2018 MAR. 18 DE REOJO El coro Raimundo Fitero Con una climatología adversa las calles, plazas y parques se han llenado de la indignación de unas generaciones que se sienten defraudadas por el sistema en general y con el gobierno actual en particular. Existe una sensación de incredulidad en los partidos políticos del pienso y la jubilación asegurada de sus electos, porque ven a cientos de miles, millones de jubilados, pensionistas y allegados protestando en la calle reclamando algo tan evidente como que crezcan sus emolumentos al ritmo de índice de precios al consumo. Parece una petición destemplada, pero es de una justicia inequívoca. Lo contrario es maltratar a quienes han mantenido el famoso sistema hasta ahora. Vamos de tópicos: ni son todos los que están, ni están todos los que son. Es decir, no todos los jubilados tienen graves problemas económicos. Se puede estar cobrando una pensión de setecientos euros y a la vez tener dos pisitos alquilados. Pero la inmensa mayoría reclama lo lógico, lo pactado, lo que se llevó una crisis que sabemos fue y sigue siendo una estafa. Si se pensaba, se sabía, se suponía, que el voto a la banda de M. Rajoy se basaba justamente en los votantes de más edad, esta constatación en las calles, está poniendo de los nervios a los que ven su hegemonía atacada. Las encuestas empiezan a dejar heridos en las formaciones políticas. Lo importante es el coro, no los protagonismos. Está mostrando su desafección a un sistema podrido. Porque nadie dice si la jubilación es un derecho o un pacto intergeneracional. Si la famosa constitución asegura ese derecho y si existe un consenso general para consolidar las jubilaciones presentes y futuras. Todo son opiniones. Y decretos y leyes. Ruego a los asesores de políticos y tertulianos que miren a Canadá. Por si ven algo diferente a los mantras que nos sueltan.