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EDITORIALA

Una ingente y urgente tarea para el nuevo año


Ni una hora de tregua le dio al 2017 el hombre que la madrugada del 1 de enero abrió fuego en una discoteca de Estambul. Un ataque que, en su lectura local, es fácil prever que no hará sino acentuar la involución autoritaria del presidente Erdogan, pero que en su lectura global sirve para poner encima de la mesa uno de los retos que de buen seguro marcarán este 2017: la seguridad. Las imágenes de unas ciudades europeas pretendidamente blindadas en Nochevieja no hace sino confirmarlo.

Es un reto que nadie se puede permitir eludir. Tampoco la izquierda, por mucho que el debate resulte incómodo. Es un hecho constatable que, en medio del actual desconcierto global, cualquiera puede ser víctima de algún iluminado en busca de un sentido a su existencia. Ignorarlo es dejar una autopista a la extrema derecha. Si la izquierda, junto a toda persona honesta, no se activa para en primer lugar establecer un marco real y explicar que no es en Europa, ni mucho menos, donde más amenazada está la seguridad, será la extrema derecha xenófoba la que escampe a diestro y siniestro el relato de unos extranjeros, preferiblemente refugiados, que nos odian, se aprovechan de nuestros estados de bienestar y luego nos intentan matar.

La seguridad, evidentemente ligada a la paz, no es un problema únicamente, ni mayormente, europeo; es un reto global reflejo del desorden mundial actual. En este sentido, ayer el portugués António Guterres asumió el cargo de secretario general de la ONU, una organización de capa caída que, con todo, sigue siendo pilar del multilateralismo. Llega con un planteamiento realista, admitiendo que los desafíos están superando la capacidad de responder de la organización. Con toda su ineficiencia, sus contradicciones y sus mil y una limitaciones, la ONU sigue siendo el último amparo (insuficiente) frente a la cruda y descarnada geopolítica, en la que siempre se impone el más fuerte. No es poca, pero si vital, la tarea que Guterres tiene si quiere devolver a las Naciones Unidas el prestigio perdido.