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Elecciones en Líbano que confirmarán el statu quo

Tras nueve años de turbulencias políticas y con una dinámica regional marcada por la guerra, Líbano vota hoy para elegir su Parlamento. No se esperan grandes cambios en el frágil equilibrio sostiene el país.


Nueve años después, con dos colapsos de sendos gobiernos, el cargo de presidente vacante durante 29 meses y un Parlamento que ha extendido su mandato varias veces, Líbano vota hoy en las esperadas elecciones parlamentarias. Y lo hace bajo una nueva ley electoral que, en teoría, debía abrir espacio a la pluralidad política pero que no ha sido capaz de cambiar las viejas inercias de clientelismo que han dominado este frágil estado.

Situado entre Israel y Siria, con seis millones de habitantes y más de un millón y medio de refugiados provocados por la guerra en el país vecino, Líbano siempre ha tenido una escena política interna muy turbulenta, con décadas de guerra, y es a su vez un cruce de caminos en el que diferentes agendas regionales, fundamentalmente las iraníes y saudíes, han hecho del país de los cedros su cuadrilátero particular.

Frágil equilibrio sin cambios

El sistema político actual, creado en 1989 tras la guerra civil que duró 15 años, estipula que el Parlamento divida sus 128 asientos a partes iguales entre musulmanes y cristianos, y funciona según la fórmula de que el presidente del país debe ser un cristiano maronita, el primer ministro un musulmán suní y el presidente del Parlamento un musulmán chií.

Cristianos, chiíes, suníes y drusos son las principales confesiones del Líbano, con líderes que tienen sus propias alianzas con Siria, Irán o Arabia Saudí, que los dotan de fondos millonarios hasta el punto de crear sus propias estructuras paraestatales. Esto ha creado una élite libanesa poderosa, que engloba a antiguos «señores de la guerra» y líderes confesionales, con capacidad de suplantar las funciones del Estado, proporcionando empleo y servicios a sus propias bases sociales.

No parece que el resultado de las elecciones de hoy vaya a cambiar este panorama. Divididos entre dos grandes bloques, el del 8 de Marzo (dirigido por Hizbulá y pro-Siria) y el del 14 de Marzo (encabezado por el primer ministro Saad Hariri, apoyado por los saudíes y las potencias occidentales y contrario a la Siria de Assad), el resultado dependerá mucho de las cuotas, el éxito de cada lista y los candidatos con más votos de cada partido. Los pronósticos son inciertos, los hay que adelantan una mayoría de Hizbulá y también que el bloque de Hariri perdería votos pero mantendría un número suficiente de escaños para repetir en el cargo.

En cualquier caso, todos coinciden en que no va a haber cambios drásticos, que Hizbulá seguirá teniendo las cartas de mano para formar gobierno y que las élites actuales, con los mismos rostros, seguirán donde estaban. Y es que, quizá, el devenir cercano de Líbano se juegue más en la guerra de Siria o en el futuro del acuerdo nuclear iraní que en sus propias elecciones.