2016 ABU. 18 ATLETISMO Kenia dorada y perdida Kipyegon (1.500) y Kipruto (3.000 m. obstáculos) ponen los oros, Kemboi anuncia su retirada y la final del 5.000 se queda sin keniatas Miren SÁENZ Kenia ha cogido carrerilla, aunque sus mediofondistas y fondistas sean capaces de lo mejor y lo peor. Los ganadores en el medallero por países del último Mundial de atletismo, disputado hace un año en Beijing, en Río están convirtiendo en oro disciplinas que hasta ahora se les escapaban pese a dominar rankings y reuniones comerciales. A Jemima Jelagat Sumsong, oro en el maratón femenino, le siguieron David Rudisha (800), Faith Chepngetich Kipyegon (1.500) y Conseslus Kipruto (3.000 m. obstáculos), éste última con un valor especial, porque se produjo tras las series de 5.000 metros de ayer en la que cayeron los tres keniatas y por primera vez desde 1980 no tendrán representación en esta final donde el sábado Mo Farah quiere completar su doblete. La final de 1.500 fue una revancha. Kipyegon, pese a ser la vigente subcampeona mundial y la líder del año, ha pasado bastante más desapercibida que Genzebe Dibaba, la pequeña de una saga etíope con hermanas y primas medallistas olímpicas, que aterrizó en Río dispuesta a aumentar el patrimonio familiar y se tendrá que conformar con la plata de Genzebe y el bronce de Tirunesh del 10.000. Un resultado aceptable si no te llamas Genzebe, la mujer que acabó hace un año con el carísimo récord de esta prueba obra una de las integrantes del ejercito chino de Ma. A la etíope que fue capaz de correr en 3:50.07 y que además es la plusmarquista indoor del 1.500, la milla, las dos millas, el 3.000 y el 5000 y por supuesto la mejor atleta del año 2015, en 2016 le han pasado muchas cosas. Algunas malas, como la detención de su entrenador por asuntos de dopaje y una lesión en un dedo. Tanto Genzebe como Kipyegon convirtieron un “milqui” lento y casi aburrido en una prueba que fue creciendo en emoción cuando la keniata decidió declararle la guerra a la etíope y no le dejó escaparse. La plusmarquista mundial por la cuerda y la recordwoman de Kenia (3:56.41) por donde podía se aguantaron lo justo hasta que Kipyegon se escapó en la última curva y batió el récord olímpico. Genzebe, oro mundial, ya le había ganado en el Nido pequinés pero no en el Estadio Olímpico de los tres nombres, donde la nueva campeona lloraba sobre la pista intentando creérselo. De Elgoibar a Río Otro keniata que no fue Ezekiel Kemboi defendió con éxito el oro en los 3.000 metros obstáculos. Kenia no lo pierde desde 1984 –incluso tiene dos tripletes de Barcelona'92 y Atenas’2004– y Conseslus Kipruto le dio el noveno consecutivo con récord olímpico (8:00.28). A sus 21 años, ya tiene una trayectoria. Campeón del mundo cadete y junior, es doble subcampeón absoluto y llegó a Río imbatido y con la mejor marca de 2016 (8:00.12). Así que el sucesor desplazó al maestro y bailarín Kemboi, asumiendo la responsabilidad en cuanto vio las intenciones de Evan Jager. El estadounidense terminó superando al tetracampeón mundial y doble campeón olímpico, desterrándole al bronce y un rato después el veterano Kemboi anunciaba su retirada en sus cuartos JJOO. El francés Mekhissi, subcampeón en Londres y Beijing, ayer cuarto, presentó una reclamación contra Kemboi que la IAAF pensaba estudiar de madrugada. Kipruto es el campeón olímpico número 16 que ha ganado en Elgoibar. El dato lo facilitó Zigor Díez, organizador del cross, que le invitó en 2013 coincidiendo con el 70º Memorial Mugerza. El keniata tenía entonces 18 años, se impuso en la Diamond League y regresó en 2014 aunque un flato le limitó al tercer puesto. También acudió el pasado enero, pero se lesionó y no corrió. Vallas jamaicanas Si los obstáculos son keniatas, las vallas largas nunca habían sido jamaicanas. Omar McLeod se colgó el primer oro en esta disciplina tan complicada como explosiva, que coronó al líder del año (12.98) marca que no mejoró en la final. El jamaicano le sacó 12 centésimas a Orlando Ortega –sexto en Londres como cubano y segundo en Río con la rojigualda– y 19 al francés Bascou. No hubo yankis en el podio por primera vez desde 1896, ni rusos por el veto al campeón mundial Shubenkov. También faltó Ukhov, el último oro en altura, cuya presencia según Derek Drouin no cambiaría nada. El canadiense une este oro al mundial y compartió podio con Barshim y Bondarenko, los perseguidores de Sotomayor. Sergio Fernández, sin final pero con récord Sergio Fernández se despidió de Río bajando por primera vez de los 49 segundos en los 400 metros vallas (48.87). La marca le permitió batir el viejo récord de España (49.00), que el 31 de agosto hubiera cumplido 29 años, establecido por José Alonso Valero en el Mundial de Roma’87 cuando ni siquiera existía el navarro nacido el 1 de abril de 1993. «Sergio tiene varios grandes talentos que son esenciales en el 400 v. La velocidad suficiente, el sentido del ritmo, la coordinación y la resistencia final. Además y aunque pueda dudar a priori, una vez que suena el disparo, surge toda su potencia y supera todas las barreras para competir magistralmente», le piropeó ayer el propio Valero. Un gran desenlace para el debut de este navarro en unos Juegos, que superó la primera ronda como 19º y accedió a semifinales por tiempos. Para la final se clasificaban los dos primeros de cada una de las tres «semis» y los dos mejores tiempos, y le faltó poco. Abonado a la incómoda calle 1, donde también disputó las series, el navarro afrontó la carrera sin complejos desde el sitio más complicado. Se tocaba el corazón en la presentación. Era el único de la serie que no había descendido de los 49 segundos y lo solucionó en esta carrera, con esa estupenda recta final que le está dando muchos réditos y le permitió escalar del séptimo al tercer puesto rozando el segundo. Terminó tercero en la primera semifinal, a solo dos centésimas del keniata Boniface Mucheru, segundo, en una serie dominada por el estadounidense Kerron Clement (48.26), subcampeón en Beijing y doble campeón mundial. ¿Qué hubiera pasado si hubiese corrido por la calle 5? El resto de sus rivales superaron los 49. Se quedó a menos de tres décimas de la ronda donde se juegan las medallas, por tres puestos. El último en acceder lo hizo con 48.64. Hubiera sido el broche perfecto a una temporada extraordinaria en la que el vallista de Barañain en junio sacó el billete a Río con 49.32, que luego mejoró a 49.02; en julio la medalla de plata en el Europeo de Amsterdam con 49.06 y ahora la marca. La progresión del atleta del Pamplona Atlético es evidente. El pupilo de Jesús Álvarez, instalado en la Blume de Madrid desde hace tres años, ya ha superado a sus predecesores: Iñigo Monreal y Txema Romera. M.S. CAMBIO «Kemboi estaba muy concentrado en retirarse con una medalla de oro, pero yo estaba preparado para batirlo. Me dijo que él iba a ganar. A veces te destruye mentalmente, pero yo le dije: dejemos que la pista decida quién es el rey». AGRADECIMIENTO«Estoy en el cielo, la sensación es indescriptible. He tenido problemas en el pasado, pero me recuperé. Todavía soy joven, espero que el récord mundial venga algún día. Allen Johnson es mi modelo, mi inspiración y se lo agradezco». CONCENTRADO«No sentía presión, no estaba nervioso. Estoy orgulloso de la forma en que salté. Traté de batir el récord olímpico (un ensayo a 2,40 m), pero no funcionó. A mi no me hace falta saltar en un estadio lleno, no presto atención al público».