en su orientación, como en su ejecución. Sin embargo, haber denegado nuestra participación en un acto de homenaje de las víctimas del franquismo por cálculo político nos hubiese situado exactamente en el mismo lugar de quienes ahora criticamos.

Estuvimos. Hicimos el esfuerzo porque nos debemos a los homenajeados, no a los organizadores del homenaje.

Además de ese encuadre general que nos movió a arropar a todas y cada una de las víctimas del franquismo que allí estuvieron y a las que no estuvieron, hay otro aspecto más específico. Concretamente, acompañamos a una, cuya historia quiero reproducir aquí, por las especiales circunstancias que presenta.

Begoña Martínez de Murgia era, es, hermana de Mikel. Mikel “Murgi” y Joxe Benito Mujika “Xenki” fueron objeto de una ejecución extrajudicial en Lekeitio el 20 de septiembre de 1972 por parte de la Guardia Civil franquista. Xenki recibió un tiro en la garganta por un francotirador al asomarse a la ventana. Murgi intentó negociar su entrega, desprendiéndose de sus armas, recibiendo entonces 20 impactos de bala por la espalda. La autopsia así lo ratificaba. 20 orificios de entrada en la trasera de su jersey naranja. 20 perforaciones con bordes quemados que atestigua que se le acribilló a una distancia de entre 1,5 y 2 metros de distancia. El testimonio de los presentes así lo corroboraba: ni un solo tiro salió del lado de los voluntarios de ETA.

La familia no pudo despedirse del cuerpo sin vida de Murgi. Peor aún, días después su madre y hermano fueron detenidos y sufrieron malos tratos en la Comandancia de La Salve. Siguieron recibiendo amenazas en años sucesivos. El hostigamiento y persecución a la familia siguió incluso a la hora de acceder a un trabajo. A día de hoy, por no tener, no tienen ni certificado de defunción.

La versión oficial que se asienta es la de que Murgi y Xenki murieron en un enfrentamiento. La Guardia Civil franquista había actuado en defensa propia. Sus muertes fueron legítimas. Estuvieron bien, en términos actuales.

Parece que el catálogo de atrocidades no pudiese ampliarse más. Pero es que a Murgi y Xenki se les niega la presencia en los “Retratos de la Memoria”, el documento que la Secretaría de Paz y Convivencia envió a los ayuntamientos para que sobre ellos se establezca una memoria presuntamente completa.

Es necesario decir que el alcalde de Lekeitio, así como el pleno de Zarautz, solicitaron a la Secretaría de Paz y Convivencia que fueran incluidos en los retratos de la memoria. La respuesta del Gobierno es negativa, al existir, dicen, versiones contrapuestas entre enfrentamiento y ejecución. Parece que en el Gobierno Vasco todavía anidan interpretaciones que amparan a un cuerpo militar franquista. Imaginen en la Euskal Herria continental que se situase en esos términos el debate sobre la muerte de un luchador de la resistencia anti-nazi.

Sin duda, invitar a Begoña Martínez de Murgia a ese acto de reconocimiento a las víctimas del franquismo es una contradicción. Siendo benévolos, tal vez una velada rectificación. Desde nuestro punto de vista, estar allí era un pequeño escalón para una familia absolutamente abandonada, que lamentablemente debe todavía pugnar por el reconocimiento, por la reparación. EH Bildu y yo mismo estamos bregados en ayudar a realizar ese camino hasta el fin. Desgraciadamente, un camino que se recorre a pasos demasiados pequeños.

Begoña compareció en la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento de Gasteiz junto con otras víctimas relegadas, marginadas, para aportar su testimonio. Y para exponer sus expectativas ante la tramitación de la Ley para Víctimas de vulneraciones de derechos humanos: ser incluidos en dicha ley, obtener la reparación y reconocimiento institucional.

Saco una primera conclusión de las comparecencias: esa maldita categorización de las víctimas, incluso entre las que comparten época y perpetrador, llega incluso a ser interiorizada, atenaza de tal manera a las víctimas más abandonadas que luego son las que más bajo ponen el listón del reconocimiento y de la reparación.

EH Bildu quiere alzar hasta el máximo ese listón. Quiere acompañar a esas víctimas postergadas hasta el final del camino. Acompañar a que sean visualizadas ante la sociedad. A que su sufrimiento sea conocido. Y así pueda ser reconocido. Incluso aprovecharemos para ello actos con los que discrepamos en su fecha, orientación y ejecución.