2017 MAI. 31 CRÍTICA «Entre los dos» Paisaje de vías olvidadas Koldo LANDALUZE Todo en “Entre los dos” fluye de forma natural, sin estridencias y de una manera diáfana que constrasta con la grisura del paisaje. La tarjeta de presentación en el formato largo del irlandés Mark Noonan siempre va de frente y en momento alguno tiende a engañar al público mediante giros imprevistos que hubiesen alterado por completo el conjunto. La sencillez es la principal baza con la que cuenta esta crónica protagonizada por un hombre que tras salir de la cárcel intentará llevar a cabo una redención personal asumiendo el cuidado de su sobrina la cual padece narcolepsia. Este trastorno provoca que la joven sea rechazada en la escuela, lo cual hace que ella se vea a sí misma como alguien señalada por quienes la rodean. En esta tesitura que obliga a los personajes a colocarse en una posición casi defensiva hacia su entorno, la joven desarrolla una fuerte personalidad que la impermeabiliza de la mediocridad y estupidez que la rodea. Para completar este panorama surcado por vías que parecen abocadas no conducir a ninguna parte, quien quiso asumir su cuidado no cumplirá algunos de los requisitos que incluía su libertad provisional. Llegado a este punto, el filme se muestra como un ejercicio de superviviencia íntimo cargado de una rabiosa emotividad y afianzado en la gran complicidad que se establece en la pareja protagonista a la que han dado vida el versatil Aidan Gillen y la precoz Laura Kinsella la cual sorprende por la facilidad con la que es capaz de acaparar el interés de las secuencias y porque otorga credibilidad al tramo final de una historía en la que asoma una ventana abierta esperanzadora que cuenta con el aliciente de una sorpresa que en absoluto resulta chirriante. Todo ello se desarrolla mediante un pulso calmado y una fotografía que envuelve con acierto cada uno de los pasajes de una obra pequeña, con pocos personajes pero tratada con mi