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JULIE DELPY
ACTRIZ Y DIRECTORA

«Lograr un éxito de taquilla, en la práctica, no te garantiza nada»

Nacida en París en 1969, debutó como actriz a las órdenes de Jean-Luc Godard. Posteriormente trabajó en películas de Tavernier, Saura y Kieslowski hasta consagrarse con «Antes del amanecer» (1995). Desde «Dos días en París» (2007) dirige e interpreta sus propios largometrajes, siempre ligados al género de la comedia. Acaba de estrenar «Lolo», donde comparte protagonismo con Dany Boon.


Ni siquiera los rigores que impone la promoción de un largometraje hacen abandonar a Julie Delpy esa sinceridad que la ha llevado, a menudo, a estar en el centro de todo tipo de polémicas. La última tuvo lugar en marzo de este año, en plena campaña de boicot a los Óscar por parte de la comunidad negra, molesta por la ausencia de afroamericanos entre los nominados: «Simplemente dije que resultaba paradójico que mientras a las minorías se les hace caso en sus reivindicaciones, cuando estas vienen de una mujer nadie parece tomárselas en serio». Aquellas palabras le valieron acusaciones de racismo, si bien Julie Delpy optó por no tenerlas muy en cuenta ya que, según ella, «en Hollywood todavía prevalece una mirada un tanto infantil sobre las relaciones de género: una mujer con poder y mando invariablemente es vista como una cabrona, como una bruja de película de Disney. A veces pienso que si a Kathryn Bigelow la dieron el Óscar fue porque ella asumió esa indumentaria que le es propia a los directores americanos desde la época de Griffith, resultante de una mezcla entre piloto del Ejército y guía de safari que les hace presentarse en el set de rodaje vestidos como si fueran a cazar elefantes», ironiza la cineasta.

Quizá por eso, aunque tenga fijada su residencia en Los Ángeles, a la hora de dirigir e interpretar sus propias películas Julie Delpy prefiera hacerlo en los márgenes de seguridad que le procura la industria del cine francés, aunque ella misma reconoce que ni siquiera en su propio país es capaz de tener el margen de libertad suficiente para lograr hacer el cine que le gustaría: «Yo escribo muchos guiones, de hecho tengo más guiones escritos que películas rodadas, pero por alguna extraña razón solo encuentro financiación para hacer comedias. Según los productores es el género que tiene más fácil encaje en la sociedad actual, así que no me queda otra que adaptarme y servirme del humor para hablar de temas más o menos sombríos, pero siempre en clave lúdica». El último ejemplo de esa tendencia en su filmografía es “Lolo”, película que acaba de llegar a nuestras carteleras tras la gran respuesta de público que cosechó en el Estado francés: «En teoría, lograr un éxito de taquilla debería hacer que los productores confiaran en ti concediéndote un mayor margen de libertad para tus próximos proyectos, pero no es así, en la práctica no te garantiza nada. Ahora mismo estoy embarcada en la producción de mi siguiente largometraje, que es un filme de ciencia ficción y que como tal requiere una inversión superior a la media, y ya me han recortado dos veces el presupuesto inicialmente pactado», lamenta la actriz. Del mismo modo, se queja Delpy del encasillamiento como directora al que le han conducido sus triunfos en la comedia: «A mí el guion que verdaderamente me apetecería rodar es uno en el que llevo trabajando casi veinticinco años, inspirado en las conversaciones que tuve con Krzysztof Kielowski. Se trata de un drama acerca del destino y de la pérdida, pero a lo que se ve este es un argumento que espanta a los productores».

Pero mientras llega ese momento, Julie Delpy vuelve a jugar sobre seguro con “Lolo”, comedia donde narra la tormentosa relación sentimental que se da entre una hipocondriaca ejecutiva de la industria de la moda que carga con todos los tópicos que se le presuponen al parisino medio, petulante en sus formas y pijo como pocos, y un informático recién aterrizado desde Biarritz en cuya lista de retos está el de ganarse la confianza del hijo de su novia, un adolescente hiperprotegido con ínfulas de artista conceptual y un fondo perverso. Sobre este punto de partida y apelando a los signos de identidad que parecen definir la comedia francesa de última generación, Julie Delpy teje un entramado humorístico basado en el contraste de identidades: «Yo he nacido y crecido en París y puedo decir que es una ciudad terriblemente esnob en sus relaciones con el resto de territorios que conforman el Estado francés, hasta el punto de que para los parisinos todo lo que queda fuera de su ciudad viene a recibir la consideración de provinciano. Ese esnobismo se acentúa mucho en el mundo de la moda o en el del cine, industrias muy endogámicas, y me apetecía reírme un poco de ello». No obstante, para su intérprete y directora, “Lolo” no es una película que base su humor únicamente en las diferencias identitarias, por mucho que el protagonismo del actor Dany Boon nos remita a un modelo de comedia que ha alcanzado estatus de fórmula: «No, no se trataba de incidir en las divergencias culturales ligadas al territorio, ese tipo de humor le hubiese dado a la película un alcance exclusivamente local. Lo que me interesaba era explotar el estereotipo del hombre que se siente perdido en un entorno en el que, por mucho que intente integrarse, no encaja. Es una figura cómica muy básica, se la conoce como la del ‘pez fuera del agua’ y creo que está presente, en mayor o menor medida, en todas mis películas anteriores y es la razón por la cual estas han sido también disfrutadas por públicos extranjeros, porque al final se trata de un estereotipo universal. Es como hacer comedia sobre las disfuncionalidades en el entorno familiar, todo espectador, sea de donde sea, las asume como un argumento cercano a su propia experiencia, lo que me lleva a pensar que no hay familia que sea normal», explica, divertida, Julie Delpy. A pesar de moverse en registros bastante arquetípicos, la directora logra imprimir a su película dosis puntuales de hiriente sarcasmo, como cuando retrata la banalidad inherente al mercado del arte contemporáneo: «No he pretendido tanto hacer un retrato de esos ambientes  como desmitificarlos, teniendo en cuenta además que un sociópata como Lolo nunca podría llegar a ser un artista, es demasiado ególatra. Cualquier ejercicio de creación artística debe quedar alentado por una actitud generosa y dubitativa. La egolatría es útil para el mundo de las finanzas, por ejemplo. Ahí los sociópatas se encuentran en su elemento natural ya que se trata de ser implacable machacando a tus semejantes».

 

«Nunca leo las últimas páginas de los libros»

La película cuenta con un final abierto que, lejos de estar pensado como puerta a una posible secuela, refleja la convicción de Delpy de que le corresponde al espectador cerrar la historia: «De hecho –comenta la cineasta– nunca leo las últimas páginas de los libros porque no me gusta que las historias concluyan, prefiero ser yo la que imagine el recorrido que pueden llegar a tener. Supongo que es algo que tiene que ver con el miedo que siento ante la muerte, ante la idea de que todo acabe sin más. La vida continúa y siempre es pertinente pensar ¿que habrá pasado con estos personajes?, ¿cómo les habrá ido?, ¿cómo han madurado? Esa fue una de las razones que nos animó a mí, a Ethan Hawke y a Richard Linklater a retomar los personajes de ‘Antes del amanecer’ (1995) hasta hacerlos protagonistas de una trilogía».

La actriz reconoce que aquella película le cambió la vida: «Me dio seguridad en mí misma, como actriz y como guionista, y me hizo pensar que algún día me pondría detrás de la cámara para rodar mis propias historias».J.I.