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Pelota

Solo Beñat Rezusta se propuso eclipsar a la novia

El Navarra Arena gustó más en su estreno que una final con excesivos fallos.


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ELEZKANO-REZUSTA 22


Dicen los entendidos en protocolo y en esa epidemia venida a menos que son las bodas fastuosas que eso de tratar de eclipsar a la novia es de muy mal gusto. Algo así debieron pensar los protagonistas de la primera final que tuvo lugar en el fastuoso Navarra Arena, que convenció bastante más que el partido en sí. Beñat Rezusta, fresco de manos y muy sólido en su juego, fue el único que se propuso tal afrenta y el único que brilló a la altura de la cita, obteniendo, junto a un Elezkano de menos a más, la revancha de la final del Parejas disputada en Bilbo.

La nueva cancha iruindarra confirmó las primeras impresiones y se postula como un frontón exigente, con un suelo donde la pelota corre mucho y un frontis sin demasiada salida que, no obstante, no fue aprovechado por los delanteros para brillar. Quizá por eso de que era su primer partido, ninguno de los dos puntilleros se mostró cómodo sobre la cancha y los errores marcaron la pauta.

Zabaleta también comenzó frío, como el marcador electrónico, al que le costó hacer subir los tres primeros tantos azules, que llegaron mediante tres errores de bulto del de Etxarren. Rezusta fue el único que escapó a esa espiral de fallos y al primer descanso se llegó con dos tantos de ventaja azul (10-12) con solo uno obtenido por el de Zaratamo y el de Bergara, logrado por el vizcaino para sumar el empate a nueve. El resto fueron errores de la pareja de la Sakana.

El segundo de los a la postre vencedores llegó en el 13-14, en una jugada en la que Elezkano se lanzó al suelo en el ancho, jugada tras la que tuvo que retirarse a vestuarios por una contractura en el hombro derecho. Curiosamente, fue tras recibir las atenciones del médico Iñigo Simón cuando se vio a un Elezkano más resolutivo en ataque, lo que, unido a la enorme solidez mostrada por Rezusta, les sirvió para pegar el primer arreón serio de la final, con un parcial de 1-7 con el que consiguieron abrir el hueco definitivo para llevarse el título.

No siempre las estadísticas sirven para explicar lo sucedido sobre la cancha, pero los 14 errores acumulados por los navarros, 15 si apuntamos el saque encajado por Zabaleta, no dejan lugar a dudas, sobre todo si además doblan a los tantos realizados.

Con bar y sin casi VAR

Aunque tuvo sus buenos tantos, la escasa calidad y nula continuidad de la final hicieron que los buenos detalles del frontón del Navarra Arena, ayer solo se estrenó una pequeña parte del megalómano recinto iruindarra, brillaran aún más.

Así, los 3.000 pelotazales reunidos pudieron comprobar en persona esa primera impresión que ya dejó la cancha en julio, el día de la primera prueba con pelotaris; cercanía y perfecta acústica. Se volvió a escuchar la misma pregunta, «¿de verdad entran 3.000 personas?». Y es que comparado con el Bizkaia, su competencia más directa para las finales, que es un recinto mucho más recogido es incontestable. Por eso mismo, las placas colgadas del techo también colaboran, la acústica es mucho mejor que en Miribilla, y el poder escuchar la pelota durante la disputa de los tantos es un detalle que, sin duda, apreciaron los más habituales al frontón, los «catedráticos».

Donde puede haber más discusión es en esos detalles novedosos que ofrece el nuevo templo. Nadie pone reparos a eso de que, al más puro estilo USA, te vendan un refresco en tu asiento, siempre que en el bar te los vendan «aromatizados», pero quedan dudas sobre la respuesta de los pelotazales con el VAR, con uve, ese al que tampoco terminan de acostumbrarse los más futboleros.

Y es que, dentro de las enormes posibilidades que ofrece el Navarra Arena, una es la del videomarcador instalado en la pared izquierda. A la gente le gusta eso de verse en la pantalla y saludar –hasta que llegue la cursilería de la kiss-cam de las canchas de basket– y disfrutar de las repeticiones de los buenos tantos, pero ¿qué sucede con las jugadas polémicas? Ayer hubo una oportunidad de comprobarlo en el trece iguales, en un remate de Ezkurdia que botó en la raya del ancho. Sin videoarbitraje, optaron por omitir la moviola enchufando el logotipo, pero la jugada se terminó viendo. Afortunadamente el juez estuvo acertado. ¿Qué podría pasar si el árbitro falla con 21 iguales y con apuestas de por medio?