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La Iruñea rebelde de 2018 no olvida el ataque de 1978


En julio de 1978 la reforma posfranquista se cargó los sanfermines a tiro limpio. Segaron la vida de Germán Rodríguez y sembraron la destrucción comenzando por el epicentro de la fiesta en aquel momento, la plaza de toros. La imagen de los policías españoles entrando a sangre y fuego en el ruedo resume la transición en Nafarroa. Ese «modélico» proceso estuvo en realidad marcado por la imposición, la violencia y la frustración de las expectativas de un cambio profundo que nunca llegó a producirse. Un cambio que, 40 años después sigue pendiente en el Estado español y que en Nafarroa ha comenzado desde la base, desde la misma sociedad.

Aquello fue un gran pulso; de un lado, un proceso dirigido por los propios franquistas y quienes los patrocinaron o se plegaron a sus planes; del otro, fuerzas democráticas, abertzales, la izquierda social, política, sindical etc., reivindicando la ruptura. La batalla tomaba en Navarra forma de pugna entre el navarroespañolismo franquista que pretendía hacerse pasar por demócrata de toda la vida y el horizonte de unidad vasca defendido por toda la oposición al franquismo. Una de las claves de aquella confrontación fue lograr restar fuerzas al rupturismo y lo hicieron mediante la cooptación, comprando cuadros y referentes desde la ORT hasta el propio PSOE. Y también lo hicieron por la fuerza, como en Montejurra, en Sanfermines de 1978…

Cuarenta años después, Iruñea es muy diferente. El cambio ha llegado de las calles al Ayuntamiento y este año el homenaje y la denuncia serán, son ya, oficiales: Iruñea y Nafarroa han cambiado mucho en 40 años.

Quienes creyeron haber enterrado la rebeldía de 1978 no podían haberse equivocado más: Iruñea es en 2018 mucho más rebelde y además de resistir y recordar, además de amar y defender sus fiestas, ha aprendido a convertir la rebeldía en transformación; una gran manera de rememorar los sucesos de 1978.