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MIKEL URQUIZA
COMPOSITOR

«Para mí lo lúdico es una necesidad, me gusta divertirme cuando escribo»

Tras iniciarse en la composición en Musikene, con Ramon Lazkano y Gabriel Erkoreka, el bilbaino Mikel Urquiza finalizó sus estudios en el Conservatorio de París. Actualmente reside en la capital francesa y su música, de marcada personalidad, se ha hecho un hueco en la vida música francesa.


La Quincena Musical ha encargado al joven compositor bilbaino Mikel Urquiza una de las obras que se estrenarán en el Ciclo de Música Contemporánea. Se trata de “Cinco sólidos perfectos y una mariposa”, que presentarán el Cosmos Quartet y Noelia Rodiles mañana en la Sala Polivalente del Kursaal.

Es usted acordeonista. ¿Cuándo le surgió el interés por escribir música?

Fue un proceso natural. Estudiaba el acordeón en el Conservatorio de Leioa, donde se le da mucha importancia al canto coral. Estuve en el coro Kantika Korala e hice varios viajes con ellos, una experiencia con la que aprendí a disfrutar de lo positivo que rodea a la música. Fui implicándome cada vez más como intérprete y, mientras lo hacía, fui interesándome por las técnicas de composición que había tras las obras que tocaba. Al final decidí dar un paso adelante en esa dirección y dedicarme a la composición.

¿Por qué escogió estudiar en Musikene?

Además de composición comencé a estudiar Ingeniería Informática. Fui adelante durante dos años con ambas carreras, pero al final me apasioné por completo con la composición y dejé Ingeniería. La elección de Musikene fue fácil: estaba al lado de casa y la música de los profesores que impartían composición me gustaba.

 

Actualmente vive en París. ¿Qué le llevó hasta la capital francesa?

Una de las razones fue estudiar con Gérard Pesson, cuya música me interesaba mucho. Por otra parte, Ramon Lazkano me había hablado de los festivales, ensembles y solistas franceses. Me arriesgué a ir a París y pronto vi que había sido una decisión muy buena, porque nada más llegar comencé a entrar en contacto con músicos afines a mí.

 

París tiene cierta fama de ser un ambiente cerrado a las estéticas musicales que no sean las dominantes en Francia. ¿Ha encajado bien su música en los círculos parisinos?

Es difícil decirlo. En algunos círculos mi música interesa más y en otros absolutamente nada. Mi perfil tampoco es el más cómodo de clasificar, porque aunque me siento un compositor cercano a la estética francesa, al mismo tiempo estoy trabajando con bastantes grupos y encargos de Alemania. Mi música está gustando allí más de lo que podría haber imaginado.

 

La Quincena Musical le ha encargado un quinteto con piano, un formato con muchos recorrido. ¿Ha supuesto un reto para usted?

Más que como un reto, preferí observarlo como una oportunidad llena de posibilidades. El formato instrumental no me era completamente nuevo, porque había hecho antes un trío con piano y algunas de las problemáticas que presenta la combinación del piano con los instrumentos de cuerda ya las había investigado. Además, me siento muy cómodo escribiendo para el cuarteto de cuerdas, que he podido trabajar varias veces con el Cuarteto Diotima. Si tenía alguna duda al escribir este quinteto, se han solucionado durante los ensayos con los intérpretes, con los que he tenido mucho sintonía.

El quinteto se titula «Cinco sólidos perfectos y una mariposa». ¿De qué trata?

Los sólidos perfectos son un concepto matemático a los que también se les llama sólidos platónicos. Básicamente, se trata de poliedros que tienen todas las caras iguales y regulares, por ejemplo, triángulos equiláteros o cuadrados. Pero estos objetos matemáticos, que en un plano abstracto tienen tanto solidez, transmiten una gran fragilidad cuando son representados en la vida real mediante reconstrucciones o maquetas. Parecen una joya de atrezo, y esto es así porque la idea matemática es demasiado perfecta para poder ser representada.

Ese contraste me parecía interesante y decidí aplicarlo a la obra, pero para que no se quedase exclusivamente en el ámbito de las matemáticas, decidí ligar cada sólido a un instecto. Esto lo hacían ya los pintores flamencos, que en sus naturalezas muertas ponían figuras geométricas junto a uvas o pescados, y también Escher, que dibujaba insectos en el interior de sus paisajes imposibles. De esta forma, en cada uno de los cinco movimientos alberga un insecto: un escarabajo, una libélula, una mantis, una pulga y una luciérnaga, que ayudan a representar mejor la forma abstracta desarollada en la música.

 

¿Cómo se traducen esas ideas al conjunto instrumental?

Por un lado, el hecho de que cada movimiento sea el binomio de un objeto matemático y un insecto lo asocio con la ruptura entre el cuarteto de cuerdas y el piano. Tienen que convivir juntos en la obra, pero esa dualidad puede exprimirse o romperse de muchas maneras. Por ejemplo, en los dos primeros movimientos el pianista se dedica a raspar el teclado con unas tarjetas de crédito, como si fuera un escarabajo que se pasea por el piano, pero también un intruso con respecto a la música que está tocando el cuarteto. En los movimientos siguientes los roles se invierten, el sonido del piano va emergiendo y es el cuarteto el que lo contradice y lo cuestiona.

 

En sus obras suele haber introducir componentes extramusicales y biográficos. ¿Le sirve esto para encontrar inspiración?

Esta pieza sí tiene un componente biográfico, ya que mi novio es matemático. Por lo demás, mi atención está dispersa en muchos tipos de arte. No soy el tipo de músico que solo va a conciertos; también leo muchísimo, voy a museos e intento estar muy al día con el cine. Todo esto alimenta mi curiosidad y a la hora de componer termina por filtrase.

 

Otra característica de sus obras es que casi siempre presentan algún rasgo lúdico o humorístico.

Esta pieza, en concreto, tiene mucho de juego. El movimiento que está ligado a la pulga, por ejemplo, es una especie de scherzo en el que la oyes saltar de un instrumento a otro. No es que decidiera desde el principio que quería hacer esto, pero el juego surgió con naturalidad de otras consideraciones más serias. Para mí lo lúdico es una necesidad, porque me gusta divertirme cuando escribo. El del compositor es un trabajo que implica muchas horas de soledad y, si no eres capaz de abordarlo sentido del humor, puedes terminar loco. Yo intento pasarlo bien y eso se traduce en mi música, en la que el humor es un elemento fundamental.