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CRíTICA: «Redención»

Toro adiestrado


L a vida nunca fue fácil para Billy Hope. Huérfano desde la edad más tierna, entendió muy rápido que el mundo es un lugar hostil, lleno de amenazas y tentaciones que le llevarían demasiado rápido a la muerte. Pero con el tiempo, descubrió también el poder sanador del amor, así como a canalizar los malos sentimientos que invadían su día a día para usarlos en su favor.

Veinte años después, Billy Hope se convertiría en el campeón mundial de boxeo en la categoría de peso pesado. Así empieza la enésima película de Antoine Fuqua, que confirma que aquel magnífico thriller titulado “Trainig Day” es ahora mismo una cima muy lejana. No solo en el tiempo. Y es que con el paso de los años y de los proyectos, aquella estupenda cinta protagonizada por Ethan Hawke y Denzel Washington se ha ido confirmando como la excepción a la regla.

Ahora, en 2017, pocas dudas hay concerniendo a la mediocridad de un director que, esto sí, sabe aprovechar la estela virtuosa que le proporciona el glamour en que siempre se ven rodeadas sus producciones. En esta ocasión, como en muchas otras en su carrera, el encanto lo capitaliza un reparto de actores que, sin acercarse a su mejor nivel, sí logran por lo menos justificar el esfuerzo sobrehumano que a algunos les supone pagar una entrada de cine.

En “Redención”, la historia está construida a partir de pegotes de grandes referentes del género pugilístico (“Toro salvaje”, “Million Dollar Baby”...), todo de forma rebajada y filmado sin demasiado punch. Eso sí, narrado de forma tan simple que es imposible no seguir (incluso empatizar-con) la historia. Todo el poder de esta lo plasma Jake Gyllenhaal, y Rachel McAdamas, y Forest Whitaker... con la habilidad encomiable de creer en la película, mucho más que su propio director.