2018 EKA. 08 KOLABORAZIOA Guerra sucia: nuevos datos Xabier Makazaga Investigador del terrorismo de Estado Tras condenar el Supremo, en 1998, a varias personalidades del PSOE por su implicación en la guerra sucia de los GAL, dicho partido filtró a la Cadena Ser y al diario “El País” un informe elaborado en 1979 por la Guardia Civil. Sin duda, para mostrar que tenía muchas pruebas sobre la guerra sucia practicada antes de su llegada al Gobierno, en 1982, y avisar así al PP de que más le valía no remover más el tema de los GAL. Aquel revelador informe, publicado por “El País” el 5 de septiembre de 1998, describía con todo detalle la intervención en Madrid, en septiembre de 1979, del comisario-jefe del distrito de Chamberí y de un capitán de fragata del servicio secreto, «el señor Rivera», a fin de que cesara de inmediato una investigación sobre el mercenario Jean-Pierre Chérid que murió en Biarritz, en 1984, cuando manipulaba un coche-bomba destinado a atentar contra varios exiliados vascos. Según el informe, la Guardia Civil investigaba a Chérid, y a otros mercenarios que habitaban con él, debido al hallazgo de una bolsa que este había dejado olvidada en el vestuario del campo de fútbol de Leganés y que contenía un revólver, perteneciente a un lote adquirido por la Policía a la fábrica de armas Astra de Gernika, carnés de identidad falsos con su foto, abundantes datos sobre exiliados vascos en Iparralde y una agenda en la que figuraban números de teléfonos de la Seguridad del Estado. Tras intervenir las antes mencionadas personas, la investigación cesó de inmediato. Cinco años después, al morir Chérid, su viuda reclamó una pensión al Ministerio del Interior español por fallecimiento en acto de servicio y dejó bien claro que su marido siempre había trabajado para los mismos patronos, desde la muerte en atentado de ETA, a finales de 1973, de Luis Carrero Blanco, previsto sucesor del dictador Franco, hasta su propia muerte, una década después. En efecto, Chérid, que huyó de una cárcel francesa en la que purgaba una fuerte condena por terrorismo de extrema derecha, entró en contacto con los servicios secretos franquistas dirigidos por el almirante Carrero Blanco y tras su muerte participó en todas las campañas de guerra sucia organizadas por las autoridades españolas, desde los estertores del franquismo a los gobiernos de Felipe González. Lo hizo cuando los atentados se reivindicaban usando las siglas del Batallón Vasco Español, la Triple A o ATE, Antiterrorismo ETA, y lo siguió haciendo cuando el terrorismo de Estado se camufló tras las siglas de los GAL. Por eso tituló “El País” que «Chérid fue el hilo conductor de los atentados contra ETA desde el franquismo a los socialistas» y remarcó la protección que recibió antes de que el PSOE llegara al Gobierno. Eso sí, cuidándose muy mucho de identificar a las dos personas que lo protegieron y dando datos falsos sobre uno de ellos. “El País” pretendió que el «señor Rivera» mencionado en el informe y que era conocido como «Pedro el Marino» se llamaba Pedro Martínez, a pesar de que cuatro años antes ya se había revelado su verdadera identidad en el libro “Los secretos del poder”. El «señor Rivera» era Juan Manuel Rivera Urruti. El padre de «Pedro el Marino», Cayetano Rivera Almagro, y Luis Carrero Blanco se graduaron juntos en la Escuela Naval Militar, en 1922, y otro tanto sucedió tres décadas después con sus respectivos hijos. Juan Manuel Rivera Urruti y dos de los hijos de Carrero Blanco, Luis y Guillermo, también fueron de la misma promoción, la de 1954. Luis es el titular del ducado de Carrero-Blanco, creado por Franco, estuvo destinado en el Alto Estado Mayor y es almirante de la Armada, como su padre. «Pedro el Marino» estuvo asimismo destinado en el Alto Estado Mayor, desde 1969, y en 1973 pasó a tomar parte en una misteriosa organización de la Armada, la Jedew, presidida por Antonio Urcelay, ayudante de campo de Franco que llegó a ser, en 1982, Jefe del Estado Mayor Conjunto de la Jujem. Con todos esos antecedentes, no es nada de extrañar que Carrero Blanco lo eligiera para organizar la guerra sucia. En realidad, tras la muerte de Chérid hubo pruebas de sobra para haber identificado de inmediato a Rivera Urruti, como una foto que publicó la revista “Cambio 16”, donde se le veía al frente de un amplio grupo de conocidos mercenarios de la guerra sucia, entre los que estaba Chérid, pero pudo permanecer largos años en el anonimato gracias a la complicidad de varios periodistas. «Pedro el Marino» falleció en 2004 sin que nunca fuese ni siquiera llamado a declarar por la Justicia española, pese a las múltiples pruebas existentes en su contra. La segunda persona mencionada en el informe como protector de Chérid, el comisario-jefe de Chamberí, era en principio aún más fácil de identificar, pero el senador de EH Bildu Jon Iñarritu ha tenido que poner todo su empeño para lograr que se desvele, al fin, su identidad. Hace cuatro años, preguntó al Gobierno quién era el comisario-jefe de Chamberí en septiembre de 1979 y este pretendió desconocer dicho dato. Algo a todas luces imposible. Ahora, ha vuelto a repetir la pregunta de manera más imprecisa, ocultando el motivo de la misma, y así hemos podido saber, por fin, que se trataba de Francisco Sánchez Campanero, un antiguo miembro de la tristemente célebre Brigada Político-Social franquista, fallecido en 2009 y que todo indica fue otra pieza clave en la organización de la guerra sucia. Participó en dos célebres casos, en 1962 y 1963, la detención y torturas de los anarquistas Joaquín Delgado y Francisco Granado, ejecutados con garrote vil, y la del dirigente comunista Julián Grimau que fue fusilado tras pasar por sus manos. Otro torturador al servicio de la democracia española. Chérid participó en todas las campañas de guerra sucia organizadas por las autoridades españolas