Mejorando lo presente

Es tiempo de aniversarios. Algunos tan redondos como los 90 años de Mickey Mouse o los cincuenta de mayo del 68. Me fijo hoy en un tercero. La CIA suma ya 70 años. Parece que fue ayer cuando hacían sus primeros pinitos derrocando gobiernos, financiando grupos paramilitares, facilitando golpes de estado contra gobiernos democráticos y organizando asesinatos de líderes populares. Después de siete décadas, se han hecho mayores. Pagan a una plantilla que supera las 20.000 personas (ignoro si trabajan a turnos) y un presupuesto de 14 billones de dólares (que en euros también es una barbaridad).

Y parece que, después de tanto tiempo, están preparados para tener a la primera mujer como líder. Se llama Gina Haspel y es una mujer de la casa: cuenta 62 años y ha currado en Langley durante casi la mitad de su vida: desde 1985. Su carta de presentación, al menos la que ha llegado hasta este lado del Atlántico, es el compromiso de eliminar la tortura de entre las múltiples herramientas de que dispone la agencia para hacer y deshacer a su antojo. No olvidemos que solo responde ante el presidente de los Estados Unidos. Es su único control. Y ya saben ustedes quién duerme la siesta por las tardes en el despacho oval.

Claro que Haspel no habla de tortura, sino de «técnicas mejoradas de interrogatorio», entre otras cosas porque ella misma reconoce haberla practicado en Tailandia. Allí, Abu Zubaydah, un saudí al que se acusa de pertenecer a Al Qaeda, fue sometido a la técnica de ahogamiento simulado conocida como «submarino» en más de ochenta ocasiones. Sufrió privación de sueño hasta sufrir alucinaciones, fue expuesto a temperaturas extremas y se benefició de toda una amplia gama de técnicas mejoradas.

Pues bueno. Dice Haspel que ya no lo van a hacer más y yo me quedo mucho más tranquilo. Pero solo un rato, porque se me ocurre que a estas alturas ya habrán inventado alguna técnica que mejora aún más las viejas técnicas mejoradas. Que Alá nos pille confesados, porque si no, se encarga la CIA.