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CRÍTICA «1898, los últimos de Filipinas»

Yo te diré... lo que pasó con el último bastión imperial


No sé que es peor, si cuando el cine español va a piñón fijo a fin de asegurarse la taquilla en el mercado interior, o cuando pretende hacer algo diferente incurriendo en un sinfín de contradicciones. Porque de incongruencias anda sobrada esta producción de Enrique Cerezo con el respaldo de 13 TV, y la crítica de Madrid parece identificicarse con tales ambigüedades, por aquello de mejor no posicionarse. El primer y para mi mayor sinsentido es que se diga que “1898” no es un remake o revisión de la vieja película franquista “Los últimos de Filipinas” (1945). Entonces por qué recupera la canción “Yo te diré” que interpretaba e hizo tan popular Nani Fernández, cuando no es relevante en la reconstrucción histórica del Sitio de Baler. Ahora la canta la maña Carmen Paris, pero con la exótica presencia en pantalla de Alexandra Masangkay, que hace el oportuno play-back. Su personaje es utilizado como la nativa que sirve de gancho sexual para desmoralizar a la tropas invasoras, tema que es tratado de forma bastante burda.

Además de sexo también hay drogas, porque Karra Elejalde es un capellán adicto al opio, contagiando en su consumo al retratista del destacamento, encarnado por Álvaro Cervantes. Dichas singularidades se extienden a los oficiales, cuyo semblante no acaba nunca de perfilarse por conveniencias de un guion que quiere meterles a todos en el saco del antibelicismo, pero sin renegar del valor que se le supone a un militar, y no digamos ya del patriotismo inherente al cargo.

La factura técnica es buna, pues para ello se ha contado con los servicios del director de fotografía Alex Catalán, que sabe sacar partido de los escenarios poco iluminados y en penumbra. Sin embargo, se le hace repetir tomas áreas y planos cenitales de “La isla mínima” (2014), buscando que vuelvan a funcionar comercialmente. El reparto coral resulta de lo más irregular.