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PILOTA

Camino a la final, «golpe a golpe, pelotazo a pelotazo»

Irribarria-Rezusta disputaron un partido muy serio para vencer a unos Bengoetxea VI-Larunbe superados.


IRRIBARRIA-REZUSTA 22

BENGOETXEA VI-LARUNBE 14


Si Joan Manuel Serrat utilizó los “Cantares” de Antonio Machado para componer uno de sus temas más populares, Iker Irribarria y Beñat Rezusta versionaron al poeta sevillano para describir su trayectoria en este Parejas, esa que, «golpe a golpe y pelotazo a pelotazo» los ha colocado a solo once tantos de la final, tras superar con autoridad a Bengoetxea VI-Larunbe (22-14), los únicos que hasta la fecha habían sido capaces de cambiarles el paso y desviarlos de su camino hacia la txapela.

Fue el representante de la Generación del 98 el que popularizó aquello de que «se hace camino al andar» y, por mucho que los de Asegarce les habían vencido en sus dos partidos anteriores, los zurdos guipuzcoanos siguieron su senda del peloteo en su búsqueda de su segundo punto de la liguilla. Es más, fue en los momentos de crisis, como cuando los azules lograron igualar el partido a nueve tras el arrollador inicio de los de Aspe (9-3), cuando mayor machaconería emplearon en el poder de sus pelotazos, algo nada extraño por otro lado, cuando se poseen herramientas de semejante contundencia.

Y es que los sotamanos de Irribarria, precisamente ante el pelotari que algunos coronaron como el rey de esta jugada, y la zurda de Rezusta, capaz de poner, de besagain, una pelota en el siete desde el ocho, son dos armas letales por solitario que, utilizadas conjuntamente, se antojan indefendibles.

Así lo fueron en un inicio devastador, en el que la pelota voló a una velocidad endiablada y en el que Bengoetxea VI-Larunbe bastante hacían con tratar de defenderse con decoro. Irribarria puso un sotamano en el primer peso del rebote, pero lo hizo tras botar en la contracancha, lo que permitió al de Leitza poner en práctica su contraataque.

Con una pelota más tosca, Oinatz trató de enredar a sus rivales, ya fuera sacando del txoko al ancho, o con milimétricos ganchos con los que cambiar el paso a las apisonadoras guipuzcoanas. Y como en Hendaia y Tolosa, lo consiguió, pero solo por momentos, hasta el empate a nueve y el 11-10, aprovechando tres errores consecutivos, de los cuatro que cometió en todo el partido, de Irribarria.

Pero lejos de ponerse nerviosos, tras un descanso solicitado por Apezetxea, siguieron a lo suyo, con más ímpetu si cabe. Y fue Larunbe quien lo pagó. Su estadística se emborronó con siete errores, pero para nada se puede decir que jugó mal.