GARA Euskal Herriko egunkaria
DE REOJO

Escapar


Si paso más de dos horas seguidas sentado, tumbado o en escorzo frente al aparato de televisión que no para de hablar, de ponerme imágenes que me crean una sensación de ubicuidad, empiezo a hiperventilar. Entre el pánico y el aburrimiento crónico. Por lo tanto debo escapar, salir del cubículo, mirar por la ventana, caminar o simplemente oxigenarme para reciclar toda la mierda que me acabo de tragar. ¿Cómo se puede vivir sentado más de tres horas diarias frente al electrodoméstico esencial y no acabar con depresión? Probablemente ha existido una evolución en la propia estructura física y mental en las generaciones que han pasado del canal y medio en blanco y negro  a los cientos de ofertas variopintas y coloreadas a nuestro alcance con un simple clic.

En esos cientos de posibilidades parece existir de casi todo. O de casi nada que no sea un constante bombardeo sobre un mundo que parece desmoronarse ante nuestros ojos. Si el cafre de la Casa Blanca avisa de que la próxima bravuconada que va a hacer es apretar el botón nuclear, justo en la frontera con China, empiezan casi todos los analistas a hablar de una posible tercera guerra mundial. Pregunto otra vez, ¿no es esto que vivimos una guerra, pero en otro formato? Pocas bromas con Trump que ha encontrado la manera de ganar apoyo en las encuestas amenazando al globo terráqueo. Y los constructores de armamento rezan todos los días.

La violencia extrema, la violencia rebajada, la doméstica, en los campos de fútbol, en las procesiones, en las calles, en los bares y fiestas, con actitudes exhibicionistas, como si hubiera un contagio vertical, lo que arriba se verbaliza abajo se cumple, con lo que se tenga a mano. Y en algunos lugares las pistolas y los rifles están demasiado a mano. Parece imposible escapar sin rasguños.