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ELECCIONES BAJO EL 155 EN CATALUNYA

...Y SIN EMBARGO VOLVIERON PARA VOTAR

PUIGDEMONT TAMPOCO PUDO VOTAR ESTA VEZ EN EL COLEGIO QUE LE CORRESPONDE, PERO LO HIZO POR VOTO DELEGADO Y SUS VECINOS VOLVIERON A LA REBAUTIZADA PLAçA DE L'U DE OCTUBRE PAPELETA EN MANO. LA MEMORIA DEL REFERÉNDUM FLOTA EN EL AMBIENTE.


Amanece en Sant Julià de Ramis. Una agente municipal aguarda frente al polideportivo de la localidad; hoy, de nuevo, centro de votación. A diferencia del 1 de octubre, ningún tractor bloquea la entrada, no hay ni rastro de aquellas decenas de personas que aguantaron estoicamente la embestida de la Guardia Civil, se vota en la sala que sirvió de escondite improvisado para las urnas el 1-O, la puerta que destrozaron los agentes armados ha sido reparada y la plaza rebautizada: Plaça de l'U de Octubre.

Sin embargo, hoy sabemos que el president Carles Puigdemont, ahora en el exilio, no acudirá a votar a su colegio electoral, pero votará; las elecciones las ha convocado M. Rajoy, pero quienes ejercen de interventores son los mismos que hace dos meses y medio, y las farolas visten de lazo amarillo por los presos políticos del 155.

Al igual que aquel 1 de octubre, el alcalde de la localidad se presenta desde primerísima hora en el centro de votación, «muchos vecinos me han dicho que les costará venir de nuevo aquí a votar», confiesa Marc Puigtió, «es triste ver cómo nuestro Govern está parte en el exilio y parte en prisión», prosigue, «pero quiero decirle a toda la gente que venga a votar, que hoy tenemos que votar y demostrar a Europa y al mundo que lo que queremos es construir una república catalana».

Esquerra Republicana de Catalunya gobierna en Sant Julià, hoy compite por ser la primera fuerza del independentismo con Junts per Catalunya, la candidatura encabezada por su vecino más ilustre. No es óbice para subrayar que hoy se suma todo el voto independentista, «el president no podrá votar, pero que sepa que en el pueblo de Sant Julià de Ramis vamos a votar y vamos a ganar», saluda Puigtió al president ausente.

Pere Pujolràs es el segundo de a bordo de su equipo de gobierno, y minutos antes de la apertura de los colegios lee sosegado el periódico tras la misma puerta que defendió ante la Guardia Civil hace dos meses y medio. Hoy no hay tensión. «Egun on!», nos saluda; «nos grabaron a fuego una sinrazón», valora. ¿Se trata de una segunda vuelta del 1-O?, le preguntamos, «si es así no es porque nosotros la hayamos pedido, pero cuando ponen urnas delante nosotros respondemos y nos reivindicamos otra vez ante las urnas y con votos», responde. La expectativa es positiva de cara a la jornada pero es consciente de que, con el 1-O en la memoria, hoy se abre una nueva etapa difícil: «Es complicado pero vamos a cumplir con nuestra obligación, tenemos el ánimo fuerte para echar para adelante, porque a pesar de todo hoy no termina nada, hoy comienza de nuevo nuestra lucha como pueblo».

Hay quien especula con la aparición por sorpresa del president, la presencia de un responsable de seguridad cercano a Puigdemont alimenta por un instante el augurio de difícil cumplimiento. Pero quien viene no es el president, sino su esposa, Marcela Topor. No acostumbra a tener protagonismo público, pero hoy es la imagen que buscan los medios de comunicación presentes. Saludos protocolarios, cruce de palabras con vocales y secretarios de mesa, papeleta, vota, sonrisa, gracias y adéu.

Minutos después trasciende que el voto delegado de Puigdemont ha sido depositado en Sant Cugat del Vallès, a donde ha acudido Laura Sancho, joven que este año cumple 18 años y a la que ha saludado desde Bruselas el president: «Hoy es un día muy importante, no para la Catalunya de hoy sino para la Catalunya del futuro. Y tu, Laura, representas este amanecer de la esperanza. Es el momento de que la República de los ciudadanos jubile la monarquía del 155».

Los de las porras del 1-O han votado, a saber si asumirán el resultado. Los ‘fuera de la ley’ votaron el 1-O y han vuelto a hacerlo hoy. Junto a la vitrina de los trofeos del polideportivo de Sant Julià de Ramis acompaña a estos una urna del referéndum. Aunque Guardia Civil y Policía Nacional española se las llevaron a modo de botín de guerra el pasado 1 de octubre, las urnas y los votos siguen siendo el faro de quienes apuestan porque estas diriman, siempre, el futuro de un pueblo que se quiere libre.