2018 MAI. 06 DE REOJO Su bigote Raimundo Fitero Antes, mucho antes de que un personaje cercano a la banda de M. Rajoy acaparase la atención mediática con su apodo de “El Bigotes”, el auténtico bigote televisivo, el que marcó una época televisiva, es el que llevaba de manera espléndida José María Iñigo, un bilbaino que acaba de irse de este mundo después de haber dejado fundado algunos de los hitos radiofónicos y musicales de varias generaciones ya que fue uno de los fundadores de “Los 40 principales”. Pero si algo fue Iñigo, fue una suerte de pionero, en la transición logró unos programas en directo de máxima audiencia a base de algo tan sencillo y complejo a la vez como es hacer entrevistas y mezclarlas con actuaciones musicales o de variedades. Y ahí mantuvo una década de auténtico liderazgo, de acaparador de audiencias, de creador de un modo de entretenimiento que visto con la distancia hoy sería considerado casi un programa de culto, para cultos, porque aparecían artistas, científicos, políticos o comunicadores a los que se les entrevistaba sobre sus conocimientos y las actuaciones de los artistas más importantes de cada momento. Uno sintió un gran alivio cuando decidió aparecer en la tele con su proverbial calva, ya que aquí habíamos hablado en muchas ocasiones de su bisoñé, de su postizo, de su peluca, y había recibido hasta insultos porque algunos lectores pensaban que era una injuria. Uno sabe cosas por casualidad. Y su calvicie era un secreto a voces, pero su imagen eran sus bigotes y su pelo de reminiscencias californianas sesenteras. Se ha ido uno de los grandes comunicadores de biografía inabarcable. Eurovisión será otra cosa a partir de ahora. Sabía mucho de música pop. De televisión, de radio y de viajes. Era un buen comedor. Bebía con cordura. Vivió setenta y cinco fructíferos años.