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JO PUNTUA

El tragantúa


Llegaba todos los años con la primavera enrolado en la caravana publicitaria que acompañaba a los ciclistas como complemento inseparable. Sirenas, altavoces, panfletos publicitarios que inundaban los arcenes y aceras para alegría de la grey infantil y desesperación del sufrido gremio de barrenderos. No había tablets y tampoco juguetes eléctricos, más allá de los que traían “Los Xey” de sus viajes a las Américas, y se exponían en un escaparate, haciendo saber que eran para los niños lisiados pobres. Como no sabíamos qué significaba «lisiado» todos queríamos serlo para acceder a la propiedad de aquellos ingenios tan maravillosos como inalcanzables para nosotros. Y, como cada año, con la serpiente multicolor llegaba “El Tragantúa”, gigantesco muñeco con txapela y una boca enorme eternamente abierta y dispuesta a engullir niños sin descanso, que luego salíamos por el culo y recibíamos el obsequio de una mini barra de margarina de la marca patrocinadora de la atracción. Nos daba miedo y morbo a la vez.

Hoy el monstruo que todo lo traga en el proceso de Vuelta a España, se llama Tribunal Constitucional (TC). Cada vez que algún independentista se mueve o que los unionistas creen que se va a mover, amenazan con el TC. Que si van a intentar la investidura por videoconferencia: al TC; si los presos quieren delegar su voto: al TC. Todo va al TC, y lo asombroso del asunto es que nadie pone en duda cual va a ser el sentido de la decisión del tribunal. Se da por supuesto que será contraria a la postura «indepe» y además por unanimidad y a toda velocidad, en cuestión de horas. Y es que este órgano que tradicionalmente ha tardado años en resolver cualquier recurso con argumentos tan pobres como la falta de interés constitucional del asunto recurrido, es ahora como una farmacia de guardia, perennemente abierta a la espera de que el Gobierno le eche carnaza ilegalizable a esas fauces devoradoras. «Como seas President se lo digo al TC y te doy más por el 155» dice Rajoy. De patio de colegio, si no fuera porque hay presos y exiliados.