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PONENCIA DE MEMORIA

La coexistencia de relatos es posible. ¿Y dar pasos de futuro?

PNV, EH Bildu, PSE y Elkarrekin Podemos demostraron ayer que es posible llegar a un acuerdo sobre memoria y convivencia coexistiendo en un mismo texto relatos muy distintos. Ahora les falta demostrar que de las palabras se puede pasar a los hechos que abran el futuro. El PP es el Gobierno interpelado.


El pacto PNV-PSE, y los opositores Elkarrekin Podemos y EH Bildu, acordaron ayer la creación de una ponencia de «Memoria y Convivencia» cuya «misión se concentrará en la búsqueda de amplios consensos en torno a todas las cuestiones que planteen los grupos parlamentarios en la misma en relación con la memoria, la convivencia, las víctimas, la deslegitimación del terrorismo y la violencia, la política penitenciaria, la libertad, la paz y los derechos humanos». El PP no participará.

El texto aprobado es el acordado inicialmente por los tres primeros –del que GARA dio cuenta el miércoles– y que también EH Bildu firmó, aunque falte su demanda de incluir el término «paz», porque ve avances sobre la legislatura pasada. Explicó Julen Arzuaga que el documento les llegó cerrado y aun así lo firmaron, porque los partidos han estado los últimos cinco años aferrados cada cual a sus palabras, sin moverse, sin que pasara nada, y «es hora de que pasen cosas». «No queremos anclarnos o atenazarnos a un texto si lo que hay realmente es voluntad de avanzar en el contexto», explicó el parlamentario independentista.

La votación final fue de 66 síes y 9 noes. Consenso abrumador ante un tema que siempre ha sido objeto de ásperos enfrentamientos. De hecho, el debate se desarrolló ayer en términos exquisitos. Los argumentos de cada cual fueron escuchados por los demás en un silencio poco frecuente en la materia. Solo la exigua minoría intentó autorreafirmarse con aplausos a su portavoz, que se antojaron tan tímidos como forzados.

Sin embargo, las intervenciones de cada partido en apoyo de un mismo texto demostraron que sus firmantes llegaban al mismo desde relatos y memorias muy distintos. Por orden de intervención: José Antonio Pastor, del PSE, desde la visión de los perseguidos por ETA, aunque reconociendo otras conculcaciones de derechos. El jeltzale Iñigo Iturrate, asumiendo la dureza de lo ocurrido, desde la posición de espectador como si nunca nadie hubiera apoyado la dispersión o Ina Zeberio no hubiera muerto con 24 balas de la Ertzaintza en su cuerpo y las manos esposadas a la espalda. Pili Zabala, de Elkarrekin Podemos, lo tuvo difícil para no llorar cuando salió a la tribuna y recordó los «28 años que he estado callada» desde el secuestro, tortura y muerte de su hermano. Y el portavoz de EH Bildu, arrancando con un recuerdo a Sara Majarenas y su hija Izar, víctimas de «la violencia machista y de la crueldad de la política penitenciaria», y reivindicando a las víctimas del terrorismo de Estado. Pero la conclusión de todos fue la de votar conjuntamente un mismo acuerdo. Se antoja un buen punto de arranque para una empresa tan difícil.

Fuera del acuerdo se quedó el PP. «Esta –explicó Alfonso Alonso, que hizo su discurso sin apuntes– es la soledad en la que nos hayamos, que no es nueva para nosotros, pero este es el discurso que terminó con ETA y que hizo que dejara de matar y es el discurso que tiene que vacunar a la sociedad vasca de que en el futuro pueda repetirse».

No cabe discutir lo que de principios puede haber en la decisión del PP de quedarse fuera de la ponencia, en la que avisa de que no va a participar. Pero está claro que el PP es el partido del Gobierno español, al que esta ponencia va a acabar interpelando en temas como la revisión de la política penitenciaria o el reconocimiento de las víctimas de la violencia del Estado. Y en esta materia tan sensible después de los cuervos criados, el PP se ve más fuera que dentro del Parlamento Vasco.

Nueva mayoría

En la pasada legislatura la ponencia de «Paz y Convivencia» arrancó con el único apoyo de PNV y PSE. Llegaron a sacrificar sus propias posiciones en un pleno monográfico sobre las consecuencias del conflicto para atraer al PP, que, después de conseguir que se aprobara la resolución que quería, los dejó tirados quedándose fuera de la ponencia, al igual que UPyD. Entonces EH Bildu se abstuvo, atándose al mástil, cuando era evidente que PNV y PSE hicieron lo posible para que votara en contra y alimentar así la teoría de los extremos (los dos ladrones que hacen bueno al crucificado del centro). Con los tres grupos en la ponencia, el PSE se sintió en minoría ante lo que podía venir y, señalado por el PP, se tiró en marcha para provocar su paralización.

En esta ocasión las circunstancias han sido distintas. PNV y PSE pusieron en marcha la maquinaria. Conocieron las amenazas públicas del PP pero el jeltzale Iñigo Iturrate no dudó en replicarlas. Los partidos del gobierno buscaron inicialmente el apoyo de Elkarrekin Podemos, introduciendo un catálogo de materias a debatir en la ponencia que recogían aspiraciones también del PP y que incluían la política penitenciaria. Como dijo ayer Arzuaga, EH Bildu vio la oportunidad de no engancharse en las palabras sino a las oportunidades, y acabó firmando el acuerdo, lo que irremediablemente cerraba el paso a la búsqueda de apoyo del PP.

En un momento del debate, refiriéndose a Julen Arzuaga que había hablado de los peligros que sufría la paz, Alfonso Alonso agarró el rábano por las hojas y volvió con aquello de que «cada vez dan menos miedo, porque va pasando el tiempo. Todavía supongo que en algunos ámbitos condiciona mucho, pero cada vez, cada vez menos». No quiso ver el portavoz del PP que es su partido, relegado a última fuerza del Parlamento autonómico y sin mayoría absoluta en el Congreso, quien ha perdido punch.

La ponencia se va a crear y va a tirar hacia adelante. Y el PSE no se va a bajar porque ahora hay una nueva composición en el Parlamento, al que se ha incorporado una fuerza como EP que ejerce de amortiguador. El foro tendrá éxito o no, pero eso ya no va a depender ni de la capacidad coactiva del PP ni de las inseguridades del PSE.

Arriesgar

Los grupos que apoyaron la ponencia coincidieron en la necesidad de «arriesgar» a la hora de dar pasos para avanzar. «Deslegitimación del terrorismo y la violencia» cada cual desde sus experiencias propias, «memorias diferentes pero no caer en la desmemoria», «desclasificación de los documentos policiales» que pueden arrojar luz sobre el terrorismo de Estado, «acabar con la cruel política penitenciaria única violencia persistente», «justicia, verdad y reparación para todas-todas las víctimas», «desarme de ETA», «desmilitarización»...

No es poco el trabajo que queda por delante. Ayer llegaron a un primer acuerdo. Cada cual desde su relato y su memoria. Pero un acuerdo.