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JO PUNTUA

Sobreviviré


Hace diez años afirmé en un artículo que ninguna mujer inventaba haber sido víctima de violencia machista y entonces era verdad. A fin de cuentas la gente indeseable que usurpa las calamidades ajenas lo hace para obtener sobre todo protagonismo, con suerte poder y dinero. Ya no tengo ninguna duda de que en los últimos diez años el movimiento feminista ha logrado uno de los objetivos más cruciales: convencer a toda la sociedad de que tenemos un problema porque demasiadas veces hay hombres que golpean, violan, matan a mujeres y que es algo horrible e inaceptable.

Sigue quedando lo más difícil, erradicar esa violencia sistémica. Pero quien haya luchado contra una opresión sabe que cada victoria debe ser reconocida, celebrada. Y sin perder impulso, volvemos a analizar la realidad, irreversiblemente transformada por nuestra propia, testaruda y justa acción, para reformular estrategias. Quien haya luchado contra una opresión sabe que el avance en esta encrucijada suele costarnos, por las inercias revolucionarias y por los atolladeros en la organización de cada movimiento. Jo Freeman lo reveló en 1973: el palo en las ruedas del feminismo es la tiranía de la falta de estructuras, o lo que es lo mismo, la horizontalidad tramposa.

“Píkara Magazine” publica un testimonio anónimo de una mujer que narra su violación, tan tópico, abstracto, victimista, impostado emocionalmente y convenientemente noticiable, que no tengo la más mínima duda de que es falso. ¡No falta ni la burundanga! Se llama “El día en que ESO me pasó a mí” y cualquiera que lo lea, si escucha su intuición, sabrá que es mentira. Quienes hemos sufrido, sobrevivido y superado cualquier violencia, cuando nos decidimos a contarlo públicamente, transmitimos fuerza. Ahondar en el terror sexual de las mujeres no es feminista. Nos toca estar alertas para que no se nos cuelen estas imposturas tan dañinas, la mejor brújula siempre será agarrarse fuerte a nuestras genealogías. Y a quien siga tratando de arrebatarnos desde la usurpación la maravillosa capacidad de empoderar a otras que hemos desarrollado quienes sí fuimos víctimas de violencia machista, nos tiene y siempre nos tendrá enfrente.