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IKUSMIRA

Eufemismos varios de ayer y de hoy


Afirmar que el lenguaje no es inocente no es algo nuevo y menos aún en los tiempos que corren. Durante los años más duros de la crisis económica, cuanto más escaseaban el empleo y los derechos sociales, más se agudizó el recurso a eufemismos y circunloquios que, como si la gente fuera corta de entendederas, trataban de camuflar una realidad que de ningún modo era posible edulcorar.

Así, sus señorías tuvieron a bien enseñarnos que dejar a familias enteras sin casa no era un desahucio, sino una ejecución hipotecaria. Nos explicaron, en un alarde de bondad, que meter la tijera una y otra vez en unas maltrechas cuentas y huchas de pensiones varias no eran recortes, sino reformas estructurales.

Nos ayudaron a comprender que lo correcto no era hablar de rescates, sino de líneas de crédito o apoyos financieros y que lo que la Policía blandía no eran porras, sino bastones de defensa, democráticos y democratizadores.

El arte de camuflar el lenguaje no es solo un fenómeno que se dé del Ebro para abajo. Por estos lares hemos podido comprobar que la recogida selectiva de residuos, si se hacía en Gipuzkoa y bajo el mandato de EH Bildu, era un sistema puerta a puerta demoníaco. Ahora, si la idea es del alcalde de Getxo, es una plácida recogida domiciliaria de residuos.

Por el mismo embudo nos quieren hacer tragar ahora una incineradora bajo la «inocente» denominación de Complejo Medioambental.

Estos regates lingüísticos no engañan a nadie, pero si ayudan a extender la sensación de que nos toman por tontos. Y no, no cuela.