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JO PUNTUA

Sanfermines 1978, cuarenta menos uno


Hace 39 años Iruñea se convirtió en escenario de una de las operaciones represivas más importantes de la transición postfranquista. Aunque no se llegó al número de víctimas mortales de Gasteiz o Montejurra, la agresión fue bestial y se eligió un símbolo de la ciudad y la fiesta para irrumpir con toda la fuerza armada y cargar indiscriminadamente.

Nada hubo de improvisado en aquella violencia contra las esperanzas y los deseos de una ruptura con el franquismo que nunca llegó. Lo dejaban claro los mensajes de las emisoras policiales: no os importe matar. No era un calentón: como se sabría más tarde, el jefe policial había manifestado su intención a dar escarmiento a una ciudad tan rebelde.

150 heridos, las fiestas reventadas y Germán Rodríguez asesinado. Impunidad total, como en los demás casos. Una ciudad herida, Navarra y el resto de Euskal Herria indignada en la calle, nuevas víctimas, Barandiaran asesinado en Donostia… No, no era un calentón, sino una estrategia de Estado para imponer su maldita reforma y evitar el desbordamiento popular de esa rebelión que el pueblo vasco inició en los años más oscuros del franquismo.

Cuando en Euskal Herria hablamos de Régimen del 78 no nos referimos a una criatura parida en ningún departamento de Ciencia Política, sino a una experiencia compartida y grabada a fuego en la memoria colectiva. «No os importe matar», así se hizo el régimen del 78 y cada día está más claro que solo desde la soberanía de los pueblos es posible romperlo. Tras décadas de pulso contra el Estado casi en solitario de los sectores más combativos del pueblo vasco, Catalunya nos lo muestra ahora con la mayor rotundidad.

2017, cuarenta menos uno. En 2018 recordaremos cuarenta años de impunidad, de ignominia, de farsa, de represión. Pero lo haremos desde el orgullo de una Iruñea cada día más rebelde por mucho que hayan querido y quieran escarmentarla una y otra vez.