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CRÍTICA «La montaña entre nosotros»

La aventura romántica es cosa de dos


No es fácil rastrear el estilo personal del cineasta palestino Hany Abu-Assad en una gran producción de Hollywood como “La montaña entre nosotros”. Por supuesto que no hay huellas en la nieve de las Montañas Rocosas, donde se rodó la película, de los títulos que le consagraron internacionalmente, ni de “Paradise Now” (2005), ni de “Omar” (2013). Nada de nada, porque esto es otro mundo sin conexión alguna con problemáticas sociales o políticas, toda vez que la única preocupación de la pareja protagónica es la de la supervivencia en plena naturaleza salvaje.

Pero a los productores tampoco les ha interesado ese entorno inhóspito como tal, sino que les sirve de espectacular decorado para escenificar una accidentada historia de amor. El motivo de que sea así de simple proviene de un estudio de mercado previo, según el cual hay un amplio sector del público que acude a las salas de cine en pareja. Lo que se busca en consecuencia es darle acción a él y romance a ella dentro de una misma película, con todo lo que de sexista tiene tan esquemático planteamiento. Yo debo de ser muy ambiguo, porque no disfruté del todo ni con una cosa ni con otra.

En defensa de Abu-Assad he de decir que cumple con este trabajo de encargo de manera muy solvente y profesional hasta donde le es posible, ya que no puede ir más allá de sus competencias. La introducción es un prodigio de síntesis narrativa, ya que en un cuarto de hora solventa el encuentro en el aeropuerto de la pareja estelar y el accidente, con la muerte del piloto de la avioneta, que les deja solos y aislados a miles de metros de altura. Su indefensión la refleja majestuosamente encuadrando sus siluetas perdidas en la inmensidad del paisaje. El mayor obstáculo con que se topa es la búsqueda de un obligado equilibrio entre el tono rosa de la vertiente melodramática y la fisicidad de la aventura, quedándose en algo intermedio.