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KANPAINA

Día D; hora H


Estamos a nada del día D, aunque todavía hay quien no sabe que este es un domingo electoral. Mi vecino del tercero, sin ir más lejos.

Cierto. Vivimos en mundos paralelos. Basta echar un vistazo al vecindario. Desde cada puerta en el rellano se entra a dimensiones diferentes. Vale que algunas están mas cercanas a otras y que a veces hasta las lejanas se aproximan en el ascensor, en el garaje o al comprar kiwis en la frutería de la esquina. De esto último saben mucho los del marketing político; por eso todavía hay quien mantiene en campaña la visita al mercado de frutas y abastos donde al parecer reside el verdadero I+D en forma de larga berenjena.

Hay, en cualquier caso, un día D en el que casi todos esos mundos paralelos del vecindario convergen, todos a una, en esas urnas que actúan como plataforma de conexión. Una frase trillada de hace años decía que la jornada electoral era la «fiesta de la democracia». Me alegro de que esté ya en el baúl de los recuerdos y de que hoy la fiesta de la democracia se resuma en que ha salido el sol, intentar adivinar a qué partido vota la joven que te precede en la cola y desear que ojalá gane el tuyo.

Este domingo cosmogónico esperaré al cierre de urnas y a que el día se llene de sentido; conjunción astral que se producirá cuando el recuento de las nueve haga añicos el sondeo de las ocho y los resultados definitivos revienten la extrapolación de las nueve.

Un compañero idealista casi me ha convencido de que esta campaña ha sido mejor que otras porque ha habido planteamientos y reflexiones intelectuales por parte de alguna fuerza. El día D observaré si las galaxias cercanas y lejanas son tan idealistas como él. Por el momento, en campaña el marketing general ha viajado por órbitas, digamos, más terrenales: berenjenas de mercado, flores rojas y gildas. Escuché decir a un experto en comunicación que lo más innovador que se ha hecho en esta campaña ha sido el «gilda truck» de los populares: guindilla, anchoa y aceituna para definir «el sabor que nos une». Será que se han picado, porque en alguna campaña anterior la izquierda abertzale repartió pinchos de chorizo, con auténtico aroma de crítica hacia los de la gilda.

Después del día D vendrá la hora H. Y ahí es cuando rompo una lanza por el idealismo. Veremos entonces si Aristóteles sigue vivo. Si se dejan de lado las políticas de partido y se piensa realmente en clave de país. Si, como preconizaba el filósofo, serán gobernantes de amplias miras quienes respondan de la responsabilidad contraída; la de mirar al vecindario y no a la misma puerta. Tras un día D decisivo, la clave estará en la hora H y en ver si se trenzan acuerdos de país.