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JO PUNTUA

Darwinismo tecnológico


Me imagino en el pasado MWC (Mobile World Congress) habido en Barcelona, rodeado de artilugios y golems de la –así dicen– cuarta revolución industrial, como pulpo en garaje o en una clase de histología o en un congreso de mineralogía.O conquiliología (como E. A. Poe). O papiroflexia (como Unamuno). Vale.

Sería víctima –en este Campo de Agramante– de lo que se ha dado en llamar «darwinismo tecnológico» que consistiría en, así como en Darwin y su teoría de la evolución sobreviven los seres que mejor se adaptan (no necesariamente los más fuertes) a un entorno ambiental cambiante, inadaptados proverbiales como yo sucumbirían ante tanto cachivache sofisticado en el Gabinete Caligari. No llegaría a dar de severos martillazos a las máquinas, como hacían los «ludditas» ingleses a principios del siglo XIX, porque hemos aprendido que la culpa no es del capital constante (las máquinas), sino de sus propietarios.

Y no sólo imbáculos como yo deberían actualizarse en la iconosfera, sino también las empresas mediante la tramposa obsolescencia planificada («¿todavía con Motorola, pardillo?») o la automatización mediante robots que acabarían con millones de trabajadores en los países más industrializados.No superarían la selección «natural» exigida por en implacable darwinismo tecnológico y serían triturados como Charlot en las ruedas dentadas de “Tiempos Modernos” (1936). ¿No sería lo lógico –pequemos de ingenuos– que pasaran a disfrutar esos morlocks protobolcheviques de más horas de ocio por aquello tan castizo de que trabajen las máquinas? Bajo el capitalismo no parece siendo el paro su destino. Ahora bien, un capitalista, un depredador, extrae su ganancia –la plusvalía– de la explotación –trabajo no pagado– del obrero (trabajo vivo) y no de un robot-golem que, además, no consume en ningún mall. Por lo tanto, estamos ante la enésima versión de la contradicción principal del modo de producción capitalista entre el acelerado desarrollo de las fuerzas productivas (el MWC) y las relaciones sociales de producción (el darwinismo tecnológico), una contradicción irresoluble en una economía política irracional.

Me voy a la huerta. Abur.