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ELENE ARANDIA Y JUANTXO ZEBERIO
VOCAL DE TENPORA Y PIANO-TECLAS

«Tenpora es una aventura vital en la ecléctica vida musical de cada uno»

Colocar una etiqueta a la música de Tenpora es como intentar ponerle un abrigo al sol. Así que, como en el pasado, «Itzulika» continúa siendo parte exclusiva de una experiencia modelada por cinco músicos que abordan la música desde un vértice preciosista, envolvente y alejado de corrientes típicas. Tenpora aprovecha sus amplios recursos técnicos para crear atmósferas, envolturas y belleza.


Elene trepa y desciende por las notas vocales con la facilidad de una escaladora. Matiza sin aparente esfuerzo entre ondas de suave viento. Además, Tenpora es el cruce de instrumentistas de una formación técnica y plástica contrastada. Es el caso de Juantxo Zeberio, piano, Hasier Oleaga, batería, Itsaso Etxebeste, bajo y Beñat Barandiaran, guitarra eléctrica, instrumentistas de extensa carrera y demostrada capacidad para afrontar proyectos exigentes.

Tenpora deja toneladas de sensibilidad en los diez cortes que contiene “Itzulika”, tanto desde el lado de la partitura como por las letras aportadas por Harkaitz Cano, Karlos Linazaroso, el propio Zeberio o Barandiaran.

Voz y piano-teclados conforman la primera línea de cortejo hacia el oyente. Elene Arandia interpreta en tono cálido, color que no le impide afrontar pasajes encrespados, exigentes, como “Munduko hiritar”. No hay problema, la cantante de Tolosa puede con todas las pruebas y lo consigue con una facilidad que sorprende, un cruce idóneo de condiciones naturales y formación. Desde la línea de atrás, a veces vanguardia, Zeberio matiza y relaja con piano, melódica y diversas teclas. Oleaga siempre es de golpes bien ajustados, parece que no hay batería porque no machaca, define. Etxebeste a su lado marcando el ritmo, en general pausado, cercano a la ensoñación. Y Barandiaran ideando frágiles notas, fruncidos solistas nada fáciles, pero que los ajusta al clima y la estética global de forma brillante, uno de los mejores ejemplos sucede en “Belarretan etzanda”, aunque son unas cuantas canciones las que destrozan el alma, exista o no: “Munduko hiritar”, sublime, o “Lesbos”, “Lampedusa”, la despedida con “Argiak itzali” o “Itzulika”, de texto directo y quizá la más quedona.

En total, más de un hora de compleja catalogación, pues Tenpora desarrolla sus extensas interpretaciones –canciones de más de seis minutos propias del sinfonismo-prog, entre el jazz sublimizado, el pop, el rock o incluso toques folk, clásica y new age.

¿Continúa el esquema de trabajo como en el inicio? ¿Juantxo Zeberio creando las bases melódicas a las teclas, usted buscando la melodía vocal desnuda y el resto vistiendo?

Elene: La gran mayoría de los temas, o melodías, están compuestos por Juantxo y casi todas las letras son fruto de la colaboración con Harkaitz y Karlos. Una vez hecho ese primer trabajo, comienza el del local. Esos temas que Juantxo trae desnudos desde su casa, se ruedan, se tocan, se moldean, hasta que adquieren una dirección, una textura y una sonoridad que nos convence. Es un proceso muy orgánico, natural y sincero. En ese momento van surgiendo los matices, los colores, las intensidades... Ahí es cuando entra en juego Tenpora. Mantenemos esa dinámica de trabajo, el peso de las letras lo llevan los escritores, aunque los demás miembros también hemos empezado a crear, a escribir.

Tenpora no es un proyecto sencillo para una vocalista, no son clásicas canciones pop, quizá Juantxo Zeberio le dé pistas de por dónde ir, pero parece especialmente meritoria su aportación ya que le toca poco menos que convertir la voz en un instrumento más, con su complejidad.

Elene: Juantxo me envía las melodías iniciales o las canciones grabadas con el piano; las escucho, las pruebo e interiorizo, y después, me acerco hasta su casa para probarlas y jugar con distintas opciones dentro de la tesitura, tonalidades, colores… Volvemos a grabarlas y comenzamos con el trabajo de local. Durante este proceso, de forma natural voy asimilando la canción y reflexionando la aportación de la voz a la unión de todos los instrumentos. Cada uno de nosotros aprovecha para probar lo que ha preparado, lo que le ha sugerido la melodía o incluso lo que en ese momento le ha inspirado. La opinión de los compañeros también es importante y te ayuda, somos muy sinceros entre nosotros. No es fácil, pero intento no obsesionarme durante este proceso porque creo que se puede perder la esencia o la magia, por lo que me/nos dejo/dejamos llevar por el primer impulso y la sensación de escucharme junto con mis compañeros. A veces, necesito simplemente escucharles en silencio para seguir inspirándome. Contar con un ensayo, una sesión de Tenpora entre semana, dentro de la rutina de cada uno, es un lujo. Verles tocar me relaja y me emociona porque ante todo son muy buenos músicos.

Dificultad que no concluye ahí, ya que debe hacer suyas las letras vertiginosas, poéticas –sin perder el perfil de la realidad–, de dos escritores como Harkaitz Cano y Karlos Linazasoro, que si ya en el primer disco impresionaban, en «Itzulika» no bajan la tensión emocional. Desconocemos qué se puede sentir al recibir estas letras, interiorizarlas.

Elene: Emoción e inquietud por tener entre manos unos textos que para empezar son inéditos. Las letras no dejan de ser poemas e intento leerlas con cierta distancia. Pero, la parte más complicada, pienso, siempre es hacerlas tuyas. En este proceso, tengo la suerte de haber sentido una conexión especial con lo que leo, y esto facilita el trabajo. Después me imagino mi voz cantándolas, y simplemente dejo que fluya (mejor o peor) en ese primer impulso.

La soprano brota, entre otras, en «Lampedusa», al margen de lo sensitivo, quizá sea una de las interpretaciones que más le exigen, aunque con su rango de voz todo parece que lo difícil se reduce al simple hecho de colocarse delante del micro.

Elene: Has acertado. “Lampedusa” es una de las interpretaciones que más me exigen de todo el repertorio. El disco ha llegado en un momento en el que, además, físicamente he estado algo más débil de lo habitual debido a un pequeño problema de salud que tuve días antes de comenzar con las grabaciones. Pero la vuelta ha sido muy emocionante, y me encuentro más fuerte y enérgica que nunca. No es un tipo de música en el que, a diferencia de otros estilos, destaque la voz a primera vista. La voz es como un susurro que va narrando, como si de un ojo que todo lo ve se tratara, que de pronto rompe a gritar. Por ello, diría que es una voz expresiva. Por supuesto que hay un trabajo detrás, pero parte de un conocimiento que he adquirido con el tiempo. La técnica vocal la tengo interiorizada, cantar es algo natural para mí, pero no es solo una afición. Canto todos los días, y además es parte de mi trabajo.

¿Le gusta analizar a otros/as vocalistas cercanas? ¿Piensa en silencio que les daría algún consejo? ¿No da la sensación de que los cantantes son los que menos ensayan su «instrumento», que quizá piensan que no requiere preparación?

Elene: Mi instrumento principal es la voz, por lo que es inevitable fijarme. Tengo la sensación de que el canto se trata de un mundo en el que todo parece valer, y en el que se opina, la mayoría de las veces, sin apenas conocerlo. A la hora de juzgar otros instrumentos observo que siempre se hace referencia a una base técnica en este sentido. Cualquiera que comienza a tocar una guitarra o la batería, por ejemplo, aprende cómo se toca su instrumento, cómo debe mover sus manos o sus dedos, y en el canto, sin embargo, esta parte no cuenta tanto para empezar a subirse a un escenario. Para mí, saber respirar desde el diafragma, modular la voz o no desafinar son elementos imprescindibles para un cantante; un conocimiento que deberíamos recibir desde temprana edad incluso para saber hablar, o que por lo menos, deberíamos tener interés especialmente los profesionales que nos dedicamos a trabajar con la voz. Estamos viendo que puede llegar a tener consecuencias muy graves.

Han pasado dos años desde «Mundu berria», le seduce el soul, el jazz, el cabaret (queda una pequeña muestra en este disco), incluso alguna apuesta femenina orientada hacia el metal sinfónico (Tarja Turunen)... ¿Continúa con esas derivas estilísticas?

Elene: Afortunadamente, me seducen muchos estilos de música y todas ellas son propuestas distintas. Mi oído me lleva a tararear melodías de música clásica, me gustan Norah Jones, Chan Marshall (Cat Power), Radiohead y James Brown, Blossom Dearie, Billie Holiday, de vez en cuando vuelvo a Ute Lemper o a Liza Minnelli, a los primeros años de Tarja en Nightwish… En estos momentos, Tenpora es el grupo al que más tiempo dedico, aunque no dejo de colaborar y trabajar con otros artistas o proyectos que surgen. Compagino mi trabajo como periodista y traductora con el de cantante.

Predominan los largos desarrollos. No existen concesiones a lo dominante.

Juantxo: Son canciones con largos desarrollos, compuestas de partes intimistas y partes más intensas. Momentos inquietantes, y otros más amables y agradecidos, como la vida misma. Pero es que hay situaciones a nuestro alrededor que duelen, y creemos que piden canciones que duelan también. Es difícil para nosotros hablar de tragedias humanas, de la gente que está muriendo por centenares en el Mediterráneo mientras nosotros nos dedicamos a hacer canciones al calor de nuestra casa y pensando además que así aportamos algo en esta trágica escalada de la que de alguna manera formamos parte, aunque solo sea porque somos los privilegiados de un primer mundo que de vez en cuando observa las imágenes en un teléfono con horror y se escandaliza viendo lo que sucede no tan lejos de nosotros, Porque como bien dice Harkaitz en el texto de presentación: «¿Qué es Europa sino una multitud de nietos de una multitud de fugitivos?». Es difícil hablar de ello sin que suene a hipocresía, pero aún más difícil para nosotros es hacerlo con una canción estándar pop-estrofa-estribillo de tres minutos. La canción “Itzulika” nos sitúa en la Euskal Herria actual y bien podría sintetizar el mensaje que lleva implícito este trabajo. El mundo sigue girando, los conflictos, las luchas de poder, el dinero, nuestro pueblo... giran y giran, pero siguen estando siempre en el mismo lugar, repitiendo los mismos errores en una espiral sin visos de final.

Elene: En esta realidad, un tanto epicureísta, y ante la “impaciencia” perdemos muchos matices que, sin embargo, deberíamos disfrutar.

Cuesta clasificar Tenpora y resulta inquietante. ¿Se preguntan qué son? ¿Cuál es su propuesta?

Juantxo: Sinceramente, no. ¡Al contrario! Nos gusta la música y Tenpora es una importante aventura en la ecléctica vida musical de cada uno. Es la búsqueda de un sonido que no sabemos muy bien qué es ni dónde está. Tenpora es el camino y no hay objetivo a la vista; en ese camino se mezclan nuestras influencias, intereses, limitaciones, virtudes, filias, fobias... Es nuestra versión más sincera.

¿Qué pianistas le seducen ?

Juantxo: Bill Evans, Keith Jarret y Brad Meldhau son el abc. Me alejo para volver a ellos cíclicamente. A partir de ahí, desde Rubén González a Norah Jones, pasando por Robert Glasper o Bach. Pero me interesa cada vez más la música sin piano, seguramente, para mantener una distancia. Música con texturas, formas, colores diferentes. Necesito que me sorprendan, aunque sea solo por la sencillez que destilan Radiohead, Ethan Everson, Penderecky, Arvo Part, Mikel Laboa... y otra vez Bach.