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Derecho a decidir no pasar frío


La justicia dio este jueves el tiro de gracia a la ley catalana de emergencia habitacional y pobreza energética, cuando un juez suspendió el protocolo del Govern que indicaba a empresas, ayuntamientos y usuarios cómo aplicar la garantista norma promovida por la PAH. Según el protocolo, las compañías de luz, agua o gas no podían cortar el suministro sin pedir un informe a servicios sociales, que evaluaban el riesgo de exclusión de la familia afectada. Si no podían hacer frente, la administración se hacía cargo de sus facturas. Pero el juez, ante un recurso de Endesa, consideró que no se puede obligar a las empresas a mantener el servicio. No se puede porque así lo ha dicho el Constitucional.

El TC anuló en su momento el anterior decreto de pobreza energética catalán. Después el Parlament hizo una ley que vino a parchear lo anulado y, ya puestos, a mejorarlo. Pero el TC perseveró: suspendió una parte de la nueva ley y reinterpretó la otra. Ahora cae el protocolo de aplicación. Fue una elocuente casualidad que ocurriera el mismo día que el Parlament aprobaba otra ley, esta vez de medidas urgentes sobre vivienda, para rescatar medidas anuladas antes.

Se habla mucho de lo relativo al independentismo en Catalunya, pero se habla menos de estos choques de legitimidades y opiniones sobre asuntos de toda índole, no estrictamente nacionales. Vale la pena observar qué posturas defiende cada administración y de qué lado está la legalidad que emana de la Constitución.

En el caso que nos ocupa, las instituciones catalanas están dando la batalla a favor de los derechos de los usuarios y contra las compañías energéticas, dispuestas a ir a los tribunales por el supuesto derecho a cortarle la luz a gente pobre cuando les de la gana, incluso aunque no pierdan dinero porque el Govern se lo compensa. Y las eléctricas tienen a su lado al Gobierno español, al Constitucional y, en fin, todos los engranajes del Estado.

Se habla con frecuencia del «derecho a decidirlo todo», contraponiéndolo al derecho a decidir soberanista. Pero el día a día demuestra que no habrá el primero sin el segundo.