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MIKEL OTERO
CABEZA DE LISTA DE EH BILDU AL CONGRESO POR ARABA

«Sin la ciudadanía no vamos a ningún lado, hacía falta recordárnoslo»

Mikel Otero (Alkiza, 1972) ha sido el rostro visible de la lucha contra el fracking en los últimos años. Ahora este bombero ha decidido dar el salto del tejido asociativo a la arena política, encabezando la lista de EH Bildu al Congreso por Araba. Espera recuperar el escaño que perdió la coalición el 20D, en un nuevo momento con «elementos que llaman al optimismo».


Ha sido el portavoz de Fracking Ez Araba durante años y ahora se presenta como candidato de EH Bildu al Congreso de los Diputados. ¿Ha resultado una decisión difícil?

Sí, esta decisión ha tenido varios componentes que han hecho que haya sido difícil. Soy muy feliz con mi trabajo de bombero y estoy muy contento con el trabajo que he realizado en el tejido asociativo, en el ámbito del fracking y en otros distintos. Pero cuando EH Bildu me pidió que fuera el candidato y las bases lo refrendaron fue un momento importante para mí, porque se trata de un proyecto político en el que confío. Sé que en los próximos años se van a decidir muchas cosas que van a condicionar la vida de la gente, y tengo la sensación de que se trata de un momento histórico, porque la Transición y el Estatuto ya están agotados. Además, estamos al final de un ciclo de neoliberalización de la economía y de empobrecimiento de las clases populares. Esa conjunción de elementos me animó a tomar parte en este proyecto, a poner mis capacidades al servicio de EH Bildu.

¿Cómo ha vivido el salto del tejido asociativo al político?

Ha sido a las puertas de una campaña electoral y he sentido un acelerón importante en lo que respecta a los ritmos. En la política el ritmo es más rápido. Otra gran diferencia es el protagonismo que te dan los medios, porque al ser cabeza de lista al Congreso por Araba hay un foco personal. Pero un proyecto político depende de muchas personas, que van trabajando y sacando adelante propuestas. Me gusta poco esa exigencia de tener que saber sobre todos los temas y tener que aparentar que sabes cuando no es así. Es algo que no llevo bien e intento no hacerlo.

Su caso no es único, el candidato de Unidos Podemos también procede del ámbito asociativo. ¿Se ha abierto la puerta a una nueva forma de hacer política?

En el caso de EH Bildu la entrada de una persona con mi perfil es una muestra de pluralidad, aunque es cierto que no es la primera vez que una persona procedente de los movimientos sociales pasa a un partido. Es verdad que hay un hartazgo con la figura del político profesional, que no se sabe muy bien si está para el interés del partido, de la gente o para buscarse un puesto en una empresa a través de las puertas giratorias. En este sentido, creo que las personas que venimos de los movimientos populares, donde la única satisfacción que te llevas es la del trabajo bien hecho, podemos impulsar el trabajo con las bases, tal y como ocurre en los movimientos sociales.

El 20 de diciembre EH Bildu perdió su escaño por Araba, ahora presenta un nuevo candidato. ¿Se ha producido un cambio en el proyecto?

En lo sustancial, el proyecto político que ofrece EH Bildu a la ciudadanía alavesa sigue siendo el mismo. De hecho, los ejes sobre los que se va a basar nuestra actividad en Madrid no cambian demasiado. Estamos hablando de pelear por los derechos sociales, de pelear por el derecho a decidir, y de seguir dando pasos y avanzando en el proceso de pacificación, normalización y convivencia. En las elecciones anteriores nos costó transmitir el mensaje de que EH Bildu va a pelear por los cambios sociales, y esta vez vamos a insistir en que la coalición será un activo en el cambio social, una opción que sume para abrir oportunidades de cambio.

¿Cuál es el margen de acción que puede tener una coalición como EH Bildu en Madrid?

La respuesta depende de la representación que consigamos. No tiene nada que ver tener dos diputados a tener siete en el Congreso. Ademas, sabemos que nuestra labor va a depender de cómo se articulen las mayorías y del peso que tengamos formaciones como EH Bildu, PNV o ERC, que parece que vamos a ser claves. En algunos casos esperamos coincidir con el programa de Podemos, sobre todo en cuestiones de índole social, y en lo nacional podremos llegar a algún acuerdo con el PNV, siempre que salga de su aletargamiento y de la bilateralidad en la que está instalado. Asimismo, hay ciertas propuestas que podremos hacer. En el ámbito del fracking, por ejemplo, entendemos que hay medidas que podemos liderar, y lo mismo con Foronda o con el embalse de Barrón... Creo que es importante tener una voz, que se nos escuche, aunque algunas veces sea como clamar en el desierto.

En el caso de Araba la campaña está pivotando sobre iniciativas medioambientales...

Estamos viviendo una crisis económica y una crisis social, y envolviendo a todo hay una crisis medioambiental que se está empezando a percibir y que en los próximos años se va a notar más. Esto afecta a todo el mundo, pero en cada territorio tiene sus especificidades. En el caso de Araba, existen varias amenazas. Ya no solo hablamos de Garoña, cuya reapertura está en cuestión, también tenemos la amenaza del fracking, que sigue vigente y ha tenido un peso importante en esta sociedad durante los últimos años, y tenemos la del embalse de Barrón, que parece que responde más a un pelotazo que a las necesidades reales de regadío.

¿La ruptura del bipartidismo puede ayudar a acabar con esas amenazas? En los meses que ha durado la última legislatura se han aprobado medidas contra el fracking o la Lomce...

Es verdad que estos meses de legislatura han servido para demostrar que se pueden cambiar algunas cosas, por ejemplo con la aprobación de una iniciativa en la que se instaba al Gobierno español a prohibir el fracking, pero no debemos olvidar que el PP ha continuado con las políticas regresivas.

¿Y ese fin del bipartidismo puede dar pie a la integración de Trebiñu en Araba?

Ojalá sea así, pero confío en la vía que propone EH Bildu, la que pasa por lograr la integración de Trebiñu por la vía de los hechos, capacitando a la población. Es un camino en el que tenemos que seguir trabajando.

Entre las reclamaciones de EH Bildu figura la defensa del derecho a decidir, ¿qué se puede hacer para lograr que el Estado español respete la voluntad de las naciones sin Estado?

Cuando decimos que vamos a facilitar los procesos constituyentes que se puedan dar en el Estado estamos pensando en el abierto en Catalunya. Hay alianzas tejidas y se puede trabajar en la profundización de las mismas, seguir sumando fuerzas con los pueblos que no tienen reconocido el derecho a decidir. Pero tenemos que hacer aquí acuerdos de país, tenemos que poner en marcha un proceso constituyente e independentista para tener un altavoz. Sabemos que, vista la correlación de fuerzas en el Estado, este derecho no nos va a venir dado del cielo. Y que no va a llegar por ese camino de la bilateralidad, el de poner la mano a ver qué es lo que nos dan, como hace el PNV. El proceso catalán demuestra que los acuerdos primero se hacen en casa, y que el proceso avanza remando todos en el mismo sentido.

En cuanto a la resolución, ¿qué se puede hacer para avanzar hacia la paz? ¿Cómo se puede romper el inmovilismo estatal?

Haciendo bien nuestro trabajo. No nos podemos quedar esperando, tenemos que empujar para acabar con el inmovilismo, y para ello es necesario trabajar también en Euskal Herria. No obstante, creo que la situación de bloqueo a la resolución del conflicto tiene cada vez más detractores. Cada vez hay menos gente que apoya ese inmovilismo, y es más difícil mantener esa lógica. Incluso gente que podía ser ajena al conflicto ve la situación de los presos desde la perspectiva de los derechos humanos. El tiempo juega a nuestro favor y el Estado español se retrata a sí mismo como un Estado que no tiene compasión. Tenemos que seguir trabajando, dando pasos unilateralmente.

EH Bildu ha llevado a cabo el ciclo «Escuchar para Mejorar», ¿qué frutos cree que ha dado?

Estamos escuchando de todo. Propuestas, preocupaciones…. En las últimas elecciones nos hemos dado un coscorrón y creemos que hacía falta un acercamiento, un proceso de reflexión, recordarnos a nosotros mismos que sin la implicación de la ciudadanía no vamos a ningún lado. Y vemos algunos elementos que llaman al optimismo. El propio impulso que ha dado Arnaldo, ese ciclón de aire limpio con el que ha salido, también es un activo que ayuda en ese proceso. Siento que hay una flecha para arriba.

¿Qué les ha trasladado la ciudadanía en estos encuentros?

Vemos que la gente está preocupada por la situación de emergencia social, y nos piden que seamos insistentes, que actuemos con contundencia para cambiar esta situación. También nos recuerdan que, al igual que en el Estado español, en Euskal Herria las cosas están mal. La gente tiene la sensación de que la economía y su día a día se están «españolizando»; ya no hablamos de que se van los jóvenes de Extremadura, Andalucía o Valencia, sino que hablamos de que se están yendo los jóvenes vascos. Además, la gente está preocupada por la industria, porque nos decían que éramos una potencia industrial y ahora vemos cómo se está destruyendo empleo. Parece que nuestras industrias manufactureras han dejado de ser punteras y se ha terciarizado la economía.