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Cadena por la justicia


Quién dijo que preguntar fuera delito? El mismo que dijo que opinar también lo era. Paradójicamente, la misma dinámica de la democracia está dejando al régimen político español fuera del tablero de juego, por razón de que no toda cosmovisión es aceptada. Así, frente a determinadas formas de entender la vida, formas democráticas, pacíficas y no violentas, el sistema político español responde de manera dogmática, sin capacidad de adaptación, y ofrece como única respuesta política el cercenamiento de derechos y libertades políticas.

Valtonyc, Evaristo, Willy Toledo, Alfredo Remírez, políticos y activistas catalanes, etc., todos ellos artistas, activistas y políticos que, por tener una cosmovisión diferente y hacerla valer, son las cabezas de turco de la represión estatal en sus diferentes manifestaciones.

No en vano, organismos como Amnistía Internacional, así como relatores especiales de la ONU, han denunciado la involución democrática del Estado español ante el recorte de derechos y libertades y el uso excesivo y desproporcionado de las fuerzas policiales para acallar la oposición y disidencia políticas.

La legitimación y fuerza de los Estados democráticos descansa en su capacidad de persuasión social y en su habilidad para adaptarse jurídicamente a las realidades sociales cambiantes. Las estructuras políticas estatales que son capaces de cuestionarse así mismas, a los efectos de poder responder frente a las nuevas realidades sociales, son las que tienen visos de perdurar frente a los envites de la democracia. Y, es que, una de las virtudes de los sistemas democráticos es que son sistemas inacabados, por estar en constante cambio y adaptación.

A sensu contrario, cuando un Estado hace uso de la fuerza para imponer una determinada visión de la vida, cosmovisión rígida, monolítica y dogmática; cuando un Estado no tiene la capacidad de aceptar el reto democrático de ponerse ante el espejo y cuestionarse así mismo, aceptando la concurrencia en condiciones de igualdad y libertad de otras cosmovisiones igual de legítimas, ese Estado, aparte de no convencer ni ser democrático, es un Estado que se coloca a sí mismo en la casilla de la implosión. En democracia, tarde o temprano, gana el que convence, no el que mediante el uso de la fuerza vence.

La libertad de opinión y de expresión es el fundamento de cualquier sociedad que se pretenda libre y democrática. Y ese y no otro es el camino que hace cuatro años emprendió la sociedad vasca. El camino de expresarse libremente, de ejercer sus libertades políticas, de autodefinirse en su futuro político, de ser un laboratorio de actualización democrática, laboratorios de justicia.

Así, con determinación y en libertad la sociedad vasca asume el reto democrático de ser vanguardia en el desenvolvimiento de sus derechos y libertades, vanguardia de justicia, no aceptando más cosmovisiones que las que el mismo pueblo vasco determine para sí mismo.

El 10 de junio tenemos una cita para medirnos las fuerzas con las que encaramos ese reto. La cadena humana del 10 de junio convocada por Gure Esku Dago es especialmente importante, ya que no solo va a ser un ejercicio de libertad democrática, sino que también va a ser la representación misma de los valores sobre los que este pueblo desea edificar su futuro, valores que se han ido recabando pueblo a pueblo, de manera directa, a través de sus asambleas, y que han dado como resultado más de dos mil razones por las que queremos decidir. Desde Erabakizaleak-Juristas por el derecho a decidir confirmamos nuestra participación, y animamos a toda la ciudadanía a ser un eslabón más en la misma, haciendo de esta cadena humana la cadena por la justicia.