GARA Euskal Herriko egunkaria
CRÍTICA «Yo no soy Madame Bovary»

Bajo la alargada y circular sombra de Pan Jinlian


La nueva película como director de Feng Xiaogang, última vencedora de la Concha de Oro en Zinemaldia, se descubre en todos sus aspectos como uno de los mejores retratos de China que el cine nos haya dado en los últimos tiempos. El secreto radica en la acertadísima conjunción que propone entre contenido y forma. Dicho así parece fácil, pero en realidad, detrás de cada fotograma, frase y giro argumental, ha habido antes un muy acertado proceso de reflexión.

La historia, por ejemplo, coge como punto de partida a uno de los personajes más asentados en la cultura popular china. Pan Jinlian, especie de Madame Bovary oriental, ha aparecido durante siglos en infinidad de obras literarias y teatrales. Para esta ocasión, el cine resucita su espíritu y lo cuelga a la protagonista de esta función, una joven peleada con el sistema (judicial, político, burocrático...) a raíz de una invalidación matrimonial frustrada. Otro ejemplo, el del formato con que se nos presentan las imágenes, con predominancia de encuadres circulares que recuerdan a las pinturas paisajísticas tradicionales.

Tanto un aspecto como el otro nos hablan del peso de un pasado que se arrastra hasta un presente irremediablemente condicionado. A partir de esta esquizofrenia temporal se articula un relato que, con la excusa de un interminable proceso kafkiano, se propone la titánica tarea de que el espectador comprenda qué demonios significa ser una pieza que no encaja en un aparato diseñado para miles de millones de personas. Y a fe que logra su cometido. Por el trabajo de su actriz protagonista, Fan Bingbing, por su impresionante apuesta estética, por su humor cargado de mala baba... El film hace uso magistral de todas sus armas para desarmar, directamente, a la nación más absurda y fascinantemente gigantesca del mundo.