2016 AZA. 21 GAURKOA Presoak kalera, presoen artelanak kalera Josetxo Etxeberria, Maitane Sagastume, Sergio Garcia Razkin y Sergio Lezkano Expresos Durante los años más duros del conflicto hemos visto todo tipo de situaciones kafkianas y todo tipo de embustes y justificaciones peregrinas para tratar de evitar que la censura se contemplara como lo que era, falta de democracia. Hemos visto a grupos de música vascos imputados por la justicia española; proclamas alarmantes en los medios llamando a boicotear a ciertos artistas; conciertos suspendidos por el simple hecho de aparecer un determinado músico vasco... la excusa era la «alarma social» y los «delitos» no eran otros que haber escrito algunas letras, haber hecho alguna declaración o firmar algún manifiesto de apoyo a los presos. Todo eso pasaba y pasa en España, la tierra sin odio, cuando de vascos se trata y más sin son solidarios con las personas encarceladas. Pero Euskal Herria no es excepción, el aliento a rancio cultural que llega desde allí y el infantilismo que le acompaña hace tiempo que se ha instalado en este país de la mano de adalides culturales cosmopolitas, no nacionalistas de furibundo patriotismo y algunos gestores con label regional. Allá por 1993 no se renovó el contrato de un cantante vasco en el circuito cultural Herriz Herri de una diputación jeltzale porque este había hecho referencia en una actuación a la muerte en comisaría de Gurutze Iantzi y Xabier Kalparsoro. En la misma década vimos como ETB censuraba a bertsolaris en Hitzetik Hortzera porque se les atragantaba el lema “Euskal Herria Askatu”. Eso sucedía en los 90 pero tuvo que cambiar el milenio para que los censurados fueran payasos y desaparecieran de los programas de fiestas por haber aparecido en un vídeo contra la dispersión de los presos. Siempre la excusa fueron los presos y presas hasta que le llegó el turno al refugiado. Así, después de haber concedido el Premio Euskadi de ensayo en euskara de 2010 a uno de los escritores más reconocidos de las letras vascas, los usurpadores del Gobierno Vasco de entonces (PSOE-PP) se pensaron retirarle el galardón pero, finalmente, solo retuvieron el premio económico que le acompañaba hasta que regularizara su situación, o lo que es lo mismo, se entregara para volver preso. También no hace mucho, las esculturas de un preso político vasco reunidas en la exposición “Aldharrikatuz” y los bertsos que las acompañaban (también de presos) vieron como el consistorio jeltzale de Sopela les denegaba la Casa de Cultura porque era un «tema sensible». Todavía aún ayer, nada que ver con presos pero si con los resabiados del régimen por perder el gobierno de Nafarroa, volvía la alarma social por la exposición de las hostias de Iruñea y se demanda censurar una obra que denunciaba a su manera la pederastia. Parecía que ya lo habíamos visto de todo hasta que llegaron las ferias de Altsasu. Los desbocados del periodismo y los descabalgados políticos de franquicia envalentonados porque España es como es y renovaba con el azul añil, nos escenificaron otro esperpento. Aquí también, nuevamente las tibiezas locales dieron pábulo y cobertura al embuste acrecentando la alarma mediática y convirtiendo al suceso en cuestión de estado. Se les había ido tanto el relato a todos que, la vuelta atrás podía resultar hasta ridícula. Por lo tanto, solo quedaba la huida hacia adelante, Tribunal de excepción y un precio a pagar que sí tiene que ver con los presos, siete jóvenes encarcelados. Este último episodio, nada tiene que ver con la cultura ni el arte, aunque tenga mucho que ver con el relato kafkiano o el teatro del esperpento y por tanto relación directa con el siguiente capítulo. Así, llegamos a la Capitalidad Cultural Europea de Donostia 2016 y a la exposición «Sin lugares, sin tiempo. Giltzapekoak: notas sobre la reclusión». La Fundación San Sebastián 2016 de la que forman parte el Ayuntamiento, la Diputación, el Gobierno Vasco y el Gobierno del Reino de España, no ha tenido otra cosa mejor que hacer que cubrirse de gloria censurando varias obras que no ofenden a nadie por el simple hecho de haber sido elaboradas por presos políticos o expresos. En esta ocasión, tan valiente ha sido la actuación de algunos comisarios de la exposición como mezquina la actitud del diputado de Cultura Denis Itxaso. Parten del reconocimiento de que las obras no tienen ningún contenido que pueda herir los sentimientos de nadie, pero basta con que sus autores sean quienes son para ser censuradas. Entonces, ¿capitalidad europea de qué? Como no lo sea de la censura y la discriminación no sabemos de qué puede ser capital, de la cultura al menos no lo es. Se confunde el reconocimiento del dolor de las víctimas (no herir) con buscar el aplauso de cierta asociación de «víctimas del terrorismo» convertida en lobby al servicio de una política concreta y determinada. Y, para ello, se sacrifican la libertad de expresión, la libertad de creación y se alimenta la discriminación pisoteando el principio de todos los derechos para todas las personas. El capítulo podía haber terminado ahí, porque Markel Olano, diputado general de Gipuzkoa, no tenía ninguna necesidad de echar sal en la herida aplaudiendo la decisión de Donostia 2016. Quizás obligado por ese pacto de gobierno jeltzale “no nacionalista”, su salida a la escena del esperpento vuelve a poner de relieve que aquí se es sumiso no solo ante las amenazas sino también ante las astracanadas. Considerar necesaria la retirada de los trabajos de presos y expresos y además no apreciar censura en tal hecho es poco tolerante, y aducir que el ejercicio de la libertad de expresión no puede ser ilimitado y que hiera a las víctimas es salirse del marco del cuadro ¿No quedábamos en que el contenido no hería a nadie? Entonces, ¿a qué víctimas puede no herir el contenido y sí la firma del autor? Probable y únicamente a aquellas instaladas en la irracionalidad o en la venganza. Pero aquí, más que de no herir la sensibilidad de las víctimas se trata de utilizar el dolor de las víctimas como ariete político y de la implementación de un relato y un final concreto. En el nombre de las víctimas se han cometido y se están cometiendo infinidad de aberraciones que el PNV parece no ver. Se ha dejado a los presos políticos vascos sin posibilidad de estudiar en la UPV; se han alargado arbitrariamente condenas como sucedió con la doctrina Parot y como sucede con el doble cómputo; se ahonda en la dispersión y el alejamiento castigando a presos y familiares; se ha hecho ingresar en prisión a presos gravemente enfermos tras excarcelarlos y se impide excarcelar a 11 presos enfermos; se han perseguido las fotos de los presos y se persiguen infinidad de actos de solidaridad con los mismos; se eliminaron los subsidios carcelarios unicamente para los presos políticos al salir de prisión; se ha querido limitar el acceso de los expresos a diferentes puestos de trabajo tanto en la administración como fuera de ella... ahora pretenden que ya no pinten nada. La censurada exposición durará hasta mediados de enero pero no esperaremos tanto para denunciar este despropósito y el intento de discriminar más aún a las personas encarceladas. Por eso, os invitamos a tomar parte con nosotros en la dinámica «Kalera kalera» que se avecina. Trataremos de dar luz a la libertad de los presos y presas y en esta ocasión también a su arte creativo. “Kalera, Kalera... Presoak Kalera, Presoen Artelanak Kalera” para poner fin al sinsentido vengativo y a las las inercias derivadas del esperpento español trasladado a Euskal Herria. El jueves 24 a las 7 de la tarde te esperamos frente al Koldo Mitxelena, sede de la exposición censurada. En el nombre de las víctimas se han cometido y se están cometiendo infinidad de aberraciones que el PNV parece no ver